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Tradición cañamera, patrimonio cultural no reconocido

Entre los años 1550 y 1960, la industria cañamera fue una de las grandes actividades agrícolas que se realizaron en Chile, extendiéndose desde Coquimbo hasta Chiloé. El Valle del Aconcagua, precisamente Los Andes, Quillota y San Felipe, fueron las ciudades de mayor producción cañamera y que fomentaron la tradición del rubro.

Por Mauricio García.

El patrimonio puede ser entendido como un conjunto de elementos que son heredados del pasado y manifestados en el presente. Es una especie de puente identitario entre lo que fue de nuestros antepasados y lo que experimentamos ahora, además de las posibles proyecciones a futuro.

Si bien existe una institucionalidad que define y celebra el 25 de mayo al patrimonio dentro del país, no podemos limitarnos a su reconocimiento solamente en ello. En ese sentido, cuando una comunidad o pueblo reconoce ciertos elementos como herencia cultural, podemos estar frente a un elemento de patrimonio.

Fernando Rodríguez, Magíster en Gestión Cultural, nos comenta que en el caso de la producción de cáñamo en el Valle del Aconcagua, las manifestaciones de los pobladores y trabajadores, y las formas de producción y estilo de vida de la comunidad tuvieron una alta significación identitaria, la cual podría estar reconocida como un elemento patrimonial para esa población.

“El patrimonio es una forma de honrar y recordad nuestro pasado e historia, con la cual se le da la significancia a nuestro presente”.

Fernando sostiene que no se pueden obviar los elementos que representan nuestro ayer, es por esto que, al encontrar presente el cáñamo y la misma industria como un simbolismo de la forma de vida de las personas no es necesario que se encuentre reconocido institucionalmente, sino más bien, es necesario que las personas hagan propia su historia y cultura.

Marcelo Ibáñez, autor de Un viaje Fantástico, libro que narra la historia del cannabis en Chile

Marcelo Ibáñez, periodista y autor del libro Un viaje Fantástico, narra parte de la historia cañamera del país en su escrito. En conversación con él, nos comenta que, si bien el cáñamo fue parte fundamental del progreso económico, las personas que lo cultivaban lo sentían como un oficio más. De manera que, con el paso del tiempo y el comienzo del consumo recreativo del cáñamo y el prohibicionismo, la producción de cañamera dejó de realizarse y pasó al olvido.

El cultivo de cáñamo de esta zona tuvo una larga data, desde los tiempos de la colonia y extendiéndose durante más de 400 años. Así, la industria cañamera se transformó en una importante actividad productiva para el país.

“Para los pobladores y agricultores que laburaban en el rubro lo consideraba como un cultivo más de la zona”, afirma Marcelo.

Si bien es posible que en los años productivos de cáñamo del valle central no existiera un gran simbolismo a lo que era la actividad, si formaba parte de la vida de las personas, haciéndolo identitario y propio de la zona.

El patrimonio no reconocido del cáñamo

En San Felipe, el cáñamo se convirtió en un elemento distintivo y propio para la significación de las personas que habitaron y vivieron de este cultivo. La industria cañamera puede ser considerada como patrimonio, pero no se encuentra identificado institucionalmente. A pesar de que sí formó parte de la cultura en cuanto a producción, no existe un proceso reconstructivo con el cual pueda ser identificado como una actividad significativa culturalmente.

Cultivo y plantaciones de cáñamo.

Aun así, esto no quita que la tradición cañamera no pueda ser considerada patrimonio cultural entre las personas, ya que estuvo inmerso en los habitantes y trabajadores del área, siendo parte de la sociedad y reflejándose incluso en el himno de la comuna de San Felipe.

Cañamales de oscuro ramaje,
por tus valles se miran crecerf
y sandiales de verde follaje
a tu tierra, se asoman también.

Cuando un elemento como el cáñamo, pasa de ser un bien de producción a estar representado y mencionado como parte integral de lo que fueron los antepasados, comienza a adoptar un significando en la forma de vida para ellos y/o para la comunidad ¿Acaso el cáñamo no traspasó la frontera netamente productiva y pasó a ser un símbolo identitario de esa comuna? Es una discusión que tienen que realizar las comunidades vinculadas al cáñamo para definir su carácter de patrimonial.

Belén Riveros, antropóloga especializada en la cultura cañamera chilena, comenta que gran parte de las personas que vivieron y trabajaron en la industria cañamera en el valle del Aconcagua, y sectores aledaños, empleaban un proceso único de cultivo, elaboración y producción a diferencia de otros países. Lo que ayudó a que el cultivo de cáñamo se convirtiera en un oficio tradicional que puede identificarse como patrimonio en la zona.

El conocimiento necesario para el cultivo y producción de cáñamo fue traspasado de generación en generación, convirtiéndose en una herramienta cultural que mantenía a las personas laburando durante casi todo un año a diferencia de otros trabajos agrícolas. No obstante, con la masificación de materiales sintéticos, prejuicios sociales y el posterior prohibicionismo la industria cañamera fue disminuyendo hasta extinguirse.

Cosecha y procesamiento del cáñamo tras la cosecha.

La herencia cultural, el conocimiento traspasado por generaciones y los procesos específicos que hacían de esta actividad una labor única y diferente a la de otros países, hace que la industria cañamera sea parte de la sociedad de los valles centrales.

“Es necesario reconocer como patrimonio y educar como parte de la localidad”, afirma Belén.

Esto debido a que, si bien ha quedado en el olvido, los pobladores de San Felipe, el Valle del Aconcagua y lugares cercanos aún recuerdan como trabajan o disfrutaban de las extensas plantaciones de cáñamo que existían.

En los días cercanos al patrimonio nacional, es necesario reconocer y recordar como la industria cañamera formó parte de la sociedad chilena. Olvidada por los prejuicios, el oscurantismo, el mercado negro tras los primeros usos del cáñamo de método recreativo y el prohibicionismo dejaron que la tradición y la historia cañamera quedara sin el reconocimiento necesario.

Formó parte de la historia, la cultura y el conocimiento de la sociedad, es por esto que, si bien el patrimonio cañamero no está reconocido institucionalmente, vive en la memoria de aquellos que trabajan o tuvieron la posibilidad de recorrer los verdes y extensas plantaciones de cáñamo que un día tuvieron a Chile como numero uno en producción y nutriendo de diversos productos a la corona española.