CannabisCultivoCulturaDrogasEducaciónEmprendimientoEntrevistasEntrevistas y ReportajesEstilo de VidaEstudiosMedicinalMercadoNacionalPolíticaPolítica y ActivismoPortadaRegulaciónSociedadTeatro

Soy una consumidora de marihuana y eso no me hace mala madre

Durante el año pasado fue parte de la exitosa teleserie «Perdona Nuestros Pecados de MEGA». Sin embargo, su carrera en la televisión se inicia con la teleserie de TVN «Vuelve Temprano» en 2013, con 21 años. Da pocas entrevistas y lo que conocemos de ella es lo que se escurre desde las redes sociales y programas de copucha farandulera. Por eso nos sorprendió cuando habló sobre su trabajo en el teatro y ese contacto que tuvo con el mundo marginal en la adolescencia. «Fue casualidad, yo no buscaba estar en el margen», nos narró Fernanda, quien a lo largo de esta conversación habla de su relación con la marihuana y de cómo su carrera en televisión era lo menos probable en sus opciones de vida.

Nos juntamos con Fernanda temprano. La idea era que iniciáramos la sesión con las fotos y así aprovechar la luz de la mañana. Pero la suerte dijo otra cosa, y un cambio de último minuto nos obligó a partir por la entrevista.

De todas formas y para ganar tiempo, Ronny aprovechaba de tomar algunas fotos antes de la sesión. José grababa material para el consumo digital, Felipe reorganizaba los tiempos de la producción y Fernanda tomaba un té mientras yo prendía la grabadora y trataba de organizar mis apuntes.

Redes sociales: un fenómeno efímero

Estamos en un patio atípico de Santiago, del que no podemos revelar su ubicación a petición de sus dueños. En este jardín que incluye un gran mata de chilensis; da la sensación de estar en la casa de un pequeño pueblo detenido en el tiempo.

A pesar del entorno campestre en el que estamos, lo primero que buscamos saber de Fernanda es cómo lo hace para lidiar con la exposición que ofrecen las redes sociales. Más en el caso de ella, donde sus seguidores casi alcanzan los 500 mil en Instagram.

«Yo creo que se va aprendiendo a convivir con las redes sociales. En primera instancia Instagram era una red social donde compartir con gente que tú conoces: subes tus fotos del fin de semana, de tus hijos y la interacción es a partir de esa intimidad. Pero creo que en las personas que somos conocidas, por cualquier actividad que realicemos, el rol que adquiere esa red social cambia y eso -al menos yo- lo entendí con el tiempo».

Fue en ese tiempo cuando su vida se coló por la fotos que iba subiendo a Instagram y los medios de comunicación se dedicaron a recoger los comentarios más agrios en sus redes para transformarlos en noticia.

«Al principio yo seguía ocupando mi red como para amigos y publicaba fotos que eran más de carácter privado. Por lo mismo reaccionaba de manera violenta cuando recibía comentarios que tenían mala onda. Me lo tomaba muy personal. Con el tiempo empecé a entender que la plataforma tenía otro uso, uno más profesional, publicitario; desarrollar mi marca personal y mis colaboraciones con otras. Ahí cambia el rol y mi manera de vincularme con las personas a través de esta red. Cerré mi intimidad. De hecho, si me gugleas aparecerán un montón de cuestiones privadas con mi pareja, porque uno al principio no sabe. Uno entra a la televisión y no sabes los límites que solo con el tiempo vas delimitando».

¿Cómo viviste ese crecimiento de seguidores en tus redes sociales?

Fue super rápido el crecimiento de mi cuenta y va de la mano con el nivel de exposición que se tiene con la televisión. Al principio uno se sorprende y se pregunta qué significa esto. Sí, tengo 500 mil seguidores en Instagram, pero si mañana me hackean la cuenta esta hueá se se acabó. Finalmente eso son las redes sociales, parece que significan mucho pero en lo concreto de la vida no son nada. Hay que entender lo efímero que es el fenómeno y entender que tener miles de seguidores no te asegura nada. Y eso es algo que yo veo harto en usuarios de Instagram, como si el «me gusta» les diera una especie de estatus. Hay que entender que no hay nada detrás de eso y estar muy conciente de que tiene una fecha de término. Es un fenómeno y es complejo entenderlo. Es la hueá más capitalista que existe en este minuto. Por lo mismo, es una decisión política mantenerse o no al margen. Yo en la posición en la que estoy decidí aprovecharme de este minuto porque no es eterno. Dejo de salir en televisión y listo, se acabó. Instagram se ha convertido en la nueva palestra publicitaria de muchas cosas. Todo negocio hoy tiene Instagram. Si quieres ir a un café, te metes a IG para ver las fotos. Y en ese contexto, obvio que funciona como una herramienta para generar plata.

El teatro, su (casi) otra vida

En 2011, Fernanda estaba en segundo año de teatro y participaba de H.P., obra del dramaturgo Luis Barrales que revisa la vida de Hans Pozo, joven que transitaba en la periferia de la capital ejerciendo la prostitución para solventar su adicción a la pasta base y que terminó siendo descuartizado, en un crimen que copó los medios de comunicación en 2006.

¿De qué te nutres para interpretar personajes como los de H.P.?

Tengo la suerte de haber crecido en un entorno que no es tan lejano a la realidad de los personajes marginales que propone Luis Barrales. Hace unos días, me tocó ir a la defensa de la tesis de un amigo. Él, en su tesis, propone la comparación del sujeto marginal, desde el punto de vista de la nueva historia social, donde el sujeto marginal tiene conciencia de clase, es empático, un ser político, que lucha por la reivindicación de su propio colectivo, un sujeto más bien romántico. Un sujeto marginal que si bien vive al margen y se reconoce al margen, intenta reivindicar esto desde la empatía y la colaboración. Este es el sujeto que propone la nueva historia social chilena versus el sujeto marginal que propone la dramaturgia de Luis Barrales, que es un contemporáneo a nosotros. En la dramaturgia de Barrales, el sujeto marginal dista mucho de ese ideal romántico que propone la nueva historia social chilena, porque el sujeto marginal que propone es un sujeto individualista inserto completamente en el mundo neoliberal donde la premisa es la propia reivindicación social desde el individualismo. Desde el «yo me salvo primero» o «el más vivo», el éxito está asociado con el consumo, con las cosas que tengo y ostento. Ese el sujeto que propone Luis Barrales. Desde ese sentido, nosotros como «burgueses» podemos entrar. Hay un link, no somos marginales representando marginales, pero sí podemos hacer ese cruce y donde el deseo de ambos es un estatus social de comodidad. Sé que me fui de la pregunta, pero esto -de alguna forma- la responde. Pero me gusta ese cruce donde el marginal y el burgués son sujetos neoliberales.

Entonces ¿así construiste el personaje que interpretaste para H.P.?

No de forma consciente. Entré a ese personaje desde la intuición y la empatía y el haber observado y estar inserta en este mundo marginal. Yo hoy en día quizás me reconozco como una burguesa. Por el estilo de vida que llevo y por las decisiones que he tomado. Pero sí, viví al margen por mucho rato y pude tener ese roce, observar y empaparme de ese mundo. Ese material biográfico está inserto en mi ADN.

¿Cómo fue ese contacto que tuviste con la marginalidad?

Llegué a ella desde la ingenuidad y caí en un grupo de personas que vivían fuera del sistema, hablando de hueás delictuales. Tráfico. Marginados. Y caí por casualidad en este grupo de personas, que se volvieron en amigos del carrete y después eran mi círculo. Fue casualidad, yo no buscaba estar en el margen. Cuando vives en una comuna periférica es imposible no tener contacto con ese mundo.

Y después vino el teatro…

Yo venía de este mundo marginal por así decirlo y venía con una bandera de lucha brígida. Me metí a estudiar teatro, que de por sí tiene una carga política, y yo estaba al choque, comprometida. Empecé a trabajar con compañías que tienen ese rol y con la idea de que nunca iba a trabajar en la televisión. Incluso me acuerdo que cuando chica siempre me dio mucha vergüenza ver a la gente actuar en la tele, me tapaba con las cortinas cuando en mi casa veían las teleseries.

¿Cómo fue pasar del teatro a la televisión?

Nunca estuvo en mis planes estar en televisión. Ni siquiera era tema. Yo iba a muchos casting de cine y ahí conocí a la Moira Miller que estaba haciendo un taller para televisión. Fui tres días y me cargó, reafirmé esta hueá de que no quería estar en la tele. Me llamaron 3 meses después a una reunión y me ofrecieron un contrato. Tenía 22 años. Súper chica. Estaba a punto de egresar. No sabía qué hacer y hablé con mi mamá y me instó a tomar el contrato y lo hice sin pensarlo y son esas decisiones que después de 7 años las piensas y dices: que distinta hubiese sido mi vida si hubiese optado por otro camino, tal vez sería full actriz de teatro o estaría haciendo series. Pero tomé el camino de televisión y llevo 5 años haciendo teleseries después de haber renegado. Los primeros dos años me sentí hiperincómoda, después quedé embarazada entre medio y la vuelta fue distinta. Caí en un proyecto muy bueno que era Perdona Nuestros Pecados y ahí empecé a encontrar un goce. Antes variaba desde la culpa, de sentirme fatal y al mismo tiempo darme con una piedra en el pecho por estar haciendo lo que estudié.

La curiosidad del tabú

¿Cómo te acercaste a la marihuana por primera vez?

Yo creo que todos partimos consumiendo en la adolescencia.El problema es que todos llegamos desde la curiosidad y desde el tabú de la marihuana. Creo que si con mi mamá hubiésemos tenido una horizontalidad en nuestra relación y hubiese sido más honesta con respecto al consumo de marihuana y lo que provocaba, quizás yo no hubiese estado tan curiosa de probarla. Si mi mamá hubiese sido -ella nunca ha fumado- la primera persona con que me fumaba un caño, matai el tabú inmediatamente y puedes generar una conversación en torno al consumo responsable. Yo creo que por ahí pasa el problema. No hay una apertura al tema. Además hay un gran mito alrededor de quiénes son los que consumimos marihuana y cada vez se nota más que de las más diversas disciplinas y edades se consume marihuana. Es el tabú en torno a la marihuana lo que lleva a los adolescentes a experienciar la hueá empíricamente. Sería mucho mejor hacerlo en un entorno más seguro como tu casa y entender que no todos los tipos de marihuan te hacen bien. Entender cómo consumir.

Has visto el cambio desde la marihuana prensada hasta hoy en día, en que hay una oferta de flores que antes eran impensadas. ¿Te diste cuenta de ese proceso?

Probablemente ha sido mi generación la que ha experimentado ese cambio con más fuerza. Cuando chica existía el porro. Yo no vi un cogollo bacán hasta los 19 años, cuando entré al mundo universitario y creo que tiene que ver con el contexto. Ahora mucha gente está cultivando. También está cambiando cómo consumir, las extracciones, las comidas. En los últimos 10 años ha existido un cambio de paradigma muy grande. Pasar del prensado al cogollo y del cogollo al RSO.

¿Y tu consumo ha cambiado con el tiempo?

Cuando joven y sobre todo antes de ser mamá, el consumo era parte del panorama, del carrete. Ahora tengo más responsabilidades y vivo la vida de otra manera, quizás más lenta. Ahora la marihuana se convirtió en un aliada en mis momentos de soledad más que en los colectivos. Y es lindo eso. Saber que hay diferentes tipos de marihuana. Yo no carretearía con la misma hierba con la que voy a pintar un cuadro. Ahora mi rollo va por ahí encontrar el minuto para mí, haciendo mis cosas. Antes tal vez mi consumo era más compartido.

Hay una fuerte estigmatización a las mujeres que son madres y fuman. ¿Para ti cómo fue enfrentar ese prejuicio?

Preferí darle cara. Hay un juicio por ser madre y consumir, pero la realidad lo que hay es un juicio por todo a la hora de ser madre. Hay un juicio en la ropa que le pones al cabro chico, si le diste teta o no, si lo castigai o no. Yo me fui un mes a Europa y mi hijo quedó con su padre y no te imaginai la cantidad de mensajes que recibí del tipo «eres una mala madre». «Cómo dejai a tu hijo solo» y mi hijo no estaba solo, estaba con su padre. Yo frente a esas hueás me rebelo en todas las aristas posibles y una de esas es decir sí, soy un consumidora de marihuana y soy madre. Y eso no me hace mala madre. Al contrario. Muchas veces me ha tocado tener las mejores tardes de juegos con mi hijo después de pegarme un piteada. Obvio que la gente lo juzga, pero prefiero decirlo.