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Salas de cine arte: Espacios en constante reinvención

En diferentes puntos del país, las salas de cine arte mantienen vivo el espíritu de aquellas películas que no existen en la lógica comercial de las multi salas. Su público es acotado pero fiel y se niegan a abandonarlos participando de los ciclos y actividades paralelas que realizan. En Santiago aún persisten en esta labor cultural el Cine Arte Normandie, El Biógrafo y el Centro Arte Alameda. En regiones sus expresiones las encontramos en Arica, Valparaíso, Viña del Mar y Tierra del Fuego. Este fue nuestro recorrido por los emblemáticos cines de arte que existen en la capital.

Texto y fotos: Valentina Cerda Mejías y Daniel Parra Cea

En la boletería de El Biógrafo, cine ubicado en pleno barrio Lastarria, se encuentra Lorenzo López. Con sus 78 años aún sigue trabajando en lo que ha hecho durante los últimos veinte años: la venta de boletos utilizando el mismo sistema que se ocupaba hace más de cuarenta años.

Lorenzo nos comenta que el cine está orientado principalmente a personas mayores, porque «las películas tienen contenido y las nuevas generaciones, los jóvenes, no leen».

La conversación con Lorenzo se interrumpe cuando una pareja entra a comprar dos boletos para la función de las 19:45. La película seleccionada es La Comunidad de los Corazones Rotos (2015), una cinta dirigida por Samuel Benchetrit y que, como toda película que se exhibe en El Biógrafo, está fuera del circuito de cine comercial estadounidense.

María Teresa (57) es una parroquiana de El Biógrafo. Cuenta que hace unos veintidós años, tiempo que lleva viviendo en Santiago, asiste con frecuencia a este cine y que de vez en cuando visita el Normandie. «Aunque esta misma película se estrenara en los cines comerciales (multi salas), no iría, esperaría que salga acá, porque no venden comida, es un espacio más íntimo y por el tipo de películas que exhiben. A veces cambio y vamos al Normandie, pero es otro tipo de público, de ambiente, todo».

Nace el Cine Arte

Es agosto de 1982 y en Alameda #139 se abre al público la Sala Normandie. Este espacio además de entregar un poco de cultura en un momento donde casi parecía extinta, se convirtió, al poco andar, en un importante lugar donde conservar piezas de cine que de otra forma hubiesen desaparecido.

El Normandie fue la primera sala de cine en especializarse en «Cine Arte» y desde sus inicios funciona como un lugar de encuentro de artistas, cinéfilos y de cultores del buen cine. Con la convicción de promover y dejar huella de la cultura cinematográfica, los hermanos Mildred y Alex Doll, la primera su actual directora, se dedicaron a guardar todo tipo de cintas: muchas de ellas películas inéditas de la década de los sesenta.

Este trabajo de preservación, que nadie estaba haciendo en esa época, ocurrió justo con el bloqueo cultural que se vivió en la década de los ’80, por lo que su rol de ahí en más fue fundamental.

Según palabras de Scarlett Bozzo (43), gestora cultural del cine «a través de una programación ordenada en ciclos y con una línea programática que mantiene rigurosos criterios, el Cine Arte Normandie ha logrado mantenerse, durante sus 36 años de vida, como un aporte a la vida cultural de la ciudad, desarrollando una intensa labor de exhibición cinematográfica, y aportando a la formación no solo de cinéfilos, sino también de espectadores».

El traslado: Nacimiento del Centro Arte Alameda

La locación que mantenía al Cine Arte Normandie en la principal arteria de la capital, cambió en 1991. Se trasladó a su actual ubicación en Tarapacá #1181, en lo que antes fue una antigua iglesia, en pleno centro de Santiago, adoptando el nombre con el que actualmente lo conocemos.

En 1992, nace en el mismo local donde funcionó durante años la Sala Normandie, el Cine Arte Alameda, con la idea de rescatar el patrimonio cultural de Santiago. Este espacio, pudo haber terminado como centro comercial o como un estacionamiento, pero para suerte de todos, en esos años, de la mano del entonces alcalde de Santiago Jaime Ravinet, junto a otros privados, se logró generar los recursos para realizar el proyecto arquitectónico que actualmente tiene 26 años de vida.

Así el Cine Arte Alameda se transformó en una plataforma más moderna, funcionando a la par con el Cine Arte Normandie, pero proyectando hasta ahí, solo películas del año. Se inauguró con la película «La Mansión Howard», de James Ivory, evento que contó con la participación del entonces Presidente, Patricio Aylwin, pero que no logró exhibirse de la mejor manera, ya que, a pesar de haber anunciado el estreno con bombos y platillos, el día de la función, el lente cinemascope no era el adecuado, por lo que la cinta se proyectó de la peor manera.

Pero ese tropiezo fue solo una anécdota y en la búsqueda de recuperar la identidad artística del país, el cine atravesó una crisis de identidad. Tentados por los cines más comerciales, probaron suerte estrenando la cinta «Batman Forever», película a la cual no asistió casi nada de público. Este fracaso comercial, hizo retomar nuevamente su cartelera moderna, de cine arte, trayendo cintas principalmente francesas, holandesas y títulos nacionales. Además se daba cabida por primera vez a temas en la pantalla como la homosexualidad, la religión y la política.

Muy moderno para la época, ya con casi tres décadas encima, requiere de algunas reparaciones, pintura, entre otros mantenimientos que, con esfuerzo de su directora, Roser Fort, sacan adelante junto a fondos estatales. Pese a eso, el Cine Arte Alameda cumplía y cumple el rol de refrescar y modernizar la propuesta de cine en nuestro país.

Pero los obstáculos iban a continuar. La aparición de las multi salas los obligaron a reinventarse nuevamente. El espacio del cine, comenzó a ser pensado como un lugar de encuentro artístico, por lo que, hace 17 años, abrió sus puertas como el nuevo Centro Arte Alameda, abarcando la música, el teatro, la danza y un restorant, plataformas que acercaron a las nuevas generaciones y consolidaron la idea de funcionar como un espacio abierto para todas las artes.

Las butacas: el encuentro entre los cines

Una de las características más especiales de estos cines arte son sus antiguas butacas. Pocos lugares las conservan. Éstas requieren de un cuidado especial que se las da un butaquero: persona encargada de reparar de manera minuciosa y delicada, desde el tallado de las patas y brazos, hasta el tapiz de cuero de los viejos sillones. Este oficio nació en la época dorada del cine, cuando florecían las salas de cine en cada barrio. El butaquero cumplía un rol fundamental para mantener en buen estado los asientos de esos cines.

Las butacas del Normandie son de la década del 50 y están desde el nacimiento de este espacio. Son alrededor de 600 butacas, doscientas de ellas están en platea alta y el resto en la parte baja. Su mantenimiento estuvo a cargo de Manuel Palma, quien durante más treinta de años fue el butaquero del cine. El año pasado, con más de 90 años y representando fielmente el amor a su oficio, Manuel asistió hasta sus últimos días a cumplir con su labor.

El Centro Arte cuenta con dos salas de cine. Actualmente alrededor de 330 butacas repartidas, que son parte de las reliquias que guarda el espacio desde su creación.

Detrás de cámara: la ocupación del espacio artístico

Durante las mañanas, el Cine Arte Normandie ofrece a los colegios una amplia oferta de películas para que los profesores traigan a sus alumnos, ya sea de enseñanza básica o media, con el fin de mantener el legado cultural del séptimo arte de antaño. El cine hace una selección de películas que se adecúan al currículum de enseñanza de los colegios. Con esto, se busca cambiar la concepción del cine tradicional, rescatando películas clásicas y del cine Latinoamericano, escabulléndose así de la gran industria.

Hace seis años que el Normandie dejó de proyectar películas en cinta, adoptando el formato digital. La infraestructura del lugar no ha sufrido cambios sustanciales, con el fin de mantener su estética original y el valor histórico que podemos encontrar en él, hasta la forma de pago perdura y se niegan a modernizar. Incluso, la confitería apostada en el hall de entrada que trajeron desde su anterior locación, es un esfuerzo por mantener su estilo antiguo.

Durante mayo, se dio inicio al Cine Club, que, en conjunto con el Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio, dará charlas dictadas por un profesor de cine, para comprender la historia y el desarrollo del séptimo arte. El ciclo es todos los jueves desde el 5 abril hasta el 12 de julio. La asistencia a la clase tiene un valor de $1.000 previa inscripción para la clase, sin embargo, si solo vas a ver la película, cuesta $2.000. El cine está abierto de lunes a lunes, con tres o cuatro funciones durante la tarde.

Por su parte, el Centro Arte Alameda mantiene abiertas sus puertas para cualquier formato artístico que quiera usar sus espacios. En la lógica comercial, entienden que las películas de cine arte no tienen tanto público como las multi salas. Por esta misma razón, es que entienden todo el espacio del centro como un lugar de encuentro de distintos tipos de personas, generando contenidos que van desde el punk a la ópera en la música, fiestas para todos los gustos y estrenos que intentan salvaguardar el cine de antaño.

Al igual que el Normandie, dejaron de proyectar películas en cinta, adoptando el formato digital. Cuentan con un proyector 2k de última generación, con un sonido 5.1 que transmite a quienes asisten a sus salas, una potencia que atrapa y sorprende. Mantienen la fachada con un espíritu joven, dándole un ambiente acogedor y artístico.

Rescatando espacios para el Cine Arte

Con el pasar de los años las salas de Cine Arte en Chile fueron desapareciendo. Muchos de estos cines tuvieron que cerrar sus puertas y se convirtieron en centros comerciales o modernos edificios. Muchos de ellos convertidos en templos religiosos. Los pocos que van quedando, han resistido a través de los años, gracias a que sus administradores y asistentes, se niegan a dejar morir la esencia de estos espacios.

Así como en Santiago, el Biógrafo, el Centro Arte Alameda y el Cine Arte Normandie se rehúsan a cerrar sus puertas al arte, también en regiones existen algunos de ellos que se han mantenido.

Es el caso que se da en la quinta región donde hay un circuito de cines arte, de los cuales muchos ya desaparecieron. Dentro de los que aún se mantienen, podemos destacar el Cine Arte Viña Del Mar y el Teatro Condell. Éste último, inaugurado en 1912, está ubicado en la Plaza Victoria, en la ciudad de Valparaíso. Tiene una capacidad de 350 butacas. Durante los años ’70, sus propietarios cambiaron la programación, comenzando a exhibir películas pornográficas. Hacia el 2010, comenzó a realizar actividades culturales, ofreciendo en el lugar talleres de cine y formación de audiencia.

En otra parte de Chile y para suerte de los habitantes de Tierra del Fuego, tras permanecer cerrado por más de 50 años, se reinauguró el Teatro Cinema de Porvenir. Tras cinco meses de restauración y con la intención de retomar su valor histórico, patrimonial y sociocultural, reabrió sus puertas al público. El Teatro Cinema nació en 1924, siendo el primer cine de Tierra del Fuego, y el tercero más antiguo de Chile.

En tanto, durante 2014 se abrió el Cine Arte Arica, con el mismo fin que los otros: pasar películas de calidad, desarrollar la formación de audiencias, hacer curatoria de cintas y organizar proyectos para que el Cine Arte se mantenga vivo no solo en Santiago, sino a lo largo del país, ofreciendo un cine que corre por un carril diferente a las grandes producciones cinematográficas y ayudando a mantener estos espacios artísticos, en los que se desarrolla mucho más que una simple función, porque en ellos hay lugar para las distintas ramas del arte.