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Ruta 40: ¿La última posibilidad de ver glaciares?

El glaciar Perito Moreno se erige como el gran lugar patagónico que permite, caminando menos de una hora, ver los milenarios hielos patagónicos. Una experiencia única que permite dimensionar y ver a estos enormes dioses gélidos que, pareciera, están derritiéndose cada vez más rápido.

Cae un enorme trozo de hielo y las cámaras tratan de registrar con precisión el momento en que se resquebraja. Después de una tronadura tremenda, un fragmento del afamadísimo glaciar Perito Moreno se lanza libre hacia el fondo del lago. Estamos en el interior del Parque Nacional Los Glaciares, en plena Patagonia argentina, y los aplausos resuenan como si hubiera terminado un show.

Contraproducente escuchar celebraciones ante un hecho que pareciera remarcar la debacle que la humanidad está generando al planeta. El cambio climático, como es sabido, ha elevado las temperaturas. Datos científicos registrados por el Informe del Programa de Investigación de EE. UU. sobre el Cambio Global el 2017 indicaban que durante el periodo del 2015 al 2017 se había registrado la fase más caliente de la Tierra. Daría para patear en el suelo a los que le da felicidad la caída de los hielos, sin embargo, y a pesar de la evidencia científica general, el glaciar Perito Moreno aún cuenta con una envidiable salud.

En equilibrio desde hace más de un siglo, esta zona colindante al Campo de Hielo Sur es una de las pocas posibilidades que quedan para poder ver la magnificencia escénica de una de las reservas de agua dulce más importantes del planeta.

Por la ruta 40

El Parque Nacional Los Glaciares se encuentra en la misma latitud que Torres del Paine. Para llegar a sus más de 700 mil hectáreas, protegidas desde 1937, hay que emprender la travesía por uno de los hitos trasandinos sinónimos de aventuras: la ruta 40.

Esta carretera corre pegada a la cara oriental de la cordillera de los Andes desde la austral provincia de Santa Cruz hasta la frontera con Bolivia. Sin embargo, es la zona patagónica donde su fama ha alcanzado ribetes internacionales precisamente por su sistema montañoso, glaciar e hídrico. Desde Chile, las mejores opciones para llegar al poblado de El Calafate -el punto urbano más cercano al Perito Moreno- salen desde Puerto Natales. Los recorridos son bien intensos: un full day que sale muy temprano y vuelve a la noche. Casi solo carretera.

Opción para los viajeros independientes existen. Hay buses que unen ambas ciudades en pocas horas. La ruta 40, compuesta de zonas de pavimento y otras de tierra, se muestra de cuerpo entero. No hay casi lugares poblados y una yerma pampa se mixtura con escarpadas montañas. Luego de unas cinco horas de viaje se arriba a la muy turística villa de El Calafate. Con 20 mil habitantes y una costanera impresionante sobre el lago Argentino, la ciudad es una de las más importantes y visitadas de la Patagonia. También es una de las más caras.

Ice, Ice, Baby

Desde Calafate, con sus heladerías y pizzerías, se deben transitar 80 kilómetros más hacia el oeste para llegar a la portería del Parque Nacional Los Glaciares. La entrada cuesta cerca de 10 mil pesos chilenos y la ruta avanza 30 kilómetros más, entre bosques de lengas, finalizando frente a una serie de pasarelas de cemento y madera que dan inicio a un suave trekking con extensos miradores sobre las aguas celestes y turbias del lago Argentino.

Desde lejos se alcanza a divisar una inmensa muralla alba. El Perito Moreno -glaciar bautizado en honor a Francisco Pascasio Moreno, científico, político y naturalista que realizó profundas exploraciones en la Patagonia en los albores del siglo XX- aparece y no deja a nadie indiferente.

Ver esa mole blanca provoca ganas de correr a través de las pasarelas para acercarse más. Dentro de la zona austral esta es, sin dudas, la gran oportunidad de estar frente a frente a los hielos milenarios sin necesidad de ser un gran explorador o pagar una costosa exploración a bordo de barcos o zódiacs. La ruta, de una hora de duración, desemboca en una serie de plataformas con impecables vistas a las extraordinarias dimensiones del glaciar: 5 kilómetros de largo y 60 metros sobre el nivel de las aguas. Con una extensión de 257 km2 (el doble de la superficie de Viña del Mar), el Perito Moreno pareciera un freezer gigante que nunca nadie descongeló.

Las pasarelas dejan a los visitantes a unos 400 metros del murallón. Frente a frente con esta conformación de hielos blancos y azulados que se coronan en puntas cónicas de diversas formas. Hasta donde llega la mirada se ve un albo mar congelado, mientras que las cámaras intentan captar una magnificencia que llevó a la UNESCO a declarar en 1981 al parque como Patrimonio de la Humanidad por su significativa trascendencia: «Estos glaciares, generados hace siglos y aun milenios en las crestas de las montañas, son testimonio remanente de enormes masas idénticas que dominaron parte del planeta durante los últimos dos millones de años y que presenciaron el fantástico episodio del nacimiento de la humanidad. Que el hombre sepa preservar este sitio y más aún, preservarse a sí mismo, para que las generaciones futuras puedan contemplar este relicto de la edad del hielo».

La era del deshielo

El glaciar Perito Moreno avanza cerca de dos metros por día. La inmensa mole aparece cada dos años en la televisión mundial cuando su sostenido crecimiento represa las aguas del sector llamado «brazo Rico», separando al lago en dos. Cuando la presión del hielo es insostenible, se quiebra, generando una gran ola cubierta de icebergs de diversas dimensiones.

Parece obra del calentamiento global, pero es algo natural e histórico. Sin embargo, como ya fue dicho, la buena salud del Perito Moreno es un hecho aislado. La mayoría de los glaciares patagónicos están agonizando. Hace dos años el NASA Earth Observatory mostraba claras imágenes satelitales que describían el dramático retroceso de Campos de Hielo Norte. Por ejemplo, el glaciar San Quintín entre 1870 y 2011 perdió 14,6% de su superficie. Mientras el superconocido y turístico San Rafael disminuyó su superficie en un 11,5% durante el mismo periodo.

Campos de Hielo Sur corre una suerte similar. Estimaciones del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales indican que se han perdido mil kilómetros cuadrados de superficies glaciares en los últimos 60 años. Este año, durante el verano, el Parque Nacional Torres del Paine se sumó a esta indeseable situación. Dos grandes masas de hielo se separaron del glaciar Grey, la zona más austral de Campos de Hielo Sur, creando dos inmensos icebergs con una dimensión de 380 metros de largo por 350 de ancho.

Lamentablemente el estado de los estudios glaciológicos en el cono sur del mundo es exiguo en comparación a su trascendencia. No se sabe con certeza qué está ocurriendo, pero el efecto de las emisiones del CO2 descontroladas ayuda poco ante el derretimiento de estos milenarios habitantes patagónicos. La salida de las naciones más contaminantes -China y USA- del acuerdo de París (2016) ha puesto cuesta arriba la tarea de frenar el ascenso de las temperaturas generado por factores antrópicos.

¿Es Perito Moreno la última posibilidad de ver a estos dioses milenarios? Todo indica que sí. El cambio climático es una realidad y nadie parece querer o poder detenerlo.