Riesco, la isla en riesgo
Como si fuese un tablero de ajedrez, este pedazo de Patagonia representa la lucha de dos almas de un mismo país: la conservación versus el desarrollo. La Mina Invierno es la generadora de carbón más poderosa de Chile y la que suministra el combustible más contaminante del planeta en tiempos de plena consciencia de lo irreversible del calentamiento climático. Alerta Isla Riesco y Greenpeace, luchan como pueden contra dos conglomerados gigantes. ¿Qué sucede en la isla en el año de la COP25?
En la misma semana que la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, vuelve a señalar que Chile es un país líder en las temáticas en la batalla contra el Cambio Climático en un aislado sector de la Patagonia chilena están listas 850 mil toneladas de carbón que serán embarcadas, entre otros, a los puertos de las centrales termoeléctricas ubicadas en Huasco o Quintero, emblemáticas zonas de sacrificio.
A pocos meses del inicio de la COP25, cumbre mundial que se efectuará en Chile y que busca detener el alza de las temperaturas en el planeta, el carbón, el combustible más contaminante del mundo, sigue siendo negocio en Chile.
En plena Patagonia, la isla Riesco se ha convertido en la mina a rajo abierto más grande del mundo de este mineral. Cerca de 500 hectáreas, que antes fueron centenarios bosques, hoy son un boquerón enorme de varios pisos, en que máquinas y camiones trabajan día y noche en búsqueda de más «oro negro» para que sea combustionado, con la finalidad de producir energía eléctrica.
Distante a poco menos de 100 kilómetros al norte de Punta Arenas, la isla Riesco es escasamente conocida hasta por los propios magallánicos. Desde el año 2011, cuando fueron autorizadas las faenas de extracción representadas por la Mina Invierno, la isla se transformó en una metáfora geográfica de las dos almas irreconciliables que viven en nuestro país.
La zona occidental de Riesco, representa el desarrollo a toda costa. Ya lleva casi una década la explotación del negocio carbonífero, en que las influencias del poder que ostentan sus dos grupos mayoritarios, los Angelini (Copec) y los Von Appen (Ultramar), están por sobre casi cualquier cosa.
La cara oriental, curiosamente, se transforma en
parte esencial del enorme Parque Nacional Kawésqar. Con una superficie
total de 2.5 millones de hectáreas, a principios de este año fue erigido
como un santuario único en su tipo. Prácticamente intocado, es un
hábitat para 24 especies de mamíferos, 136 especies de aves, cuatro
tipos de delfines y lugar de crianza de las ballenas jorobadas. Un lugar
en que las mismas autoridades que promueven la minería de carbón, se
auto felicitan cuando Chile es elegido -en una votación de internet-
como campeón del turismo de aventura.
Riesco adentro.
Los contrasentidos abundan. Para Ana Stipicic, líder del movimiento Alerta Isla Riesco, criada en una casa ubicada a cuatro kilómetros donde hoy es el trabajo de extracción, las cosas cambiaron de escuchar el sonido del viento y el mar, a máquinas y vibraciones permanentes.
Para llegar a la isla hay que viajar dos horas en un vehículo todo terreno y, luego, hacer un cruce de barcaza de menos de 15 minutos, hasta alcanzar a un territorio que tiene largas extensiones de pampas y bosque lluvioso de Magallanes en los que se han encontrado huemules de los que nada se sabía hasta hace poco.
«La organización Kauyeken efectuó un estudio del huemul en isla. Al principio la mina negaba que existiera este animal. Ahora sabemos que sí hay, pero desconocemos su número o a qué distancia viven de la minera», señala Ana.
Muy poco se sabe de este lugar y son menos las personas aún que han podido ver por dentro cómo funciona la Mina Invierno. El año 2013 me tocó viajar a sus entrañas para participar de un libro que un conocido fotógrafo iba a efectuar con respecto de la isla, todo auspiciado por el dinero de la minera. Lo observado en el interior de las áreas de faena -cuyas fotos acompañan esta crónica-, imposibilitó el que quisiera trabajar en dicha publicación: un boquerón negro, con el carbón aflorando en la superficie, se contraponía a toda la imagen de la pureza prístina de la Patagonia.
En ese tiempo sus gerentes indicaban que habría completos planes de reubicación de la fauna nativa y que su trabajo de sustentabilidad era impecable. Seis años después, ni Ana Stipicic sabe qué sucedió con todo esto: «Cuando aprobaron la mina el 2011, uno de los compromisos que tomó era trasladar a los pájaros carpintero con sus nidos, porque iban a derrumbar sus árboles. Eran 400 hectáreas de bosque nativo que se iban a echar. No sabemos cómo les fue con el traslado de los carpinteros ni de los coipos. A éstos los sacaron de la laguna que secaron, y ellos volvían una y otra vez, a pesar de que los trasladaban lejos».
Los problemas de contaminación se
comenzaron a acentuar. Aguas con coliformes fecales, playas con trozos
de carbón en sus arenas como si fuera una galleta de dos kilómetros de
largo con chips de chocolate y la contaminación atmosférica por el
trabajado del chancado de carbón, son parte de una larga lista de
denuncias que detenta la Mina Invierno. ¿Lo último? El uso de
tronaduras, explosiones calculadas para avanzar más rápido en la
extracción de capas estériles, donde se encuentra el negro mineral.
Las tronaduras
Guillermo Hernández, gerente regional de Mina Invierno, declaraba a principios de año, para TVN, que debieron usar las tronaduras debido a que la dureza de las capas era más alta que lo calculado inicialmente. Debido a ello ingresaron modificaciones al sistema de impacto ambiental «que nunca fue objetada», según sus palabras. A través de esta hábil jugada, pretendían poder efectuar cuatro tronaduras por semana para extraer, al 2020, cuatro millones de toneladas de carbón.
Las organizaciones sociales recurrieron al Tribunal Ambiental de Valdivia, que resolvió en contra de la minera prohibiendo la realización de las tronaduras a menos de 100 metros de altura. «Esa mina no debería estar funcionando si las reglas del mercado se aplican como se hace con fondas, restaurantes y a los kioscos que humildemente venden revistas. Esa gente recibe más fiscalizaciones y emprende más, que la gente lucra con la minería de carbón», señala enfático Matías Asun, director nacional de Greenpeace.
El líder de una de las ONG más emblemáticas en la lucha por el medio ambiente, declara que «las tronaduras no estaban aprobadas y la minera siempre mintió al Servicio de Evaluación Ambiental, ocultó información para beneficiarse. Pero lo que hemos visto es que sin tronaduras la minería no es rentable. Tenemos un Presidente que se parece mucho al cura Gatica: predica y no practica. Dice a nivel internacional que está preocupado por el cambio climático, que los niños le importan más, de que Chile podría ser un líder a nivel mundial. Y sin embargo tiene el patio más sucio en el país a su cargo: Quintero-Puchuncaví».
Cerca del 25% del carbón de isla Riesco acaba en las termoeléctricas que transforman el mineral en el hollín que respiran los habitantes de una de las zonas de sacrificio más noticiosas de los últimos años. El efecto mariposa da más coletazos.
La paralización de las tronaduras afectó inmediatamente a 250
trabajadores que fueron despedidos de la Minera Invierno. «Ellos están
haciendo una campaña publicitaria para parecer víctimas, incluso usando a
sus propios trabajadores como escudos humanos, dejándolos al
sacrificio. Es la peor táctica de guerra comercial que yo recuerde. De
esta forma, al ir gradualmente cerrando la mina, están estrujando las
ganancias que pueden darle un proyecto que, en términos prácticos, está
muerto», enfatiza Asun.
¿La batalla final?
Hace menos de un mes el gobierno tomó partido. El subsecretario de Hacienda, Francisco Moreno, contó a los medios que apoyará las instancias técnicas para que por vía de la Corte Suprema se deje sin efecto las paralizaciones de las tronaduras: «Creemos que no hay un daño ambiental», dijo. Por su parte su el subsecretario del ministerio de Minería, Pablo Terrazas, el mismo día ponía en manifiesto un tesoro que hay en el subsuelo y que, según la autoridad, sin las tronaduras se imposibilitaría de estudiar: yacimientos paleobotánicos.
El subsuelo de la isla Riesco es una especie de museo genético, con fósiles grabados en las rocas, en muy buen estado y que podrían generar estudios científicos de alta trascendencia. Este hecho ha servido para que, a través de sus redes sociales, la Mina Invierno promueva seguir la explotación vía tronaduras.
Hasta ahora todo está paralizado. No obstante, para Ana Stipicic, el lobby que está efectuado la minera es sumamente fuerte: «Guillermo Hernández, Sebastián Gil y Marcos Büchi, gerentes de la minera, han salido a hablar muy fuertemente en El Mercurio o CNN, diciendo que necesitan que se aprueben las tronaduras sin condiciones, que no habrá impactos no previstos y que, incluso, es mejor para sacar los fósiles capturados en el tiempo».
Aunque las condiciones iniciales para el trabajo en la mina fueron autorizadas para la extracción mecánica, los explosivos han entrado en el nuevo juego que pone de manifiesto la lucha entre el poder y el bien común.
«Tenemos un Estado que prefiere generar movimiento económico sin contemplar lo que eso puede producir y cuáles sus costos secundarios. No hay desarrollo en los lugares usados por las mineras», cuenta Ana mientras cada día el twitter de la mina – @minainvierno- coloca videos de científicos y técnicos que apoyan su trabajo o funestas noticias de despidos y de barcazas que dejaran de funcionar.
«El tribunal ambiental había anunciado que iba a sacar el fallo en julio. Todos los días lo esperamos, pero la verdad es que el resultado puede ser cualquier cosa: que se mantenga el límite de las tronaduras, en que seguramente la minera recurrirá a la corte Suprema. Y en caso contrario, seremos nosotros los que iremos a esa instancia. Esta será una batalla larga», relata la dirigente de Alerta Isla Riesco.
Una batalla en la que se ven, crudamente, las dos caras de un mismo Chile.