En el secado trataremos de eliminar la mayor cantidad de humedad en el cogollo. Dependiendo del clima de donde estemos, un buen secado debería demorar entre dos o tres semanas. Una forma fácil de saber si tus flores están en un punto óptimo de secado es quebrando los tallos, estos deben romperse fácilmente y crujir un poco. Al tocar el cogollo, éste también debe estar crocante por fuera. Durante el secado, el THCA (ácido tetrahidrocanabinólico) pasa por un proceso de descarboxilación (carboxilos se liberan en forma de C02) y se transforma en THC. Si los cogollos se secan demasiado, el THC se oxidará convirtiéndose en CBN y perdiendo ‘potencia’ (además, resultará en un cogollo muy seco).
No obstante, con dos semanas de secado se debería poder pasar al proceso de curado, que lo único que busca es que los cogollos pierdan humedad lentamente, permitiendo que en ese lapso de tiempo la clorofila se vaya y los terpenos pasen por un proceso de isomerización (los mismos átomos se configuran de forma distinta), dando como resultado sabores más maduros y definidos. En el curado nos aseguraremos de que los cogollos mantengan un mínimo de humedad, generalmente entre un 5% y 10%, así nos aseguramos de que nuestra cosecha se mantenga en óptimas condiciones para fumarla.
El tiempo ideal del curado es entre uno y dos meses. Después de eso ya puedes guardarlos en un frasco por mucho tiempo o comenzar a fumar y disfrutar de un producto de gran calidad. Es recomendable utilizar un contenedor hermético, que puede ser de vidrio, con tapa o corcho. Una vez envasados, solo debemos preocuparnos de destaparlo unos 15 a 20 minutos al día para que libere humedad y no cree moho.
Las cajas de cartón también son buenas, pero no para climas secos, ya que podríamos resecar la hierba y transformar la mayoría de nuestro THC en CBN y terminar fumando polvo. La madera es otro elemento muy recomendado para curar, porque transpira bien la humedad y mantiene una temperatura ideal.
Por Sr. Bigotes.