El agua es uno de los factores a los que menos tiempo dedicamos en nuestro cultivo, esto porque tenemos la idea de que el agua de la llave no es nociva para la salud de las plantas: ¿cómo podría serlo si para nosotros es vida? Sin embargo, para el reino vegetal el agua potable puede ser muy dañina, debido a un sinnúmero de sales minerales, niveladores químicos y una alta concentración de pH que terminan siendo peligrosas para la nutrición vegetal.
Pero vamos por partes. Lo esencial del riego con agua potable es ‘desintoxicarla’ lo mejor posible. Para ello existen tres métodos conocidos y practicados por muchos cultivadores alrededor del mundo: reposo del agua, calibración del pH y temperatura.
Reposo del agua
Es la técnica básica para el riego del cannabis en un autocultivo casero. La idea es llenar con agua un recipiente de al menos 1 litro y dejarlo sin tapar durante 24 o 48 hrs. Mientras más tiempo reposemos el agua, mejor aún. Una vez que pasa el tiempo de reposo, regamos con todo, menos con el residuo final, debido a que durante el reposo del agua las sales minerales y metales más pesados caen y llegan al fondo del recipiente.
Calibración del pH
El pH (potencial hidrógeno) es un parámetro que caracteriza a ciertos elementos que son sometidos a temperatura o humedad distintas al lugar donde permanecen. A veces estos cambios de temperatura/humedad provocan reacciones químicas inesperadas. La red domiciliaria promedio tiene un pH medible entre 6,5 y 9,5, siendo muy común un agua potable con pH de 8 o 9. El cannabis requiere un agua con un pH no mayor a 7, sobre todo si está en periodo de crecimiento, donde lo aconsejable es un pH de 6,5. Para disminuir el pH se usan distintos elementos reguladores; son líquidos especialmente calibrados donde el pH 7 indica que es neutro; si es sobre 7 el pH es más alcalino; si baja de 7 entonces el pH se vuelve más ácido. Estos calibradores funcionan bien siempre y cuando conozcamos el valor real de nuestro pH; para ello se utilizan instrumentos como el medidor de pH para indicar el pH en tiempo real. Una vez calibrado a nuestro gusto, podemos regar sin problemas. Esta técnica funciona mejor si combinamos el reposo del agua.
Temperatura
La temperatura en el agua es muy importante, ya que las raíces son muy frágiles a cambios bruscos de temperatura y humedad. Por ejemplo, si tenemos una temperatura de suelo de 20° C y regamos con un agua de 10°, las raíces sufrirán un shock por estrés de temperatura hídrica, y muchos procesos se pueden retrasar dependiendo de la etapa en que esté. En el peor de los casos se pueden producir floraciones no inducidas (en exterior sobre todo) o un retraso notable en el crecimiento. Antes de regar asegúrate de que el agua no esté demasiado fría; si es necesario puedes dejarla al sol unos minutos o reposarla en un lugar no demasiado helado. La temperatura del agua debiera estar entre 20° y 23° para proporcionar un rendimiento óptimo.