¡Basta! Más de 100 mujeres contra la violencia de género, es un libro perteneciente a una trilogía, que aunque no contiene ni un solo cuento de su editora, Pía Barros, ella lo considera el mayor logro de toda su carrera. La trilogía busca el ideal de que un universo cercano no sexista es posible, donde todos y cada uno de los miembros de la sociedad son imprescindibles y nadie sobra. Adelantándose al estallido actual del feminismo, su primera edición fue en el 2011 y ya se edita en más de 10 países. En Bolivia, el libro incluso se reparte como material didáctico en las escuelas públicas.
Por Iciar Sábada de Salcedo
“Yo nací feminista”. Así comenzó la conversación en casa de Pía Barros. Desde su taller, que es una habitación llena de libros y sillas donde recibe a los alumnos, habla del feminismo con propiedad y recalcando que es una lucha y un trabajo que viene de hace muchas décadas.
La trilogía de libros que ha editado en contra de la violencia de género, no se refiere a una problemática de actualidad, sino a un movimiento político y social que trata de alzar la voz desde hace mucho tiempo porque las cosas que las mujeres de hoy podemos dar por garantizadas como votar, ir a la universidad o tener nuestra propia cuenta bancaria, han sido gracias a la lucha de muchas mujeres.
“El día que me senté a estudiar en la universidad se me llenaron los ojos de lágrimas. ¿Cuántas mujeres murieron para que yo me sentara aquí?”. Por este mismo motivo, para esta escritora existe un sentimiento de responsabilidad con respecto a las generaciones futuras. Trabajar para que las que vienen tengan lo que las de ahora no tienen y desnaturalizar conductas de violencia arraigadas en la población.
Lejos una postura de enseñanza, Pía cree que las mujeres de su generación tienen mucho que aprender de las jóvenes de ahora: “nosotras hablamos contra el poder pero no nos damos cuenta cuando lo tenemos. Asumir lo que significa ese poder es un trabajo cultural que las mujeres estamos haciendo mal y que las jóvenes están haciendo mucho mejor, pero porque seguimos viviendo dentro de un sistema patriarcal que es piramidal y en el que para avanzar hay que desplazar a terceros para obtener un lugar”.
En la escena feminista de hoy ese mundo piramidal está desapareciendo. Hay voceras sí, pero la jerarquía es horizontal. Cualquier persona tiene voz y puede convertirse en líder. Ese paso de la verticalidad a la horizontalidad es clave a la hora de entender una sociedad igualitaria para todos sus miembros: “todos buscamos a las líderes de cada cosa, porque naturalmente buscamos voces que nos conduzcan y la gracia de este movimiento social es el estallido, y el estallido es el descontento. Ahora todas las que se paran y se levantan son líderes, todas las que se levantan y alzan la voz”.
Para entender un poco más a Pía Barros y toda una vida dedicada a defender los derechos de las mujeres, es importante conocer el entorno en el que creció. Desde su niñez, Pía nunca encajó en los cánones “normales” y era “buena para los combos”. Durante toda la conversación, su personalidad y forma de ser se manifiestan a través de sus argumentos. Vivió la dictadura y fue testigo de una sociedad en la que innumerables actos machistas y desprecios contra las mujeres estaban totalmente naturalizados. “Mi primer trabajo fue como secretaria suplente para un señor. El tipo tiraba los lápices para que yo me agachara. Así los viejos que estaban en la sala aprovechaban para mirarme el culo”. Pero estas actitudes venían de la mano de la obligación de la mujer a defenderse del otro por el simple hecho de ser mujer, a no provocar, a seguir una conducta “mariana” o serían recibidas como malas mujeres: “vivimos en una sociedad en la que tú como mujer debes cuidar tu cuerpo, eres responsable de él, pero si te hacen algo no debes decir nada. Es una culpa que te va corroyendo desde los cimientos en adelante” .Una realidad muy distinta a la del hombre, con más poder y libertad en todos los sentidos.
En ese contexto social, pensó que nunca vería cambios en Chile como la Ley de Filiación o la Ley de Divorcio. Para ella hoy, el estallido feminista, “es maravilloso, este es el siglo de la mujer, porque sino es ahora no es nunca y no es solo en Chile”.
Y Pía tiene razón. Hace escasos días éramos testigos de la histórica votación en el Congreso argentino a favor de permitir el aborto legal. Acá, la escritora aprovecha para mostrar con total naturalidad sus contradicciones: “soy ferviente defensora del aborto, pero nunca me lo practicaría. Tengo un problema grave para ser feminista, que es que soy cristiana. Me interesa la vida, pero la vida de las mujeres me interesa más. Y eso de que tu cuerpo sea tu cuerpo frente a un estado, es fundamental.”
Para ella, el estallido feminista está directamente relacionado con la escasez de empleo que asola el mundo entero desde finales del Siglo XX. Las mujeres se cansaron de ser dueñas de casa y demandaron empleos que desplazaban al hombre como único proveedor. “Tenemos una sociedad basada en el concepto de familia y de que tú necesitas empleo porque tu dignidad y tu construcción personal pasa por tener empleo y ser autosuficiente. Una sociedad que te satura con todo aquello que te ofrece para comprar, pero no tienes dinero para pagar”.
Pese a la radicalidad que existe dentro del feminismo, con posturas como la de que el hombre nunca podrá participar en esta lucha por la igualdad porque se ha criado en un sistema patriarcal que lo ha contaminado para siempre, para Pía el hombre tiene que ser partícipe. Aunque no siempre pensó de la misma manera: “yo pasé por mi época talibana en la que querían andar cortando diucas. Me metí a defender el feminismo porque creí en él como la construcción de un universo no sexista donde todas las personas seamos imprescindibles y eso para mí siempre ha sido y será el feminismo. Pero yo no quiero un mundo para las mujeres, yo quiero un mundo donde nadie sobre. Quiero un mundo donde las personas estemos todas celebrando nuestra diversidad”.
El movimiento político y social feminista sostiene que para llegar a este ideal, es imprescindible empezar por la educación. Algo bastante lógico, ya que si se empieza por inculcar una educación no sexista, no discriminatoria y de libertad del individuo en las nuevas generaciones, el resultado muy bien puede ser una sociedad más igualitaria. Una sociedad en la que los libros contra la violencia de género no sean necesarios, porque esa violencia es inexistente. Para ello, según Pía, la comunicación es fundamental: “la gente quiere entender. Para mí las palabras siempre han sido puentes. La construcción de puentes entre yo mujer y tú, sistema patriarcal. Tenemos que cruzar nuestros puentes y llegar a un punto medio. La educación no sexista apunta a construir puentes.”
Dentro de esta educación no sexista, se empiezan a poner en duda ciertas conductas como el piropo, tema bastante polémico últimamente. Está más arraigado en la sociedad desde hombres hacia mujeres, pero también existe en el otro sentido.
El comunicador chileno Cristian Warnken cita en uno de sus artículos que “la demonización del piropo es otro absurdo”. Defiende que es mejor que no existan tantos protocolos que limiten la creatividad. Pero los piropos callejeros por ejemplo, son comentarios que el sujeto que los recibe no ha preguntado y que normalmente, recibe con desagrado. Para Pía, como para miles de personas, “un piropo no es bonito porque yo no lo pedí y nadie tiene derecho a hablar de ti por lo que eres por fuera. El piropo es en el sentido que tú lo permites. ¿Por qué me voy a referir a ti por una característica física cuando lo que tú eres no es tu envase?”
Pero al final, esta sociedad igualitaria no es más que una sociedad basada en la búsqueda de la felicidad. El sistema patriarcal no ha hecho más feliz a ningún estamento social. Los varones también han sufrido las presiones y castraciones de este sistema, la lucha de tener que “ser el más fuerte”, conseguir ciertas cosas y no hacer otras por considerarse de “poco hombre”.
En este proceso de cambio, es imprescindible la capacidad de empatizar, de ponerse en el lugar del otro. Para Pía “Todo el mundo busca la felicidad. Toda sociedad tiene que tener el derecho a la búsqueda de la felicidad” y es en un entorno igualitario y libre donde la felicidad del individuo podrá desarrollarse en su máxima expresión.