Mauricio Purto: «Si fumara con Piñera se le pasarían los tics».
Cuando a inicios del 2005 le recetó marihuana a la Luchita Velasco para que alivianara los dolores de la artritis que le habían deformado los dedos, nunca pensó todo el revuelo que se formaría. La anciana, de más de 70 años y de clase alta, estaba deprimida. Su hija había leído acerca de los beneficios de la marihuana medicinal en Estados Unidos y le pidió a Mauricio Purto, médico cirujano y montañista, su opinión al respecto.
El doctor Purto, hasta ese entonces, tenía una íntima y larga historia con la planta ilegal más famosa del planeta. Con ella había aprendido notables lecciones en medio de la naturaleza y los relieves andinos. Aparte, conocía perfectamente de sus bondades medicinales: «Pero sabe, no es llegar y fumar», cuenta que le dijo a la veterana. «La va a consumir al irse a acostar. ¿Sabe cómo? Se va a tomar una agüita de marihuana. Pone unos cogollitos en agua caliente, los va a dejar reposar un buen rato y después se va a tomar la agüita. Y si siente que no pasó nada, se va a comer un cogollito. Así empecé con ella».
En febrero del 2005, a la Luchita -también esposa del exsenador DC Juan Hamilton- la atrapaban con un kilo de marihuana procesada y con 44 matas en su patio. La noticia fue un suceso, la prensa la bautizó como «abuelita cogollo». Se fue presa junto con su nana y Purto quien, alertado de los sucesos a las 3 AM, salió a decirle a la jueza que él era el médico que le había recetado el tratamiento de cannabis, y que en Estados Unidos su uso medicinal ya estaba liberado. Llevaba bajo el brazo el libro de la FDA (Food and Drug Administration) que autorizaba a la marihuana bajo receta, en algunos estados, desde 1996.
A las afueras del despacho de la magistrada estaban los periodistas. Purto, el volado, tuvo que enfrentar las cámaras.
Un pavo real está sin plumas
Con una carrera notable como andinista, Mauricio Purto (57) sintió alguna vez que podía subir cualquier cumbre en el mundo. Inscrito en la historia del montañismo nacional al llegar, el 15 de mayo de 1992, a coronar la principal cima del planeta. El Everest vería ese día también la pelea más alta del mundo, al enfrentarse en una discusión con Cristián García Huidobro, el primer chileno en llegar a coronar los 8.848 metros sobre el nivel del mar: «Fue contraproducente porque lo iba a abrazar y te empapelan a chuchadas. Cuando siguió hablado huevadas, me saqué el pasamontañas y le dije: «Cállate porque estás en un santuario», recuerda.
No quedaron más rencores. Pero el mito de conflictivo que tuvo su nombre se cimentaba por sobre el éxito de las expediciones. Confiesa que no se sintió nunca muy querido porque era diferente. Pelo largo, montañista, estudiante de Medicina de la UC, motoquero y fumador de pitos. A los 19 años, junto con ítalo Valle -su cordada histórica- descubrió la magia del THC: «Me juntaba con él a tocar violín, leer a Baudelaire, fumar cuetes y organizar viajes a la montaña. En esa época descubrí que la montaña y la marihuana era una mezcla fundamental. Me conducía a la iluminación. Era mi soma, mi espacio de inspiración, éxtasis. Se me revelaban verdades. Al mismo tiempo, descubrí que en la naturaleza estaba el paraíso». Y ese paraíso eran las montañas. Expulsado de la rama de montañismo de la Católica por «falta de espíritu de grupo», con un decreto firmado por el actual ministro de Justicia, Hernán Larraín, el noven Purto encontró cobijo en el Club Alpino Italiano. En el año 1987, a los 25 años, subió su primer ocho mil, el Cho Oyu, en conjunto con ítalo Valle. En 1992, el Everest, y un año después, se transformó en el primer iberoamericano en escalar las Siete Cimas, las cumbres más altas de cada continente.
Luego de eso se dedica a los documentales de montaña, y crea el exitoso programa «Cumbres del Mundo» y «Cumbres de Chile», ambos exhibidos en TVN. En él se ve un gigante bonachón, con harta labia, que contaba las historias y cosmovisión de cada sitio, antes de llegar a la cima. Sin embargo, en el año 2015 todo su mundo se desbarrancó. Un accidente doméstico -cayó de espaldas sobre un skate puesto de canto jugando con un hijo- le cambió la vida.
Se quebró la espalda. Inicialmente
su fractura fue desestimada y fue enviado a casa desde la urgencia. La
lesión recrudeció. Fue necesario operarlo en el Hospital de la UC. La
operación fue mal ejecutada. Fue necesaria una segunda en la que lo
atacó una infección intrahospitalaria. Después vino una tercera. Fueron
diez, cuenta desde su casa en los faldeos del cerro Manquehue. ¿Qué
aprendió en estos cuatro años el hombre que era capaz de poner el pie en
las cúspides de la Tierra?: «El pavo real está sin plumas. Yo era como
el misántropo de Nietzsche, detestaba a la gente que no andaba en una
búsqueda espiritual y sí material. Eso ha disminuido, no obstante odio a
la gente que le hace daño a la Tierra, me provoca. Pero en este periodo
de sufrimiento el misántropo desapareció y estoy más conectado desde el
corazón. Creo que estar vivo es un milagro y un misterio, además».
Un ravotril no es tu amigo
El dormitorio de Purto se ha transformado en su centro de operaciones. Tras varios periodos postrado, ahora se mueve con mayor facilidad, pero los dolores de la columna se han mantenido. Ha vuelto a intentar subir cerros: el Manquehuito (1.319 msnm) es su récord hasta ahora. Con una melena aleonada, recostado en su cama y con una impresionante vista de la capital, quema un porro de Lemon Haze. Dice que se lo dio la Anita María Gazmuri, la actriz y directora ejecutiva de la Fundación Daya.
Su
proceso de recuperación, lo llevó a retomar la cruzada del uso
medicinal del cannabis que había empezado, sin querer queriendo, con el
caso de la Luchita 14 años atrás. Pero la lucha empezó harto mal:
«Durante la hospitalización yo quería salir de la morfina y usar aceite
de cannabis, me pillaron con una jeringa con aceite y me metieron preso
en la UTI, una cuestión que no se puede hacer, que va contra la ley. ¡Me
secuestraron en la UTI de la Católica! Después, cuando me dieron de
alta, dejé la morfina gracias al aceite». En enero de este año demandó
al hospital por mala praxis exigiendo una reparación que bordea los
$6.400 millones de pesos.
-¿Tomas algún medicamento?
«Esas
cosas no las tomo. No tomo nada más que pitos. La planta entera es
buena, es medicinal, a mucha gente le cambia la vida usarla. Sirve no
tan solo para enfermedades, tiene un uso psicoterapéutico, su euforia,
su inspiración, su conexión. Pocas sustancias te sedan y te potencian al
mismo tiempo. Un Ravotril no es tu amigo».
-Pero hay médicos que se oponen a su uso.
«Necesitamos
marihuana medicinal. Necesitamos marihuana para los pacientes con
epilepsia refractaria, para los con náuseas en la quimioterapia del
cáncer, esa gente lo agradece. Gente con dolores crónicos, ataques de
asma todos los días. Entonces sale un médico oscurantista medieval, uno
que puede acceder a toda la misma información que yo tengo, que abre el
dios Google y llega a esa información y dice: No, la marihuana no es
medicinal».
El defensor de la weed
Dentro del top 3 de los libros más vendidos está la última creación de Purto. En su increíble capacidad de hacer cosas, ha escrito ocho libros y En defensa de la marihuana se ha transformado en un superventas que redactó en solo cinco meses, y que fue publicado a finales de abril por Editorial Aguilar.
«Cuando leo el libro siento que fui usado por
todo los volados, canalizando y escribiendo el libro. Te lo juro. Me da
una perplejidad y por otro lado me hace reír. ¿Cómo yo escribí esto? No
quiero ser autorreferente, pero creo que lo escribo en un estado de
mucha lucidez. A pesar de que soy volado, lo escribí con mucha lucidez»,
reflexiona y ríe.
-¿De qué trata tu libro?
«Es
un viaje personal a través de la marihuana y también un viaje
científico. Yo no estoy descubriendo la pólvora, este libro está añejo
en partes como Holanda o Canadá, no hay nada que discutir al respecto,
está todo zanjado. Terminé el libro y me dio un poco de susto. Mi
psiquiatra, Arístides Rojas, que tiene casi 96 años, me dijo: «No tengas
susto huevón, escribe todo. Relájate».
-Y ¿qué te parece el éxito que ha tenido? Te han invitado a hablar a las radios y TV.
«Creo
que hay más marihuaneros que montañistas, en primer lugar», y ríe. «En
segundo lugar, creo que es muy necesario que el marihuanero no se sienta
culpable porque fuma. Tiene una estigmatización tan grande la
marihuana. Los viejos que tienen más de 50 todavía piensan que nos vamos
a quedar sin cerebro. Mi generación todavía duda y qué decir los que
tienen 60 para arriba. Puse a Carl Sagan en el libro, el de la serie
Cosmos. Un racional, un cabezón, que fuma pitos y que con ello dice que
crece su imaginación. Desestigmatizas la cuestión. Lo está fumando un
sabio».
Fumar con Sebastián
-¿No te da miedo lo que la gente pueda decir de ti?
«Justamente
cuando defendí a la Luchita y escribí este libro me di cuenta de que
tenía al lado mío a mucha gente. Gente que no me había visto nunca, que
me conocía por primera vez y nos conectamos desde el corazón. Y eso es
tan maravilloso que no tiene ningún pago en este mundo, y esa es la
colaboración real de los hippies. Lo que pasa es que nos falta cohesión
para poder influir».
-¿Cómo es posible que un país que copia todo de EE. UU. no haya legalizado aún el uso de la marihuana?
«Estamos en un sistema corrupto, un sistema muy poco empático, que le da a la salud el enfoque de Isapre, que es una institución perversa. La Ley 20.000 es absolutamente anticientífica, por lo tanto, no existe. A lo mejor Chile cree que tiene mejor ciencia que Estados Unidos. Chile debe haber ganado muchos premios Nobel de Medicina y de Ciencias, entonces nosotros sabemos más que los gringos que permiten el uso de la marihuana medicinal y que en Canadá, donde es medicinal y recreacional. Nosotros seguimos pegados y me pregunto por qué si la ciencia dice que la marihuana es medicinal, el Senda sigue en el mismo discurso.
Somos
un país superincivilizado. La codicia llama a la codicia por miedo. No
tenemos cohesión social todavía como para poder abortar las avenidas de
ese poder. Esto nos va a llevar a la locura porque Chile tiene un índice
de enfermedades mentales superior a todo el resto de América del Sur.
Nos creemos los más evolucionados, pero mientras no tengamos salud y
educación de buena calidad y gratuita, no le creo nada a Chile».
-¿Te fumarías un pito con el presidente?
«He
llegado volado a entrevistarme con Pinochet, que me premió; he llegado
volado a entrevistarme con Lagos. Yo soy capaz de fumarme un pito con
cualquier persona. Yo creo que fumando se le quitarían los tics a
Piñera».
-Y ¿fumar recreacionalmente?
«Estoy
completamente a favor de la marihuana recreacional. Porque a mí al
menos me deja high, me conecta, me deja en éxtasis, simpático, me
conecta con los amigos, me expando. A las personas que la fuman, les
cambia la vida. Cuando escribo estoy volado, se me abre una ventana a
los recuerdos».
El Hommo Twittero
La voz del doctor Purto ha encontrado en Twitter un espacio en el mundo virtual. Siete mil quinientos seguidores tienen sus posteos que mezclan temas tabú, medioambientales y sociales. Confiesa que esta red social ha sido un desahogo y un lugar en que discute con argumentos racionales.
«Hay
unas incongruencias enormes. Tú ves al presidente Piñera hablando en el
día de la Tierra que Chile borrará su huella de carbono no haciendo más
termoeléctricas y, al mismo tiempo, hacen explosiones en la isla Riesco
para sacar carbón. Marcos Büchi, que es el gerente general de Riesco,
dijo en El Mercurio que van a quedar cinco mil personas sin empleo por
parar las tronaduras. Yo le digo a ese señor por Twitter: ¿Qué es
envenenar a 15 millones de personas?».
-Pero hay mucha gente que se molesta porque dicen que estás a favor de las drogas.
«El decir drogas es una falta de inteligencia porque no distingue, no discrimina. Es como decir animal: puede ser una hormiga o un elefante. La aspirina es una droga, los psicotrópicos son drogas con efectos psíquicos y dentro de esas drogas hay unas que son más problemáticas que otras. Tenemos a las poblaciones chilenas invadidas con pasta base de coca, que es el opuesto a la marihuana: es la angustia pura. Los cabros son capaces de robarse las cañerías de cobre de la casa, reducirlas y tener la luca para comprarse un mono de pasta base. Y entra en una espiral de crimen y castigo.
Yo conocí la experiencia de la
Comunidad Gente Joven y eran puros pastabaseros y alcohólicos. Me di
cuenta de que copiando un esquema polaco que había conocido en Cracovia,
en la Universidad Jaguelónica, podíamos cambiar algo. Aprendí el método
de restauración psicofísica que consiste en llevar a estos cabros a la
montaña y hacerle la terapia allá. Pudimos rehabilitar al 40% a un 50%
del total. Creo también que Chile debe invertir en educación, en bien
común… me gustaría hacer una red de restauración psicofísica en el
país, para toda esta gente que está clamando por amor».
-Y ¿cuál crees que es el camino?
«La empatía por el prójimo, por el sistema, ver desde la perspectiva que somos así por ignorancia y que, si llegas a abrirle los ojos a los hombres, tarde o temprano, tendremos un mundo mejor. Tenemos la tecnología suficiente para vivir en la Tierra sin impactarla tanto. Tenemos que crecer. Tener consciencia. Mejorar nuestro estatus social: más salud y educación. La marihuana puede ser una droga unitiva, de la paz. Una forma para que toda la sociedad entre en paz».