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LA IMPORTANCIA DE UN BUEN CURADO

Muchos consumidores o usuarios de cannabis ya decidieron dejar el mercado negro, y han comenzado la hermosa experiencia de cultivar sus propias plantas de cannabis. Cuando se entra en el mundo del cultivo de esta polifacética planta, no sólo se aprende a cultivar una vegetal, sino también comenzamos a desarrollarnos nosotros mismos como personas, ya que tendremos que echar mano a nuestra paciencia, capacidad de observación y responsabilidad a la hora de regar y alimentar a nuestras nenas.

Por José Lepileo.

Todo comienza con la elección de la variedad que cumplirá con nuestros deseos. Hay quienes buscan un efecto relajante para disfrutar después de jornadas largas agotadoras, y otros que más bien buscan un efecto eufórico. Luego se elige el espacio para cultivarla, ya sea en exterior o interior; escoger un buen sustrato y los abonos que harán que la planta pueda demostrar todo su potencial, junto a la maceta que más le convenga. La vemos germinar, la vemos crecer, le damos cariño y cumplimos con sus necesidades. Llegado el momento comenzamos a ver sus pre flores, luego apreciamos cómo las tan preciadas flores o cogollos van posándose en los entrenudos. Al pasar el tiempo, y si hemos hecho las cosas como para que la planta tenga las condiciones mínimas, estas flores llegan a cubrir por completo la rama, tomando un aspecto contundente, conocido por algunos como ‘varas’, ‘punteros’ o ‘colas de zorro’. Entonces comenzará el engorde y posteriormente la maduración de sus frutos. Independiente de si la variedad tiene tendencia índica, sativa o automática, y si ha partido de semilla, el tiempo a esperar jamás será menor a tres meses, lo que significa que es bastante el tiempo que habremos de dedicar para poder conseguir la recompensa.

Sorprende ver a cultivadores que han hecho un excelente trabajo, que han dado dedicación y esfuerzo, pero que lamentablemente han corrido un riesgo no menor  y una vez cosechado el cultivo quieran probar inmediatamente el resultado. Para poder secar algunas flores he visto y oído técnicas de lo más extrañas, que van desde poner la flor en papel y luego cerca de una luz, hasta secarlo en el microondas o en el horno. Hay que tener claro que las sumidades floridas verdes o húmedas son casi imposible de fumar, además de que gran parte del THC ‘muere’ al ser apurada con mucho calor.

Debemos saber que los cogollos tienen que ser secados de forma lenta y cumpliendo parámetros de temperatura y humedad, ahí es cuando se darán las condiciones mínimas para poder alcanzar un buen sabor y sensación a la hora de fumar.

Luego de realizar el secado de los cogollos, estos habrán perdido alrededor del 75% u 80% del peso que tuvieron al momento de la cosecha, si la temperatura estuvo a 20° C durante los 3 o 4 primeros días, con una humedad relativa al 50%. Y luego de estos 3 o 4 días idealmente se podría bajar temperatura  2 o 3 grados, con la intención de que el secado sea lo más paulatino posible y que la humedad se podría aumentar en un 10% llegando al 60%, asegurando una constante circulación del aire. Además de todo lo anterior es muy importante que el proceso de secado se realice en un lugar oscuro, donde no penetre la luz. Con todas estas condiciones cumplidas podremos decir que si el tallo se quiebra fácilmente, las flores están listas para ser guardadas en frascos con cierre hermético. En caso de que el tallo no se quiebre y sólo se doble, deberemos esperar un poco más de tiempo.

Es importante saber que durante el proceso de secado, aparte de la humedad, también se evaporan pigmentos del tejido vegetal y la clorofila. Cuando el cannabis aun contiene bastante clorofila tiende a tener un sabor amargo y un olor a ‘verde’. Este proceso no debería durar más de 2 semanas, de ser así, se debe verificar cuidadosamente las condiciones tanto de temperatura, humedad y ventilación.

Enfrascado

Una vez que nuestros cogollos estén secos y los tallos se quiebren con facilidad, procederemos  a guardarlos en frascos con cierre hermético. Por ningún motivo utilizaremos bolsas plásticas para realizar el curado, los frascos de vidrio que venden en los supermercados para guardar mermeladas andan bastante bien para nuestro propósito. Los envases metálicos no son aconsejables, ya que podrían transmitir su sabor a las flores.

En las tiendas especializadas podrás encontrar envases de curado. Estos, al tener una bomba de aire, extraen todo el aire que les pudiera haber quedado en el interior al momento de cerrarlo. También existen cajas de madera para realizar el este proceso. Estas, al tener una sonda conectada a una pequeña bomba de aire, regulan la temperatura e incluso la humedad (por la tecnología con la que cuentan su valor comercial es mayor).

Tendremos especial cuidado y abriremos durante las primeras dos semanas, el o los frascos alrededor de 5 minutos, pero no más de 10, con el fin de que se libere la humedad que pueda quedar aún. Este proceso se debe repetir por las próximas dos semanas. No hemos de sorprendernos si cuando guardemos nuestros cogollos ya secos en los frascos, al abrirlos al siguiente día vemos que las flores están nuevamente algo húmedas o blandas, esto ocurre porque la humedad del tallo se ha repartido otra vez por toda la materia vegetal. En caso de ser demasiada la humedad es porque se enfrascó apresuradamente la hierba, de ser así se tendrá que sacar del frasco y extender nuevamente. Pasadas dos semanas todavía estarán presentes restos de clorofila, lo que se notaría en el sabor. Es importante mencionar que al momento de guardar la hierba en los frascos no se deben ‘taponear’, o sea, el frasco debe quedar con espacio de al menos 1/3 de éste y así poder ‘respirar’, evitando riesgos de aparición de moho.

Hay personas que dicen que el poner la cáscara de una naranja, limón, etc., dentro del frasco de curado ayudará a que nuestra hierba tenga mejor olor y sabor. Esto es negado por muchos amantes del cannabis, porque aseguran que uno busca potenciar el sabor y olor natural de cada variedad. Poniéndose en el caso extremo, imaginemos que tres de nuestros amigos también han decidido cultivar, y al cosechar y luego curar con la ‘técnica’ de las cáscaras de frutas nos veríamos en un par de semanas para disfrutar, reír y compartir nuestras flores, pero estaríamos toda la jornada saboreando y oliendo los mismos sabores y aromas.

Hay cultivadores que para asegurarse de que no le llegue luz a los frascos, incluso hacen un hoyo y luego los entierran, para posteriormente taparlos. Dicen que esto es factible solamente  una vez que se está muy seguro de la ausencia de moho en los cogollos. Otros detractores aseguran que enterrar la hierba solo asegurará que se llene de moho.

Aparición de moho en el frasco de curado

Si por alguna razón la hierba hubiese quedado con humedad al momento de ser guardada en los frascos, y estos no fueron abiertos a diario al menos durante 5 minutos, estaremos corriendo el riesgo de que aparezca moho, lo que es muy poco aconsejable consumir, incluso si sacáramos los cogollos del frasco y la secáramos de otra forma, el moho seguiría estando presente, por lo tanto lo más aconsejable sería botarla.

Lo anterior no significa que debemos botar todas las flores, sino solamente  aquellas que hayan sido víctimas del ataque. Existen artículos en donde dicen que la hierba con moho, al ser utilizada para hacer extracciones con alcohol isopropílico o gas butano, matan los posibles hongos que puedan haber tenido. Como no deseamos hablar de verdades absolutas, dejamos esta decisión en manos de quien pueda haber sufrido este ataque a sus flores, pero como nadie quiere que esto ocurra, deberemos ser cautelosos en todas las medidas que aconsejamos.

En resumidas cuentas, haciendo es como se aprende. De lo que sí estamos seguros es que si te decides a tomar todas las medidas para conseguir un buen producto final, aparte de los agradecidos que quedarán tus pulmones y tu garganta, ya que no se irritará, la recompensa tendrá un fabuloso olor y sabor, haciendo que la hierba tenga una fumada limpia y una combustión uniforme, además de una increíble fragancia.