La ayahuasca es chamanismo amazónico y también es globalización»
Se acaba de publicar a través de una exitosa iniciativa de micromecenazgo el libro «Ayahuasca entre dos mundos», un buen resumen del trabajo de campo con ayahuasqueros de Colombia, Brasil y Perú que lleva a cabo Carlos Suárez Álvarez desde hace más de una década. Hablamos con este antropólogo y escritor sobre el uso indígena de la ayahuasca y las tensiones que supone la expansión de una planta que hoy tiene más fama que Messi, Stephen Hawking y Batman juntos.
En una entrevista con Joaquín Soler Serrano, el escritor Ramón J. Sender dijo, invocando las palabras de Baltasar Gracián, que «el español trasplantado mejora». Este puede ser el caso de Carlos Suárez Álvarez quien salió de su Madrid natal siendo periodista para irse a la selva amazónica colombiana a forjarse como escritor. Quizás fue uno de esos viajes iniciáticos en busca de sí mismo, en procura de su voz narrativa interior. En definitiva, toda una rareza literaria para nuestros días, pues su vida en la Amazonia parece haberle intensificado, casi hasta el delirio, su deseo de escribir y narrar, de fotografiar la realidad que se le presenta ante sus ojos, de componer piezas insólitas de la vida amazónica para preservarlas del olvido y, ante todo, convertirse en un experto chagrero (labrador de huertas amazónicas), produciendo su propia comida y construyendo su propia casa. Junto a los indígenas murui-muina, con los que tejió una potente red de afectos familiares, aprendió a hacer lo que le venía en gana, de ahí se entiende que haya decidido ser él mismo el editor de su libro Ayahuasca entre dos mundos, apelando al recurso del crowdfunding o micromecenazgo, sin depender de nadie, sin mendigarle a editoriales comerciales, fiel a su espíritu escapista y ácrata, un caso ejemplar de literatura outsider que ya amerita nuestro respeto.
«Ayahuasca entre dos mundos» expone el encuentro cercano y respetuoso con el deslumbrante y a la vez revuelto mundo de más de veinte ayahuasqueros de Perú, Colombia y Brasil: los shipibos del Ucayali, los marubos del Yavarí, las diferentes tradiciones mestizas de Amazonas, y el extraordinario fenómeno del turismo de la ayahuasca en los alrededores de Iquitos. Es un libro que entrelaza el lenguaje fotográfico, visual, en diálogo con narraciones literarias de interés etnográfico, ilustrando el quehacer de los curanderos, la sociedad en la que viven y las transformaciones que se están viviendo en el chamanismo amazónico con la globalización.
Suárez Álvarez estudió una maestría en Estudios Amazónicos en la Universidad Nacional de Colombia sede Amazonia, en la ciudad de Leticia, pero a mi modo de ver, esto no es lo más importante. Desde mi humilde opinión, lo más fascinante en la vida de Suárez, aparte de su libro multimedia Ayahuasca, Iquitos y Monstruo Voraz, su novela Ayahuasca, amor y mezquindad, otra novela inédita que tiene entre manos y sus decenas de reportajes y crónicas amazónicas, son dos habilidades ocultas que él mismo ni siquiera sabía que tenía: la primera es una audacia envidiada por los mismos indígenas para escalar palmas de açaí y rescatar de sus alturas sus deliciosos frutos.
Quizás sea el único no-indígena
del que se tenga noticia que se encarama a la cima de las palmeras. La
otra habilidad oculta es la de portero en encharcadas canchas de fútbol
amazónico. Su agilidad como guardameta le ha valido varios fichajes en
respetados equipos de fútbol improvisados. Así pues, desde las márgenes
de la selva, desde la frontera y también desde el centro del mundo,
conversamos con el escritor Carlos Suárez Álvarez.
¿Por qué has decidido titular tu nuevo libro Ayahuasca entre dos mundos?
Porque
la ayahuasca, que hace no mucho estaba confinada a ciertas minorías
amazónicas, en las últimas décadas ha atraído la atención de los
occidentales, y en este libro he puesto mi mirada en esa transición que
va de las tradiciones médicas locales a las reformulaciones
occidentales. A ciudades como Iquitos llegan cada año miles de personas
buscando una experiencia con esta medicina. Y ese encuentro no se limita
a que alguien, el chamán, le sirva ayahuasca a otro, el occidental.
Cuando te detienes a analizar esas relaciones que se establecen
descubres el trasfondo social, político y económico. Por eso digo que
«Ayahuasca entre dos mundos» es una alegoría sobre la globalización
tanto como una explicación de chamanismo, porque vemos a Occidente
expandiéndose, tragando a las sociedades más sencillas en su economía de
mercado, en su moral, y en este caso la ayahuasca es el punto de
contacto.
¿No crees que de alguna forma tu propia vida transita entre dos mundos, o varios, quizás como sucede con la ayahuasca en tu libro?
Un poco, porque me he volcado en
el estudio de las sociedades amazónicas, que admiro profundamente, y
participo un poco de su cotidianidad, pues vivo en una comunidad
indígena. Pero la prueba más evidente de que sigo en el mundo occidental
es que estamos haciendo esta entrevista porque he sacado un libro por
crowdfunding. No reniego de Occidente, ni mucho menos, pero desde que
comprendí que había otra forma de vivir diametralmente opuesta, he sido
capaz de tomar cierta distancia: no somos el no va más, aunque nos lo
creamos.
Como muestras en tu libro cada día crece el turismo ayahuasquero, especialmente de personas de origen urbano, de ciudades de Europa y Estados Unidos. Algo así sucedió luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos jóvenes después de las barbaries de la guerra y su incertidumbre existencial salieron en estampida al encuentro con el LSD y otras sustancias, ¿crees que tiene que ver con una búsqueda para paliar la confusión, la desazón, la inseguridad de la vida que no hemos logrado resolver?
Sí, creo que
nuestra sociedad está basada en la insatisfacción de las personas,
porque lo con la insatisfacción se puede mantener funcionando la
maquinaria producción-consumo que mueve el mundo. Paradójicamente
nuestro sistema promete el bienestar espiritual a través de las
adquisiciones materiales, lo cual es absurdo. La ayahuasca se ha
demostrado una herramienta muy útil para luchar contra la epidemia de
insatisfacción que afecta a Occidente: depresión, ansiedad, adicciones.
Por eso la gente la busca. Y creo que su eficacia radica en que permite
entender a las personas lo que es fundamental y lo que no. Tu familia es
fundamental, tu teléfono móvil no.
Como es bien sabido en el capitalismo todo se torna una mercancía, el oficio del médico, el arte rebelde y underground, las fotos del Che Guevara, la educación, todo, también la ayahuasca. ¿Crees que la ayahuasca como mercancía puede ayudar a algunos indígenas a aliviar sus problemas económicos?
El conocimiento relacionado con la
ayahuasca es el único que ha permitido a los nativos acceder a la
economía de mercado en una posición ventajosa. Por primera vez hay
indígenas ricos a partir de un saber propio. Cuando cuento esto muchos
occidentales se llevan las manos a la cabeza, hablan de profanación, de
avaricia, les parece triste, el colmo de la indecencia. A mí me parece
admirable, porque los indígenas lo tienen muy difícil para conseguir
dinero y su bosque, en franco deterioro, ya no provee como antes, así es
que el dinero hace falta. No tengo ningún problema con el negocio de la
ayahuasca siempre y cuando no sea una estafa. Sin embargo, dudo que el
negocio de la ayahuasca pueda aliviar los problemas económicos de «los
indígenas», en general. Es una actividad con una repercusión
relativamente pequeña en el conjunto de la economía amazónica.
Y específicamente sobre todos los intermediarios comerciales no indígenas de la ayahuasca (agencias de turismo, guías turísticos, chamanes gringos), ¿están comercializando las técnicas indígenas en salud, convirtiendo la ayahuasca en simple objeto mercantil de consumo, o es una apertura para que la humanidad acceda a tratamientos alternativos como afirman algunos?
Depende de los casos. Conozco
chamanes gringos que son muy respetuosos con su trabajo y conscientes de
los problemas de la mercantilización. Conozco indígenas que se han
metido en esto por dinero y no tienen problema en sacarle la plata a los
gringos. Hay guías turísticos charlatanes y otros que saben muy bien de
lo que hablan. Es muy difícil generalizar. Pero es obvio que solo a
través de la comercialización la ayahuasca ha llegado a todos los
rincones del planeta, y mucha gente se ha sentido aliviada de sus males.
En mi opinión no se trata de cuestionar el negocio puntual de la
ayahuasca sino de cuestionar el Negocio, en mayúsculas, en que se ha
convertido el planeta, eso que se ha venido a llamar globalización.
Y con la globalización, ¿qué ha perdido y qué ha ganado el chamanismo ayahuasquero?
Si
adaptarse es ganar, entonces el chamanismo ayahuasquero se ha adaptado
de manera adecuada al contexto de la economía de mercado, o sea, a la
globalización, y de esta forma, al contrario que numerosas prácticas
locales en desuso, va a garantizar su continuidad. Lo que se está
perdiendo a pasos agigantados es el contexto sociocultural en el que
nació este chamanismo ayahuasquero: de igualdad social, autonomía
productiva, equilibrio con la naturaleza. Se lo está comiendo el
Monstruo Voraz.
Y la popularización de la ayahuasca más allá del Amazonas, ¿qué le puede aportar al mundo?
No creo que suponga una aportación notable a la dinámica general. La ayahuasca ocupa un espacio «alternativo» en nuestra sociedad, y esos espacios alternativos siempre han existido, siempre existirán y nunca dejarán de ser eso, alternativos, minoritarios, válvulas de escape más que motores de cambio.
ives en una comunidad indígena desde hace
diez años. Sin embargo, no has dejado de tener un contacto estrecho con
el mundo urbano. Con la visión privilegiada del que vive entre dos
mundos, ¿cómo ves Occidente? ¿Qué crees que puede encontrar una persona
que vive en Bogotá o en Madrid y decide iniciarse en el uso de la
ayahuasca? De manera generalizada veo a la gente de las ciudades
estresada e insatisfecha, y muy aislada e incomunicada, pese,
paradójicamente, a los medios de comunicación. Las familias son cada vez
más frágiles y disgregadas, una dinámica muy difícil de vencer porque
la gente no considera que esto suponga un problema, ya que es la norma.
Donde yo vivo hay problemas, no es paradisíaco, ni mucho menos, pero
desde luego no hay estrés ni insatisfacción, la gente es tranquila y
alegre, pese a todo. Las familias son extensas y conviven varias
generaciones. Ahora bien, no creo que el mero hecho de tomar ayahuasca
pueda alterar ese contexto en el que vivimos, pero si puede darte una
visión externa que te permita aguantar el temporal.
¿Quiénes crees que garantizarán el cuidado y preservación de la ayahuasca en el futuro?
Como
la ayahuasca se ha convertido en una planta con un valor monetario
creciente han aparecido numerosas plantaciones en distintas regiones de
la selva amazónica, con el fin de satisfacer la demanda en todo el
mundo. Así es que la preservación de la ayahuasca como especie estará
garantizada mientras tenga un valor económico que haga deseable su
siembra. Otra cosa es su preservación en estado silvestre: alrededor de
estos centros productores, como Iquitos, hay extensas regiones de selva
en las que se ha sacado todo lo que había. Cada vez es más difícil
encontrarla en estado silvestre. Otro golpe más a la biodiversidad de la
selva.
¿A qué personajes actuales del mundo público los invitarías a tomar ayahuasca y para qué?
Hace ya tiempo decidí que nunca invitaría a nadie a tomar ayahuasca, porque no creo que sea una experiencia para todo el mundo, y se debe llegar a ella siguiendo un llamado interior, por decirlo de alguna manera. Pero puesto que tu pregunta es meramente hipotética, mi respuesta también lo será. Le daría ayahuasca a los sujetos que en estos momentos, desde lujosos despachos, están promoviendo y ordenando la muerte y la destrucción en Siria. Tengo curiosidad por saber si la experiencia les haría arrepentirse de su conducta criminal o si, al contrario, les daría argumentos más poderosos para continuar la atrocidad.