DrogasEntrevistas y Reportajes

La apacible vida de Cuturrufo

Entrevista publicada en la edición 39 de julio de 2010 de Revista Cáñamo.
Por Eli Neira / Fotografías por Mónica Muñoz.

Aún no tiene 40 años y ya es un clásico en la escena del jazz nacional. Hombre inquieto, desde hace unos años ya tiene su propia productora y desde ahí gestiona no sólo sus discos sino también festivales de jazz, giras y mil inventos más. Por estos días justamente se encuentra produciendo su nuevo disco (Proyecto Latinoamericano de Jazz) el que pretende lanzar en septiembre en algún teatro del rubro aún no definido, y está cocinando los últimos detalles de la segunda parte del proyecto “Chile exporta música” una gira internacional por varios escenarios importantes del Jazz en el mundo.

“En la primera parte recorrimos todo el circuito del sudeste asiático. Esto se pudo hacer gracias a la colaboración de cinco embajadas, la Embajada de Nueva Zelanda, Embajada de Australia, Indonesia, Malasia, Singapur y Tailandia. Fue bien importante porque tocamos en lugares centrales del jazz y con figuras como Ed Motta. Tocamos en total para cerca de 80 mil personas en toda la gira” dice entusiasmado.

El centro de operaciones de este músico, la oficina de la productora, es un cuarto pequeño, de dos por dos que queda al fondo del patio de su casa. Ahí hay un computador, un teléfono, algunos galardones obtenidos a lo largo de su carrera, un cuadro de un conocido trompetista “Y dos calculadoras” se ríe. A esa oficina puede llegar a la hora que se le antoje y con zapatillas de levantarse si quiere. A la puerta asoman de vez en cuando sus hijos pequeños curiosos de lo que sucede ahí dentro. “No necesito más que esto” dice Cuturrufo. Y lo cierto es que parece un buen ambiente para la creación así como para la producción. Ahí ocurrió esta conversación de jazz y drogas.

Si bien las comparaciones son odiosas, ¿Qué te sucede al comparar esos tremendos que pudiste conocer en la primera parte de la gira a Asia con los escenarios con la escena local?

Lo que pasa es que el jazz en Chile siempre ha sido escuchado en ciertos medios y estratos sociales porque todavía el jazz está elitizado. Las personas a las que le gusta el jazz tienen por lo general una cultura musical auditiva que tiene que ver con que han tenido acceso toda su vida a escuchar discos de jazz. Por eso se da entre la gente que podía viajar o podía importar cosas. El público del jazz en Chile se forma a partir de gente de muy buen pasar. Por otro lado el gusto por el jazz está ligado a la buena educación también.

¿No cambia eso con Internet y la globalización?

Sí por supuesto, el cambio es directamente proporcional al impacto tecnológico y las posibilidades que abre. También ha influido mucho en ampliar esta escena el hecho de que existan festivales de jazz gratuitos para la gente. Yo debo sentirme orgulloso de haber producido uno de ellos, el del Parque Araucano que partió en la Plaza Perú y en verdad te digo que se ha podido ver en los últimos 10 años un aumento muy visible del público. Si en los primeros festivales iban, no sé, 600 personas, al año siguiente eran 3600 y así.

¿Y no has ido a poblaciones o provincia? ¿Cómo es la reacción del público digamos “no culto”?

Claro que hemos ido y hemos sido recibidos con mucho cariño, la gente a la que llega el jazz por primera vez es mucho más eufórica, reacciona con más alegría. Hemos tenido muy lindas experiencias en el Norte por ejemplo, de donde soy yo.

En cuanto músico y padre, ¿Cómo te parece que los planes de estudio integran tanto al jazz como a otros géneros musicales?

No, no existe. Los planes de estudio no integran para nada al jazz. De hecho la educación en general no contempla la posibilidad de que los niños vayan a ser músicos o artistas. En Chile no hay universidades especializadas en jazz aunque si bien yo creo que el jazz no se enseña.

¿Cómo es eso?

Lo que tú puedes enseñar son herramientas para tocar el jazz, pero el jazz es una condición innata que es muy difícil y requiere un carrete, una experiencia, una formación que es difícil de reproducir. Esta condición innata la tenemos todos los músicos de jazz y yo creo que además en su mayoría somos autodidactas. Yo por ejemplo tengo la suerte de venir de una familia de músicos donde siempre se escuchó mucho jazz. Yo escuché jazz toda mi vida y luego tengo formación musical en un montón de cosas, yo soy cumbiero, estudié música clásica en el conservatorio, luego estudié en Cuba donde recibí toda la influencia de la música afroamericana, su técnica sobre todo. Soy una mezcla de todas esas influencias, siendo en mí muy marcadas la cubana y algo de folclore venezolano, el joropo y el fandango.

¿Qué sucede en Latinoamérica con el jazz, en lugares como Cuba por ejemplo, tan marcada por la salsa o el merengue?

Como te decía el jazz se está globalizando y en la mayoría de los lugares logra hacer fusión con los ritmos locales y ya pasa a formar parte de lo que se llama World Music. No es raro encontrarse hoy en un festival de jazz con una orquesta de salsa o grupos como Inti Illinami por ejemplo.

Desde sus inicios los músicos de jazz, sobre todos los negros, han estado vinculados a drogas, alcohol y adicciones de todo tipo, ¿Cómo te llega a ti toda esa historia?

Mira, como tú dices la droga siempre ha estado vinculada a la música, al rock, al jazz, al arte en general porque detona procesos creativos, ayuda a irse en la volá como se dice. Pero ahí está, en la noche, en la bohemia, uno la toma o no. Te la ofrecen, llega al camarín, la traen los fans, la gente te ofrece, uno no la busca. En mi caso a mí no me afecta porque tengo una droga interna, a mí no me cuesta nada entrar en un estado creativo o alterado de conciencia, me basta con la trompeta para irme de “viaje”.

¿La trompeta es tu droga o tu nave?

Por supuesto. Yo me pongo a tocar y es como estar volando, las revoluciones en la cabeza a mil por minuto. Nunca me costó, es innato como te decía.

¿Qué opinas sobre la prohibición de ciertas sustancias versus la legalización por ejemplo de la marihuana?

Yo creo que una cosa muy complicada en el tema de las drogas es justamente que estén en el ámbito de lo ilegal porque eso genera el narcotráfico y todo lo que eso implica de violencia y criminalidad. Pero por otro lado creo que en Chile muy particularmente no estamos preparados para legalizar las drogas porque somos una sociedad muy inmadura. Todo provoca desborde. Creo que si legalizan la marihuana en este momento quedaría la cagada. Hace falta más educación en la gente para tomar una medida de ese tipo.