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Justo y Necesario

Tal como lo anunciamos en el artículo «Eclipse Total de Evidencia» (edición 148, julio Revista Cáñamo), en este tiempo hemos estado trabajando afanosamente en desentrañar el informe del Colegio Médico que pretende ponerle la lápida a la ley Cultivo Seguro que está en discusión en el Senado.

Este trabajo nos ha llevado a profundizar no solo en lo que dice el documento, sino muy especialmente en lo que «no dice» pero que está ahí confirmando nuestra hipótesis respecto de que si bien este es un árbol grande que se interpone en nuestro camino, es apenas uno más dentro del bosque en el que lo que está en juego es mucho más que un proyecto de ley.

En la próxima edición de septiembre, entregaremos un completo análisis con información relevante que dará luces sobre intenciones e intereses más opacos y profundos que los conocidos a la fecha y que no hacen más que confirmar los análisis que hemos estado socializando a través de distintas editoriales de Revista Cáñamo en el último tiempo: hemos avanzado mucho en normalización respecto del cannabis a nivel social, cultural, y hasta cierto punto también político, pero hasta ahora no hemos logrado que eso se traduzca en nuevas leyes, reglamentos ni políticas; es decir que la nueva regulación sobre cannabis, que incluye por cierto el uso medicinal pero que va más allá del mismo, es aún una promesa y mientras esta no se concrete, las personas usuarias de cannabis no solo seguirán viendo vulnerados derechos elementales, sino que enfrentamos un serio riesgo de que lo avanzado hasta ahora, se vaya deshaciendo y desarticulando porque cuando nosotros no avanzamos, es señal de que las posiciones más reaccionarias son lo que están ganando.

Y ellos la tienen más fácil que nosotros. Ellos no necesitan convencer a nadie de cambiar leyes o reglamentos, tampoco educar a la población. A ellos solo les basta defender el status quo y azuzar miedos atávicos de distinto tipo respecto de los potenciales «peligros» sobre el cannabis.

Pero no pequemos de autocomplacientes. El problema acá no son solo «ellos», es también el «nosotros». Hay un pedazo de ese «nosotros» que, aunque de momento está disperso, está dispuesto a ponerse las pilas de nuevo en algunos casos, por primera vez en otros.

Hay otro pedazo de ese «nosotros» ligado a una parte del antiguo activismo y de la industria cannábica local que, por diversas razones -algunas atendibles, otras lisa y llanamente espurias-, ha tomado palco en la discusión como si la pelea fuera de otros, sin tener en consideración las consecuencias de que el debate abierto decante para uno u otro lado.

Y ha emergido otra faceta del «nosotros». Un conjunto de actores con intereses diversos en el tema en cuestión y que están tratando de hacer un juego de piernas extraño: avalar las conclusiones del lapidario informe del Colmed al mismo tiempo que se declaran pro uso recreacional de cannabis entre adultos y que por ahí podemos avanzar sin problemas.

Creer esto en el actual escenario representa, en el mejor de los casos, una ingenuidad supina.

Si el informe Colmed logra su objetivo y echa abajo el proyecto de ley Cultivo Seguro, representará un duro golpe para no solo la causa y para todos quienes la defendemos, cualquiera sean los énfasis, sino para todo lo avanzado a la fecha.

Tal como lo anunciáramos en la editorial de junio «De normalización mucho, de regulación nada», defender lo logrado y avanzar al siguiente nivel, nos obliga a estar a la altura del desafío. Implica actualizar y resetear nuestra mirada, propuestas y estrategias, volver a dialogar con ciertos actores en particular y con la ciudadanía en general, en síntesis, desarrollar un trabajo político (sí: po-lí-ti-co), con un nivel de eficacia como no lo hemos hecho hasta ahora.

Estamos contra el tiempo. Deberemos caminar y masticar chicle a la vez. Mientras avanzamos en reagruparnos y rearmarnos, apoyar y defender la ley Cultivo Seguro es una urgencia ética y además estratégica. Es justo y necesario.