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Huemules: muertos vivientes

Tras cuatro años de rumores, desacuerdos y teorías, se ha confirmado por las autoridades de Conaf que parte de la población de este ciervo está debilitándose rápidamente debido a la Linfoadenitis Caesosa (LAC), padecimiento proveniente de una bacteria del ganado ovino y que ha infectado la zona del Parque Nacional Cerro Castillo en la región de Aysén.

Por Jorge López Orozco / Fotos: Rodrigo de los Reyes

 

Las fotos son claras. La archiconocida figura del huemul, que ha vivido siempre en el imaginario colectivo por ser parte del escudo nacional, luce anómalas protuberancias en su cuerpo o rostro. El Hippocamelus bisulcus, el ciervo más austral de planeta y que comparte territorio entre Argentina y Chile, está en peligro de extinción y el surgimiento de esta enfermedad ha puesto en jaque una supervivencia ya severamente dificultosa.

Es otoño del 2018 en Aysén, y en la región hay un consenso social transversal de que el mal que afecta a los huemules es un hecho, un problema y que es urgente solucionarlo. Ha pasado tiempo desde que surgieron las primeras y reveladoras fotografías de la deformada anatomía de este herbívoro, en el parque nacional Cerro Castillo, mismo punto en que la vida de Rodrigo de Los Reyes, abogado, cambió.

A las 5 de la tarde del 30 de agosto del año 2014, este cultor de la fotografía de fauna caminaba por el sector de las Horquetas con la cámara en mano. Era un día algo oscuro y medio lluvioso cuando se encontró con otro fotógrafo que le contó que había hecho su primera foto de un huemul. Rodrigo le pidió verla. Sus ojos detectaron un bulto anómalo en la fisiología del ciervo.

“Entonces subo a hacerle fotos y ahí veo que realmente tenía algo extraño. Bajé, fuimos a la unidad de CONAF, donde estaban unos guardaparques con los que tenía muy buenas relaciones y les dije lo que encontramos. Bajaron las fotos, las recibieron de muy buena forma. Pero nunca tuvimos ninguna respuesta de esto”, cuenta de Los Reyes.

El Portavoz de los Huemules

Desde ese día la conexión con estos mamíferos se intensificó. En menos de tres meses encontró a otros dos ejemplares con estas protuberancias en distintos lugares del parque. Rodrigo explica que los huemules se le fueron apareciendo en cada salida a terreno y que con ello aumentaron los registros de esas anatomías imperfectas.

“Sentía que había algo más, un convencimiento que hay una conexión con los huemules. Yo no los bautizo, no les pongo nombres, tengo otras causas con más pasión en la vida. Sé que hay una conexión y me es muy fácil verlos o ellos me buscan. Una vez le dije a un guardaparques -que se burló mucho- que los huemules me buscaron para que fuera su portavoz, su vocero. Sonaba loco, me incomodé un poco, pero mi trabajo ha demostrado que soy eso. Hay una conexión mágica y eso es lo que siento de alguna forma”, revela Rodrigo.

Su lucha inicial por investigar qué pasaba fue solitaria. Otras voces se fueron sumando lentamente. En Coyhaique, ciudad chica, hubo revuelo, críticas y desmentidos. No había puntos de acuerdo entre el mundo académico, gubernamental ni de las agrupaciones sociales. Se les bajó el perfil a las pruebas gráficas. Limbo que duró cuatro años de los que, al fin, salen luces y no son las mejores: el huemul está oficialmente enfermo.

“La linfoadenitis caseosa es una enfermedad cosmopolita. En Chile está presente, sobretodo en ovinos, desde hace décadas, probablemente desde el arribo del ganado. Es importante señalar que es una enfermedad de producción, es decir, causa una merma en la capacidad productiva del ganado (disminuye el peso, menos lana, menos leche, menor reproducción, etc.) pero no es un problema desde la perspectiva de la mortalidad. En huemules, conocemos de su existencia desde 2014 en que hubo observación de individuos con abscesos, pero solo se identificó el agente causal en 2015. Esto no significa que no haya estado presente antes”, relata Dennis Aldridge Vulkusic, veterinario del departamento de Área Silvestres Protegidas de CONAF en la región de Aysén.

La entidad reconoce que en el Parque Nacional Cerro Castillo al menos el 10% de los individuos residentes tienen LAC. En números reales serían tres huemules de los cerca de 30 que se han contabilizado. Los datos fotográficos de Rodrigo de Los Reyes son bien diferentes: “No sabemos cuántos huemules hay, no hay censo. Empecé a revisar mis archivos, a esquematizar, entendí que no era simplemente el hallazgo. Personalmente creo tener unos 35 ejemplares distintos que presentan su estado sanitario alterado, con protuberancias y fibromas”.

Lo poco que sabemos

¿Cómo afecta la LAC al huemul? La directora interina de Conaf en Aysén, Marcela Piñones, lo relata: “El animal se debilita, se debilita mucho. Cuando lo capturamos se le administran vitaminas, se le limpiaba el absceso, pero finalmente se debilitaba. No sabíamos el estado interno del animal, solamente se le hacía monitoreo. Y hubo otro caso de una huemula en que el hígado tenía bastantes abscesos y todavía está en investigación cuáles son los efectos en la fauna silvestre de esta enfermedad. Porque está súper claro para la oveja, para el ganado ovino, pero todavía no se logra determinar cuál es el efecto porque se necesitan muchas más muestras, mucha más información y monitoreo extenso para poder definir el real efecto en la fauna silvestre de esta enfermedad”.

Enfermo o no, el desconocimiento de la especie es profundo. No hay un número definido de los huemules existentes, no hay protocolos con respecto a la cura de una enfermedad poco conocida en huemules, no hay estudios y la captura del animal es costosa, poniendo en ello en riesgo su propia vida.

¿Qué sabemos del huemul más allá de su figura coronada en el escudo nacional creado por Carlos Wood en 1834? Poco. Y del desarrollo de esta enfermedad, menos aún. Para Cristián Saucedo, médico veterinario y Administrador de Vida Silvestre en el parque nacional Patagonia, con 18 años en la región y un extenso estudio de campo de fauna silvestre, el reconocimiento de la Linfoadenitis es también el reconocimiento de nuestra ignorancia ante el tema: “Desde el principio y hasta el día de hoy nadie sabe cómo esta enfermedad y en qué grado afecta a los huemules. Sabemos que produce estos abscesos exteriores y también sabemos que han encontrado huemules en condición de ‘muertos vivientes’, súper delgados y a punto de morir, que al hacerle la necropsia dentro están llenos de pus, es decir llenos de abscesos internos. Sabemos que la enfermedad está en la población, pero seguimos desconociendo los impactos reales que puede tener en la mortalidad de los animales, en qué medida afecta que ese bicho se represente en períodos reproductivos o que las hembras contagien a sus crías”.

Lo poco que se sabe, es antagónico a las grandes pasiones que despierta el animal entre investigadores y amantes que buscan su protección. El 2013 entró una inédita inyección de recursos de un fondo nacional de desarrollo regional por más de $400 millones de pesos que se usó, principalmente, en educación vial para que los huemules no fueran atropellados en la Carretera Austral, a la altura de, precisamente, Cerro Castillo.

La gran enfermedad: el ser humano

Morir atropellado no es algo inusual. La vida del huemul se ha visto damnificada, disminuida y acorralada desde la llegada de los hombres occidentales. De su original distribución desde la zona central hasta Patagonia queda poco. Trazos. Islas. El deterioro de sus corredores biológicos cordilleranos por la creación de carreteras, subdivisiones de terrenos o pérdidas de bosques, se le suman enemigos animales como los perros domésticos, la introducción del ganado y de especies exógenas como el ciervo rojo.

La Linfoadenitis viene a ser un factor más en contra del precario equilibrio del mamífero. “Se empieza a destapar la olla. Primero que hay una bacteria, luego de unas poquitas muestras logran tipificar y distinguir si esta bacteria venía de las ovejas, de las cabras o de los caballos, y aparentemente, al menos una o dos muestras lograron comprobar que venía de ovejas. Entonces ya con eso quedó establecido, al menos preliminarmente, que la infección de los huemules provenía de las ovejas, pero esto sólo puede ser “la punta del iceberg”, es decir, puede haber más enfermedades que las ovejas y el ganado en general, pueda y deba estar transmitiendo al huemul. Y como el conocimiento del huemul, de su anatomía básica, es limitado, ¿qué podremos decir de las enfermedades que porta contagiadas por el ganado?”, pregunta Saucedo.

Su protección es urgente. No tan sólo por ser emblema y Monumento Nacional, sino por la intrincada y poderosa interconexión que posee en el ecosistema. “Animal paraguas”, lo nomina Rodrigo de Los Reyes, haciendo alusión a que es una especie de medidor de la calidad del bosque que habita: “Así como el Martín Pescador es un termómetro de las aguas y de la calidad de un río, el huemul en la medida que esté en un ecosistema todo estará bien. En su transitar en el sotobosque, traslada semillas, entonces si desaparece el huemul, se provoca un desequilibrio. Son ideas básicas, pero cuando tú no las conoces, no las entiendes. Si el huemul desaparece o se acerca al portal de la extinción, nosotros estaremos re mal”.

 

¿Se podrá salvar?

Si bien la enfermedad no es mortal, sí ayuda eficientemente a debilitar los cuerpos de los hipotéticos 1500 huemules que aún existen en el Cono Sur. Sólo se han encontrado estas protuberancias en los ejemplares de Cerro Castillo, pero no hay estudios ni seguimientos que desmientan que exista en otras zonas donde el ciervo vive.

El tratamiento en sí es costoso, sólo una dosis de anestesia cuesta $150 mil pesos. Luego de eso viene todo lo que significa su captura, para posteriormente “actuar sobre el absceso, administrar medicamentos de apoyo y luego liberarlo con un radio collar que nos permita evaluar su condición de tanto en tanto”, cuenta Dennis Aldridge, veterinario de Conaf.

No es suficiente y eso lo saben todos los estamentos involucrados. “Aquí tiene que haber una acción interdisciplinaria. Tiene que haber gente que conozca ecología, fisiología animal. Que conozca la especie huemul como tal, que sepa de silvo-pastoreo, de especies herbáceas, genetistas que manejen la dinámica de poblaciones. El asunto es que se tiene que consensuar, acercar las miradas para poder hacer propuestas claras”, señala Anahi Huechan, encargada de bacteriología del Servicio Agrícola Ganadero (SAG).

Hay un consenso al menos y es que hay que hacer algo. Rodrigo de Los Reyes es también el presidente de la Agrupación de Protección al Huemul en la Patagonia, estamento que aúna a medio centenar de personas de todos los ámbitos que buscan, precisamente, hacer algo: “Acá hay que jugársela por un centro de tratamiento para fauna silvestre, no sólo para huemules. Y esa es, hoy en día, nuestra principal preocupación. Si queremos salvar al huemul no basta con proclamar que está enfermo, que es una especie amenazada o que está en la lista roja de la UICN, sino que hay que tener un centro para mejorarlo”, enfatiza el abogado.

La idea también es apoyada por Marcela Piñones de Conaf: “Falta el tema de la acción: de poder tener recursos para la conservación. Sabemos que Chile tiene otras necesidades, pero es necesario que haya una mayor inyección de recursos y que se pueda generar este compromiso real a través de estos aportes, que pueden ser del Estado o de instituciones, a la conservación del huemul especie que en el papel está protegida pero que, en la práctica, aún falta mucho. Hay que tener más profesionales dedicados a la protección del huemul, veterinarios especialistas y tener más recursos para la protección del patrimonio natural del país”, declara.

La enfermedad de los huemules es una oportunidad para reflexionar y actuar en consecuencia. Y pareciera que sólo una sociedad cohesionada puede mover un tema con múltiples aristas y con un apremio que implica actuar ahora ya.

Las palabras de Cristian Saucedo reflejan esta trama: “El huemul me ha ofrecido la posibilidad de entender lo complejo que es hacer conservación y poder conciliar estas distintas posturas, poder buscar escenarios donde compatibilizar su conservación con otras actividades. Lo que me pasa con el huemul es que pese a toda su fragilidad, vulnerabilidad y condición en que está, me frustra que todo eso y su trágica historia, no haya sido suficiente para revertir estos procesos o para generar cambios. Es un símbolo de la Patagonia, de Chile, Argentina, los glaciares, los bosques… un glaciar o un bosque sin huemules no será lo mismo”.

Artículo publicado en la edición 133 (Mayo) de la revista Cáñamo

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