El 20 y 21 de octubre Vans abrió sus puertas en el patrimonio de una ex fábrica en barrio Yungay para la segunda versión de House of Vans. Ambas jornadas fueron acompañadas con cerveza, talleres gratuitos, exponentes del skate y la música en vivo de artistas nacionales e internacionales que metieron ruido y levantaron polvo.
Por Paulo Matus González
Son pasada las tres de la tarde, el calor achicharra el asfalto y los asistentes que no lograron retirar sus entradas para la segunda versión de House of Vans, y que esperan entrar si la suerte los acompaña, se cubren del sol como pueden mientras hacen la fila. Al mismo tiempo, varias personas meten ruido al llegar con sus skates mientras que otras forman piños y enrolan sus caños alrededor del patrimonio de la ex fábrica Fundición Sima-Metalco, ubicada en el barrio Yungay. La música comienza a sonar con intensidad desde el interior y nos invita a ingresar.
Adentro, las corrientes de viento levantaban el polvo del suelo de lo que fue una importante fábrica, a partir de 1924, en el auge del salitre y en el proceso del crecimiento económico del país. Pero que desde mediados de los años noventa se encuentra abandonada como otros edificios patrimoniales escondidos por la ciudad. De ahí que su fachada es un lienzo para la creatividad de los grafiteros y un lugar perfecto que la marca de zapatillas norteamericanas eligió para llevar a cabo las dos jornadas de la experiencia callejera que House of Vans trajo en su formato pop-up. Es así como, desde cualquier punto donde uno veía, el lugar parecía una postal.
El primer día estuvo marcado por la cultura del hip-hop. Es así como el plato fuerte era el rapero Freddie Gibbs, que a principios de este año publicó su cuarto disco de estudio, y el segundo que graba luego de quedar el absuelto por la fiscalía austríaca tras ser acusado por abuso sexual el 2016. No obstante, desde temprano hubo altas expectativas por su show. El cual estuvo marcado por el frenesí del protagonista que gritó en más de una ocasión “fuck the police” y que llegó a abalanzarse al público mientras sostenía con una mano su micrófono y con la otra una botella de champagne.
Eso sí, mucho más temprano, destacó el show de Ceaese que tuvo la labor de inaugurar la segunda versión House of Vans en Chile. El consagrado miembro de KSN FAM prendió en un instante al público que no dejó de corear los temas que se desprenden de su último disco “Utopia”, el cual no ha dejado de hacer ruido este segundo semestre del 2018. De hecho, y tras finalizar el show, decenas de fans entorpecieron el camino de Ceaese que se dio el tiempo de fotografiarse con cada uno de ellos. Luego llegó el turno del Liricistas, que subieron los ánimos y la energía del público con un repertorio lleno de éxitos que han cosechado a lo largo de su carrera y que demuestra que, a pesar de no ser veteranos, el dúo de Maipú viene de vuelta.
El segundo día también tuvo una gran presencia de artistas chilenos que hicieron vibrar los diferentes espacios de la ex fábrica de barrio Yungay. Según nos anticipaban, la jornada estaría dedicada al pop y al rock. Así fue como la banda de Kaliper dio a conocer su repertorio de canciones en español e inglés y entre el grunge y el funk. Para luego darle el pase a los Niños del Cerro, quienes continúan con la promoción de su segundo disco de estudio, “Lance”, que desde su lanzamiento ha sido catalogado entre lo mejor del 2018. La euforia de las primeras filas y la postal de los cinco músicos gozando sobre el escenario marcaron su presentación.
A esa misma hora, pero en el espacio principal del lugar, muchos intentaban aprovechar todas las cortesía que Vans tenía para el público. Por lo mismo, las filas para el mini taller de serigrafía y aquella para retirar un trozo de pizza estorbaban la pasada de quienes iban entusiasmados a escuchar las últimas dos bandas o quienes se dirigían a la rampa de skate. Aún así, la producción de ambas jornadas resultó un éxito para los asistentes que vivieron y disfrutaron la experiencia House of Vans en Chile.
Finalmente, el cierre estuvo a cargo del dúo Marineros que llenó el lugar donde se encontraba el escenario y que interpretaron el pop romántico y etéreo que caracteriza a sus canciones. Una previa perfecta para continuar con el concierto de la banda francesa L’Impératrice que cautivó a más de alguno que no los conocía. Pero su propuesta pop con toques de electrónica transformó el espacio en una pista de baile para dar término a la segunda jornada del evento.
Casi cerca de las nueve de la noche, la brisa se apoderó de la ex fábrica y dejó atrás un fin de semana caluroso, lleno de música, talleres, moda y cultura callejera. De esta forma despedimos la segunda versión de House of Vans, esperando que la marca aterrice nuevamente en nuestro país.