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Hachís: lo que necesitas saber sobre esta sustancia milenaria

En Chile, la sustancia cannábica por excelencia, ha sido siempre la flor de cannabis, pero en Europa, el hachís ha sido uno de los métodos de consumo más comunes, sobre todo en España, ya que la proximidad con Marruecos hacía fácil que el hachís cruzara fronteras.

El hachís es un potente concentrado de cannabis, que desde hace cientos de años ha sido utilizado por las culturas árabes, con fines religiosos y espirituales, pero también medicinales. La sustancia ha recorrido el mundo entero, pero siguen siendo los europeos los principales consumidores.

Este “chocolate” se obtiene a partir de la resina que se extrae de los tricomas de la planta del cannabis y es bastante potente. Sin embargo, hay que destacar que el hachís casero que se puede ver en Chile, no tiene nada que ver con mucho del hachís que ha circulado por Europa, procedente de hojas y tallos compactados para aprovechar al máximo las cosechas del norte de África.

Orígenes
Al igual que el cannabis, el hachís ha estado presente en la vida del hombre desde hace siglos. Una de las primeras referencias literarias la podemos encontrar en los clásicos cuentos de “Las mil y una noches” en la que en un relato aparece “el comedor de hachís” un hombre rico que tras gastarse toda su fortuna en mujeres, se come una bola de hachís para evadirse y recordar los tiempos en los que aún era rico.

Otras teorías atribuyen el primer consumo de hachís al monje Haydar, fundador del sufismo, una rama de las ramas del Islam. Se cuenta que Haydar estaba deprimido, y al adentrarse solo en el campo, volvió como un hombre nuevo, atribuyendo su felicidad al consumo de hachís.

También hay evidencias de que se consumía en Persia (actual Irán) y existen las leyendas de que la palabra hachís proviene de un grupo del siglo XI llamado “La Orden de los Asesinos”, popularizado hoy gracias al videojuego “Assassin´s Creed”. La palabra assassins se cree que proviene de la palabra hashishin, que significa “que come hachís”. Cartas de los viajes de Marco Polo mencionan a este grupo de guerreros.

Sin embargo otras teorías más populares señalan que el hachís proviene directamente de la palabra árabe “hashish”, que no significa otra cosa que hierba seca, e incluso cáñamo. Pero al ser una sustancia utilizada por el hombre desde hace muchos siglos, es muy complicado establecer con exactitud el país de origen.

Independientemente de cuál fuera el origen exacto de la sustancia, el hachís empezó a extenderse por todo el mundo árabe alrededor del año 900 d.C. En la India también se usaba, pero no fue hasta el siglo XVIII cuando Europa tendría los primeros contactos con la sustancia traída por las tropas de Napoleón, que habían entrado en contacto con el hachís en Egipto. Un siglo más tarde, médicos occidentales, artistas y pensadores de la época empezarían a experimentar con la sustancia y en Francia la sustancia sería consumida por todo el territorio.

Un par de décadas después, el estadounidense Fitx Hugh ludlow consumió grandes cantidades de hachís, lo que le llevó a tener algunas alucinaciones y una experiencia recreativa que plasmó en su libro “El comedor de hachís”, un claro homenaje al personaje de “Las mil y una noches”. El libro se hizo bien popular y con él, el consumo de hachís, que en 1876 se podía adquirir en la Exposición Universal de Filadelfia.

Cómo se hace
La manera tradicional por excelencia de conseguir hachís son las charas, que no es otra cosa que el hachís que se extrae del simple roce con las manos. La resina de cannabis se queda pegada en las manos y poco a poco se va extrayendo hasta conseguir una bola más o menos grande y compacta. Es lo mismo que se obtiene del “finger hash” más popularizado ahora en los países en los que el cannabis es legal y entre los cortadores y manipuladores de plantas en las grandes superficies de cultivo. Después de manipular hartas plantas, lo que se hace es juntar toda la resina que se ha quedado pegada en los dedos.

Pero las técnicas para conseguir el hachís han ido evolucionando y ahora existen máquinas y procesos modernos que permiten conseguir extracciones de máxima calidad. Hoy en día las extracciones para conseguir hachís se dividen básicamente en dos familias, extracciones en seco y extracciones en hielo.

En seco lo que se suele usar es un tamiz para extraer las partículas resinosas y separarlas de las partes vegetales de la planta y obtener el apreciado y rico kifi. Después lo que se hace es presurizar y calentar el kifi, para obtener las míticas bolas de hachís suaves y de un color verdoso café. Cuanto más se presiona el kifi, más oscuro saldrá el hachís.

Las extracciones en hielo se hicieron muy populares en los años 2000 ya que gracias al frío se consigue cristalizar la resina. Existen muchas máquinas de extracción con hielo y agua, en las que al meter la sustancia vegetal en unas bolsas especiales y removerlas dentro de un recipiente que funciona de manera similar a una lavadora que consigue el apreciado hachís, que hay que dejar primero secar para luego ser consumido.

Las extracciones de hachís requieren menos trabajo que, por ejemplo, otros productos derivados del cannabis como el aceite, y son perfectas para aquellos que hacen un consumo diario de la sustancia y quieren consumir menos, pero conseguir efectos mucho más potentes que fumando directamente la flor.