El hachís es una sustancia que proviene del cannabis, que no es otra cosa que la concentración de la resina extraída de la planta. Se consume desde hace siglos y es una de las sustancias más populares en Europa.
Sin embargo, como pasa con cualquier producto de consumo humano, no todo el hachís es de la misma calidad. Su color, olor y textura son los factores que debemos observar para saber si lo que estamos comprando o consumiendo es de buena calidad, o si por el contrario está “cortado” con otras sustancias que no nos interesa para nada meter en nuestro organismo.
Reconocer si estamos comprando flores de buena o mala calidad, es algo más sencillo de hacer, ya que la forma y el aroma de unas ricas flores es más fácil de identificar que cuando se trata de un extracto compacto. Pero en la calle hay muchas sustancias adulteradas que nos llevan a que irremediablemente, la mejor solución sea auto cultivar y generar nuestras propias extracciones. Aunque no todo el mundo dispone de los conocimientos y condiciones para hacerlo, por lo que acá van unos tips para saber diferenciar el buen hachís del malo, porque todo en esta vida se puede aprender.
Aroma
Es una de las características más importantes a la hora de reconocer un buen hachís. En Europa por ejemplo, no siempre se encuentra hachís del bueno, y en algunas ocasiones las “bellotas” o bolas de hachís tienen un olor como a plástico, claro indicativo de que el hachís ha sido cortado con otras sustancias no deseables y no aptas para el consumo humano. Lo mismo que pasa en ocasiones con las flores, a las que se les llega a meter partículas plomo para que pesen más. Por lo que estar atento a lo que uno compra en la calle es bastante importante.
El aroma, igual que con las flores de cannabis o con la comida, es determinante a la hora de saber si el hachís es bueno o malo. Igual que cuando compramos fruta y verdura en la feria y los mejores productos son los que más rico aroma desprenden, con el hachís pasa lo mismo. Un buen hachís siempre tiene que tener algún olor. Si no huele mucho, al quemarlo con el encendedor o calentarlo debería desprender un aroma agradable.
Si huele como a moho o como rancio, como si estuviera “caducado”, claramente no es un buen hachís. Si no huele a nada, puede ser un indicativo de que ha podido ser adulterado con harina u otros productos para agrandar la muestra. Si tiene olor a humedad puede ser perfectamente que la sustancia no haya sido preservada como corresponde y que la muestra se haya deteriorado.
Aspecto
Existen varios tipos de hachís, que según la variedad de la planta de la que ha sido extraído o el grado de compactación, tendrán un aspecto visual y un color diferentes.
Lo normal es que sea de un color café claro, con algunos matices dorados o incluso un poco verdosos (pero no en exceso, ya que un color muy verde puede ser el indicativo de que el hachís tiene mucha materia vegetala) y que tenga un aspecto un tanto arenoso a simple vista. Sin embargo, cuando el hachís es más concentrado y está más prensado, su color será más oscuro y perderá su forma más arenosa. En este caso, el hachís debería ser más oscuro por fuera y ser de un color más ámbar en el interior.
Algunos tipos de hachís, como el libanés, tienen unos tonos más rojizos, que simplemente indican que la sustancia proviene de otras zonas de cultivo que le dan esos característicos colores.
El hachís debería tener un color semi uniforme en toda la muestra, si encontramos manchas de otros colores puede ser indicativo de que viene mal mezclado con otras sustancias, y si por ejemplo, vemos manchas blancas puede ser que lo que tenga es moho debido al mal curado o a que ha sido almacenado en un lugar que no reunía las condiciones óptimas.
Textura
Un buen hachís debe ser duro al tacto cuando está frío y un poco pegajoso, pero no en exceso. Si es muy pegajoso antes de calentarlo, puede significar que se le han añadido aceites para aumentar su peso y volumen.
Al manipular el hachís, este debe ser blando y maleable, y pese a ser compacto, deberíamos poder sacar un pedacito de “la piedra” usando los dedos. Las muestras de mayor calidad suelen ser pegajosas y mantienen su aspecto blando y viscoso incluso en frío. Si la textura es mucho más firme, puede ser que estemos ante un hachís que tiene demasiado material vegetal.
El hachís proveniente de las extracciones en hielo puede tener varias formas y texturas. Lo normal es que sin prensar tenga un aspecto cristalino y un color uniforme. Un color café o café oscuro e incluso gris, puede tener el hachís que viene prensado.
La prueba de las burbujas
Después de comprobar el aroma, textura y aspecto del hachís como si se tratara de la más fina cata de vinos, otra de las técnicas que suelen funcionar para comprobar si lo que tenemos entre las manos es de calidad, es la prueba de las burbujas.
Este test es bastante sencillo y consiste simplemente en aplicarle la llama de un encendedor al hachís. Si vemos que la muestra burbujea y salen hartas pompas, significa que el hachís es bueno, ya que estaríamos quemando la resina.
Si al quemarlo vemos que el color del hachís ha cambiado y se ha vuelto más oscuro, esto puede significar que está adulterado con sustancias no deseables. Pero ojo, quemar la muestra con un fósforo también puede dejar ese tono más negro, por lo que es recomendable hacerlo con un encendedor.