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Expoweed 2018 Luz verde para la industria

Tras la séptima versión de Expoweed, fue inevitable la sensación de caer en la cuenta del crecimiento exponencial que ha tenido la industria cannábica en Chile en los últimos años. La masificación de los growshops como antecedente de ser un país sosteniendo una nueva ola de cultivadores amateurs que siguen evolucionando hasta la profesionalización. Es que -al parecer- los nuevos negocios de la marihuana están sentando sus bases y escalando rápidamente en Chile.

Por Fernando Santibáñez / Fotos: Ronny Belmar-Jorge Rosales – Felipe Mellado

Si hay un mercado que vivió un boom en la última década en Chile es el de los Growshops. Actualmente hay más de 225 de estas tiendas a nivel formal repartidas por todo Chile, según un catastro hecho por el Centro de Análisis de la Dirección de Control de Drogas de Carabineros, revelando también el inalterable prejuicio -de que los cultivadores de marihuana son traficantes de drogas- dentro de la cuestionada institución y los organismos del Estado a los que rinde cuentas.

Con una ley de cultivo seguro que se discutirá en el Congreso este mes, luego de ser aplazada en diciembre, se busca que el Estado asegure el derecho a los usuarios medicinales de cultivar sus propias plantas y sin riesgos de caer detenidos como actualmente ocurre.

A todas luces, y según comentó a Cáñamo el propio presidente del Senado, el Socialista Carlos Montes, lo más probable es que se apruebe. «hay una creciente opinión favorable en todo lo que se refiere a cannabis medicinal para que se avance mucho».

Este, sin dudas, sería un hito para la industria del cannabis en Chile. Esto porque, ante la ya irrupción de la gigante canadiense Canopy Growth en Chile con su filial Spectrum, y las demás alternativas medicinales que promueven el autocultivo como principio de reivindicación de los derechos fundamentales, se abre la posibilidad de crear un marco regulatorio completamente en orden para el uso medicinal del cannabis y todas sus variantes.

De ser así, la industria del cannabis no solo existiría de forma hipotética. Ante una nueva regulación del cannabis que legalizará su cultivo y consumo, se podrá incluso incorporar formas más grandes de abastecimiento como los dispensarios.

Actualmente en Chile, el 15% de las personas entre los 15 y 64 años consumió marihuana al menos una vez durante el último año. En el podio mundial, tras Israel con un 27% y Estados Unidos con un 17%. Esto denota una preocupante falta de responsabilidad del Estado en la labor de educar sobre drogas, ya que el consumo infanto juvenil es el más riesgoso por sus potenciales daños a nivel cerebral.

Pero también explica el por qué existe una feria como Expoweed que ya lleva siete años realizándose en el principal parque urbano del centro de Santiago y en la que versión tras versión, se suman más y más emprendimientos cannábicos chilenos que compiten con otras empresas de nivel mundial en mercados tan grandes y consolidados como el estadounidense, el español o el holandés.

Es Chile, sin dudas, un polo de desarrollo de la industria del cannabis por lo privilegiadas de sus condiciones naturales y sociales. Con un crecimiento exponencial de cantidad y de niveles de cultivadores que están, incluso, llegando a profesionalizar la especialización jardinera en cannabis.

Ya existe un antecedente en Chile. El Instituto Técnico de Cultivo Hórticola Aplicada, ITCHA, ofrece cursos y talleres para cultivadores en distintas modalidades. Tras dos años de estudios puedes capacitarte y certificarte como cultivador.

Con el autocultivo como escala de producción del cannabis como referencia, la necesidad de nutrir al jardinero para sus procesos comprende una variada gama de especialidades. Tanto el cultivo de interior como el de exterior implican -ambos por separado- una serie de ítems en los que invertir, como los sustratos, nutrientes, bancos de semillas, sistemas de humidificación, y un largo etcétera de condiciones que determinan el tipo de cultivo.

El uso de cultivo interior es bastante popular por lo discreto y cómodo, además de tener un control de las condiciones bastante superable cultivo tras cultivo. Una de las condiciones medibles es la luz. Y con la idea de mejorar su cultivo a través de la ciencia, Martín Miquel, comenzó hace una década a probar los sistemas de luces led que recién salían al mercado de los cultivadores.

Su pasión por estos paneles y su funcionamiento lo llevó a desarrollar mejoras en sus propios equipos que armaba y desarmaba a través de otros equipos de alta gama. Hasta que decidió fabricar su propio sistema lumínico con tecnología desarrollada por él. Tras ensayo y error logró crear, junto a su socio Hansi Besoaín, la empresa Blackcob, el primer fabricante de sistemas de iluminación led de alta gama para cultivadores en Chile. Con un producto innovador y que, según sus propias palabras, les ha dado los mejores resultados con los, precisamente, mejores cultivadores. Compiten a nivel nacional con importadoras, la mayoría de productos chinos, pero a nivel mundial con los mejores fabricantes del mundo.

Miquel comenta que en el país «no había desarrollo propio nacional de querer fabricar un sistema, así que apostamos por eso, a ser el fabricante que desarrolla tecnología pensada para el cultivo y para superar los estándares que hay en Chile», y agrega que «siempre nos medimos por lo que trabajan los más altos fabricantes a nivel mundial, en base a eso medimos los resultados para comprobar que estamos al mismo nivel de ellos, incluso superando a gran parte de los mayores fabricantes a nivel mundial».

Besoaín, representante legal del producto asegura que el enfoque de su empresa «es internacionalizar el equipo y solidificar las exportaciones porque es un producto sólido. Apostamos a ser fabricantes de alta gama led y si se puede y se dan las condiciones, seguir acá en Chile». Dicen que poseen un flujo de ventas que les permite sustentarse, aunque siguen trabajando en mejorar el producto.

Para el cofundador de Balckcob, la clave para que un emprendimiento del cannabis pueda insertarse en la industria es «adaptarse al cultivador», ya que es el que manda en este negocio, además de invitar a quienes busquen este camino a que «si tienen las ganas tienen que darle para adelante, si creen en su producto que busquen cómo financiarlo. Nosotros tuvimos la suerte de poder ocupar capitales personales en esto», agrega.

Muchas veces el problema radica en los costos que implican comenzar un negocio que tenga que ver con el mundo del cannabis. Es por eso que algunas otras empresas han optado a postular a fondos para desarrollo de ideas y de emprendimientos.

Camilo Acuña es el creador y fundador de WiseGrowth, una aplicación que cuenta con un dispositivo que permite controlar y revisar las condiciones medibles de un cultivo de interior o de exterior a través del teléfono móvil.

Para desarrollar esta tecnología, Acuña explica que debió trabajar mucho. La forma de financiar su proyecto fue insistir cada semestre en postular a fondos que ofrece Corfo. Así llegó el primero de todos, de 12 millones de pesos, destinados a pequeños empresarios y cuyo objetivo era tomar el pilotaje de pequeños productos y tratar de validarlos en el mercado.

Luego vendría un fondo más alto de Start Up Chile, el que, según cuenta Acuña, tiene una mirada más global, a diferencia de los fondos de Corfo tradicional o de Sercotec, cuya mirada es regional. «Independiente de si el cannabis es legal o ilegal acá en Chile, lo que busca un fondo global es que en un país tercermundista como Chile se pueda desarrollar un producto para ser vendido en el primer mundo», explica el desarrollador de WiseGrowth.

El mercado del cannabis en Estados Unidos vendió casi nueve mil millones de dólares durante 2017, en los 30 estados en que su uso medicinal es legal y los nueve en que también lo es su uso recreativo y se estimaba un aumento de unos 2 mil millones de dólares para 2018. Las cifras son optimistas para quienes siguen el desarrollo de esta industria.

Camilo Acuña cree que no se puede comparar el mercado estadounidense con la incipiente industria cannábica chilena por el hecho de que en Chile está todo orientado al cultivador. «Yo cosecho y se acaba el mercado, en cambio allá nos dimos cuenta de que el mercado gringo empieza en el cogollo, justo donde termina el nuestro», asegura Acuña.

Y es que también hay un nuevo mercado en los productos derivados del cogollo, como aceites y extracciones. Para algunos, 2018 fue el año de Resina Company en el mundo del cannabis. El grupo de fanáticos de la resina que comenzó a probar con la fabricación de prensas hidráulicas para extraer rosin de las flores de cannabis hace poco más de dos años y popularizó las extracciones como forma de consumo entre la comunidad cannábica, la que se expande día a día.

Entre workshops y giras por Chile, invitaciones a exposiciones en Uruguay, México y España, Resina Company ofrece sus servicios de prensado de flores, venta de prensas originales fabricadas por ellos mismos, bautizadas como IPress y que ya exportan a distintos lugares de Sudamérica e incluso el norte del continente.

Jorge Aldea, fundador de Resina Company comenta los orígenes de esta empresa a la que le dedica el 100% de su tiempo: «al empezar las primeras prensas, los amigos empezaron a decirnos que les vendiéramos, frente a la necesidad de que la gente quería prensas decidimos meternos en el mercado con la idea fija y clavada de que tenía que ser un producto portátil, nuestra meta era que sea la Play Station de los volaos, entendiendo que era un producto costoso, pero que no va a fallar».

Esa es la diferenciación que quieren implantar en su producto y por la que apuestan a «comerse el mercado sudamericano», en el corto plazo, según Aldea. Coincide con el especialista en Rosin, Camilo Acuña, quien apunta que hay que «entender cómo se mueve el mercado y diferenciarte del resto, innovar, como están pasando las cosas afuera. Lo que le interesa a los fondos es que los productos sean altamente escalables, un producto que se pueda replicar bien acá y llevar a otro país».

Ángelo Catoni es soplador de vidrio y fabrica pipas y bongs con distintos diseños. Además, dado que desde que estaba terminando su carrera de Ingeniería en Comercio Exterior, mantiene contacto con empresas en China, lugar al que llegó a realizar una práctica profesional, y logró desarrollar un nuevo negocio. Allí descubrió el oficio que le permite tener su empresa Super High, quienes fabrican y venden artículos y piezas de vidrio para consumir flores y extracciones.

Super High tiene presencia en el mercado en varios growshops a lo largo de Chile, además de su tienda propia ubicada en plena Providencia. Actualmente, Catoni asegura que «debo saber enviar cien mil dólares a los fabricantes que lo ayudan en China cada dos meses para tener un stock seguro de productos».

En lo que coinciden la mayoría de los entrevistados pertenecientes al mundo del cannabis, es que Chile es un espacio ideal para el desarrollo de la cultura cannábica debido a que es un país que consume mucha marihuana. Una oportunidad a los ojos de los emprendedores del cannabis.

En Resina Company, advierte Aldea, buscan generar conocimiento en los consumidores. Para eso realizan asesorías en cultivo a través de las redes sociales, por más y mejor cannabis, según profesan. Esta espuma que crece «debe ir acompañada del autocultivo, van de la mano a mi parecer», dice Aldea.

Desde BlackCob también están empeñados en educar a los usuarios. Para ellos la ciencia es lo primordial y no escatiman en demostrar sus resultados con datos, con números recolectados por los cultivadores que testean sus productos. Para eso quieren elevar los estándares de cultivo en Chile. Las nociones que la gente maneja en cuanto a la tecnología Led son bajas, por eso apuestan a enseñarles a sus clientes y demostrarlo con los resultados.

«Algo que hace la diferencia radical es que nosotros compartimos información, nosotros ahora hasta mostramos como hacemos nuestras muestras para las copas. No hay nada que ocultar, si no está saliendo así te falta buena marihuana, entonces te podemos ayudar con consejos de cómo tener una mejor marihuana», explica Aldea.

Y la respuesta al desarrollo de esta creciente industria parece ser simple: la búsqueda de una mejor calidad y producción de marihuana y productos derivados de la planta y las formas de consumo, tanto recreativo como medicinal, es el objetivo en el que se sustenta esta incipiente industria que en Chile crece como la espuma.