“No son las malas hierbas que
ahogan las buenas semillas,
sino la negligencia de la política”
Germán Pereira (Asociación Proyecto Cáñamo)
Es imposible redactar sin hacer referencia a la actualidad convulsionada por la que está pasando todo Chile. Por eso, y a pesar del momento sensible, es oportuno hablar de posibilidades y avances en materia cannabis.
Hoy yacen emprendimientos en el país que están apostando a la planta en su forma industrial, proyectando y activando la rueda productiva.
Todo el territorio chileno se benefició históricamente del cultivo y producción de la especie vegetal. Aprehender del pasado la experiencia del cáñamo, sería (h)empoderarse para el presente.
En toda inestabilidad social, hay oportunidades y ganas de cambio, de buscar salidas ingeniosas, de generar oportunidades. El cáñamo en ese aspecto, serviría como alternativa efectiva y eficiente, de hecho, en muchos estados alrededor del mundo están utilizando la planta para aceitar toda una rueda productiva y de comercio circular.
Según estadísticas de VoteHemp sobre la agricultura cañamera en EEUU, más de 510.000 acres de cáñamo fueron licenciados en 34 estados, un aumento de más del 455% con respecto a la superficie con licencia de 2018.
Claro que la mitad del mercado es dominado por la producción de extractos de CBD, pero hay proyecciones de que le podría pelear el primer puesto la alimentación a base de la semilla cañamera.
Otra fuente, NewFrontierData ,da cuenta que actualmente se estima en Europa se cultiva hasta el 25% del cáñamo del mundo (el resto lo completan China, EEUU, Canadá y en parte Australia). Solo Francia representó el 40% de la producción europea, y al menos otros 20 países contribuyeron al total de la Unión Europea.
Esto se da porque en la región han desarrollado una sólida infraestructura de procesamiento y una industria de productos terminados basada en el uso de fibras de cáñamo en aplicaciones industriales. El papel y la pulpa, junto con los biocompuestos (utilizados en la industria automotriz y para materiales de aislamiento) son los usos con más auge están experimentando en el viejo continente.
Sin embargo, por éstas latitudes se está empezando a virar hacia los beneficios del cáñamo. Ejemplo es la marca de prendas outdoor Patagonia, que se ha involucrado tenazmente en la conservación del medioambiente y por eso jaló del ovillo ecológico para utilizar cáñamo en sus productos.
Según comenta Paula Vial, Gerente de Productos de la marca en Chile, “lo que hace Patagonia es que sus productos sean lo más sustentables posible, disminuyendo la huella de carbono.” Y agrega, “La marca está constantemente en la búsqueda y experimentando con nuevos materiales, siempre con el objetivo de cuidar nuestro hogar, el planeta Tierra. Vemos que el cáñamo tiene propiedades muy buenas como baja erosión en el suelo en que se siembra y cualidades -en la tela- como durabilidad, además es liviana y aireada. Por todas estas razones se incorporó en distintas líneas dentro de Patagonia la de ropa de trabajo o Workwear y la línea veraniega Hemp.”
Otro ejemplo productivo muy actual es la compañía Celta que se especializa en desarrollar, producir y comercializar soluciones de descanso y del buen dormir. Al respecto nos comenta Juan Jimenez Bravo, Gerente de Marketing, “Como empresa tratamos de ir innovando en nuestros productos, ya que hoy en día hay mucha competencia y diferencias en el ramo, entonces ayuda a que nos prefieran o de llegar a cierto grupo objetivo.”
Por eso incorporan el colchón de cáñamo en su catálogo y Jimenez sigue describiendo el producto: “Tela fabricada con fibra de cáñamo natural, biodegradable, liviana y resistente. La fibra del cáñamo tejida es muy suave. Su cualidad térmica hace que su tejido sea más fresco en verano y cálido en invierno. Dando así un mayor confort al momento del descanso. A parte tenemos una almohada con fibra de cáñamo, y todo partió por ahí, luego, posteriormente decidimos hacer el colchón.”
No es un sueño hacer productos eficientes con cáñamo sino toda una realidad consumada. De hecho, la planta de cáñamo ha sido parte importante de la tradición agrícola de Chile como fibra natural textil. Desde la llegada al continente de los colonizadores españoles tuvo vital importancia, tanto para esta tierra como para el Imperio Español, debido a la utilización de la fibra cañamera para la creación de vestimentas, mechas de velas, hilados, aceites y semillas para pájaros, entre otros muchos usos que elevaron a Chile como un punto referencial de exportación.
Esta industria generó trabajo genuino y comercio en toda la región. Para resaltar en ese aspecto, una utilización muy elocuente a principios de 1900 hasta mitad de 1930 fueron bolsas y sacos hechos de cáñamo tipo arpillera para almacenar nitrato de sodio (lo usaban como fertilizante para la agricultura) extraído de lugares como Tarapacá y Antofagasta y exportado a casi todo el resto del mundo .
Otro momento clave y de vital importancia para el cultivo de cáñamo en el país fue en 1940, ya que este periodo se crean los estatutos de la “Fábrica de Cáñamo de San Felipe S.A.”, en la ciudad de Valparaíso, reflejando la importancia que tendría la producción industrial en esos años. Con la llegada de la década de 1950, aumentaría tanto el número de trabajadores en las fábricas de cáñamo como las hectáreas cultivadas, incluso se crearon viviendas en torno a la compañía “SILA” en Los Andes.
Los peores años de la producción cañamera nacional chilena llegarían hacia fines de la década de 1960, cuando los gobernantes, presionados por los intereses capitalistas lobbystas norteamericanos, llevaron a la histórica industria cañamera local a vivir sus últimos años en medio de la internación de las fibras artificiales.
Esta apertura indiscriminada a productos nocivos tanto para el planeta como el ser humano, daría lugar a un largo y tedioso prohibicionismo, generando al mismo tiempo, el ocaso y fin de la industria cañamera nacional chilena. Así en el año 1973, se registran en Chile los últimos vestigios del cultivo cañamero en el marco de la legalidad.
Hoy la empresa Drasanvi, con su casa matriz en España y su recientemente sucursal en Chile, apuestan y se comprometen con lo natural, la belleza y la salud para con sus productos cosméticos de cuidado personal. Por eso, dentro de su catálogo utilizan el aceite extraído por presión en frío de las semillas de cáñamo que, según Elena Santamaría Muñoz, Gerente Regional, “Es rico en ácidos grasos esenciales –omegas 3, 6 y 9- así como vitaminas A, E y B12, una composición similar a los ácidos grasos que tenemos en la piel.”
Elena agrega que los productos que contienen el aceite cañamero están mezclados con aceite Ylang Ylang que es hidratante, calmante, equilibrante y estimulante del cabello. Es decir, resulta ser una composición sin igual y poderosa para el bienestar personal.
“Los productos cuentan con certificación EcoCert otorgado por CosmosOrganic, la cual está dentro de las 5 certificaciones más importantes del mundo. Esto asegura por ejemplo que evita derivados de petróleo, perfumes, colorantes sintéticos y siliconas; ingredientes naturales, mínimo 90% de la composición total; no está testeado en animales; ni la utilización de tecnologías controvertidas como organismos modificados genéticamente –OMG-, nanotecnología o irradiación; entre otros.” Comenta Elena sobre los productos de Drasanvi.
El poder de la semilla
Hemp, Cânhamo, Hanf, Konopí, Chanvre, Canapa, Hennep, Konopie, Konoplya son las maneras de llamar popularmente a la planta de Cáñamo en distintos idiomas ya que su nombre científico es Cannabis Sativa. Oriunda de Asia Central, pero sin embargo se expandió velozmente por el resto del planeta, para ser sembrada y cultivada en varias regiones y climas, utilizando principalmente su fibra, por caracterizarse -sobre todo- por una alta resistencia en los esfuerzos de tracción y por la durabilidad de los cordajes que se producía a través de la fibra que se extraía de sus tallos.
No obstante, la planta también se le apreciaba por su semilla, al contener un alto valor nutricional y por el aceite producto de ésta. Además, se le reconocía por la calidad de su flor, ya que se podían elaborar distintos ungüentos o brebajes medicinales para variadas enfermedades, molestias o dolores.
Hay muchos registros de su utilización que datan su empleo por el hombre desde hace diez mil años, diferentes culturas de la antigüedad como India, China o Romana, entre otras, supieron de los provechos de la planta de cáñamo.
Sin embargo, hay que subrayar un hecho de que es impensable concebir la llegada de los españoles a América en el año 1492 sin cáñamo en sus bodegas y aparejos, tanto como ropaje y abrigo o cordajes, como de semillas para alimento o su aceite para encender candelas. Se puede afirmar que Colón, embarcado en las tres carabelas, trajo consigo cannabis para uso de primera urgencia.
Aunque, y a pesar del tiempo transcurrido, en la actualidad ya se están sacando a flote su geniales y provechosos usos. Haciendo de ésta planta de cáñamo una posible reapertura del comercio circular, proyectando producciones sustentables y eficientes.
Es lo explica Paula Vial de Patagonia, “La línea nueva de ropa de trabajo –Workwear- contiene 55% de cáñamo, 27% de poliéster reciclado y 18% de algodón orgánico, y está pensada para la gente que trabaja en el campo, en exteriores o que tenga mucho roce y fricción.” En otras palabras, se puede asegurar que dichas vestimentas están diseñadas para que perduren en el tiempo y no sigan la (mala) lógica de mercado, de recambio y consumo continuo, de tirar y comprar otra prenda nueva. Por el contrario, lo que se busca es generar conciencia frente al buen diseño y la ecología de los productos.
Siguiendo el tema del cuidado y conciencia hacia el medioambiente, el planeta Tierra no tiene que ser salvado, tiene herramientas en su naturaleza misma para cuidarse y equilibrarse solo, sin embargo, la humanidad que vivimos en él podemos hacer las cosas mejor ambientalmente hablando, y es imprescindible concebir un cambio a lo sustentable sin la utilización de la planta de cannabis en todo su esplendor.
Es una salida que supimos usar de antaño, y dio sus frutos. Hace falta generar espacios de diferentes tipos (políticos, universitarios, agronómicos, industriales) para reverdecer su resurgimiento, que ayude a la resolución de los problemas de promulgación de la Ley 20.000 (que son bastante burocráticos y elitistas) y así eliminar la estigmatización que recae sobre la noble planta. Sobre todo, que se facilite un plan de implementación alrededor del cáñamo para que éste pueda ser entendido como una alternativa sustentable y ecológica, factible económica, social y ambientalmente. Las cartas están echadas, hay emprendimientos que ya apostaron por la planta, las condiciones sociales para un cambio de paradigma están en marcha, es tiempo de no quedarse quieto sino de actuar y hacer, y si es con cáñamo mejor.