EntrevistasEntrevistas y ReportajesNacionalPerfiles

Entrevista a Carolina Tohá: «Hay que desnudar la farsa detrás del discurso prohibicionista»

Por Claudio Venegas / Fotografías Elías R. Malky

Edición nº57, Enero 2012

Que un gobierno de derecha defienda el prohibicionismo e implemente políticas públicas sobre drogas inspiradas en ese paradigma, es lo esperable. Que lo haya hecho la Concertación por tanto tiempo, es algo más difícil de tragar.

Durante años tratamos de develar el misterio de boca de sus dirigentes pero, salvo contadísimas excepciones, todos parecían cuadrarse con el del modelo. Entonces, qué mejor para saber cómo fue que creció el monstruito prohibicionista chileno y sus hijos pródigos (la Ley 20.000 de drogas, el reglamento de drogas), que hablar con alguien que ha estado desde hace más de 20 años en las primeras líneas de la política nacional como Presidenta de la FECH en los 80’, Diputada, Ministra vocera del gobierno de Bachelet, entre otros muchos cargos.

En 2012, desde la presidencia del PPD, Carolina Tohá nos cuenta su versión de la historia y su visión en materia de drogas. Se manifiesta crítica y autocrítica y dispuesta a jugársela por nuevas alternativas ¿por qué ahora y no antes? ¿Será porque, como nos dice Carolina, “la concertación como la conocimos no la vamos a conocer más”, porque “hay una era que se acabó y hay que abrir un nuevo ciclo”? A uds. juzgarlo.

¿Qué opinión tienes respecto de las actuales políticas y ley de drogas chilena?

Creo que la ley de drogas chilena está alineada con lo que han sido, por varias décadas, tendencias globales muy pauteadas principalmente por la política de EEUU en este tema y que nos han conducido donde estamos. Yo entiendo que la motivación de nuestra legislación es controlar las adicciones, cosa que no hemos logrado, pero, simultáneamente,  hemos desarrollado un proceso de criminalidad en torno a las drogas porque, en la práctica, estas políticas prohibicionistas le entregan el monopolio de las drogas a grupos criminales, y esta es una realidad en el planeta entero que hay que mirar con atención y con la mente abierta para buscar alternativas más eficaces a lo que estamos haciendo hoy.

Llama la atención que lo que planteas es algo sabido, que CONACE – dirigido por años por “progresistas”-, no discutiera sobre esto y desestimara los argumentos contrarios al prohibicionismo…

“Porque no lo hicieron antes”, interrumpe Carolina con una risa, acostumbrada por lo visto, a que desde hace un rato le pregunten lo mismo sobre distintos temas, y agrega:

Yo creo que hay dos explicaciones. Primero, que a pesar de la contundente evidencia que muestra que estas políticas represivas no son eficaces, la evolución de la opinión pública no ha sido coherente con esa experiencia. En Chile ha tenido éxito el discurso de profundizar el impulso prohibicionista que es un impulso muy básico, que dice “esto es malo, prohibámoslo»; es casi como decir “si me pegó, le pego”, pero la evolución social consiste precisamente en ver esto te lleva a que todos nos peguemos con todos y no a que haya menos violencia. Eso no se ha instalado; por el contrario, han tenido mucho éxito el discurso represivo y también lo ha tenido en materia de delincuencia. Y esta es mi segunda explicación: la concertación fue muy tímida en estos temas y también en los temas de seguridad y, al final, la convicción que había respecto de cuál es la estrategia correcta, siempre estuvo muy condicionada por un clima cultural en que la derecha ha sido muy exitosa, o fue muy exitosa; quizás eso pueda cambiar ahora porque el gobierno está mostrando que la profundización de esa política no tiene ningún resultado en materia de delincuencia y lo mismo va a mostrar en materia de drogas.

¿La concertación se “acomodó” al discurso represivo instalado?

No diría “se acómodó”, porque el tema de seguridad y drogas no le trajo comodidad a la Concertación, le trajo puros dolores de cabeza. Diría más bien que faltó voluntad de contrarrestar con fuerza el discurso de la derecha ante la ciudadanía. Aunque haya un clima desfavorable en la opinión pública, uno a veces decide enfrentar ese clima como lo hicimos, por ejemplo, para eliminar la pena de muerte porque hubo una convicción de hacerlo.

Y en materia de drogas no hubo esa convicción…

Es que en la concertación en todos estos temas de seguridad siempre hubo la sensación  de estar acorralada, a la defensiva. En todas las encuestas siempre la peor evaluación era en esto. A pesar de que hubo muchos aspectos positivos, el miedo era más fuerte que los indicadores, y la derecha aportó a eso con éxito. Creo que no se reaccionó con la audacia de responder con mayor convicción.

¿Y no será parte del problema actual precisamente haber abordado los temas de drogas desde el punto de vista de la seguridad exclusivamente sin distinguir, por ejemplo, el consumo del tráfico?

Efectivamente. Se impuso el criterio de tratar todas las drogas por igual cuando todos sabemos que no son lo mismo, que tienen efectos distintos, principios activos diferentes, efectos en la salud y potencial adictivo variables. Pero convengamos que la sociedad chilena tiene un talento infinito para la hipocresía. En muchas materias, Chile ha vivido con discursos públicos que no tienen que ver con las realidades, pasó con el divorcio por ejemplo. Ahora creo que el fracaso de la estrategia del gobierno de Piñera en el tema de la delincuencia, va ayudar mucho a darle más respaldo a una visión de estos temas realmente distinta ante la ciudadanía, que se atreva a decir que esta teoría represiva que hemos escuchado nos llevan al fracaso, que no son efectivas, que son una mentira, que son una falacia que genera más inseguridad.

¿Qué piensas del hecho que fueron gobiernos de la concertación, socialistas, los que incluyeron la figura del “microtráfico” en la actual Ley de drogas (Ricardo Lagos) dejando en manos de las policías discernir en primer término si se trata de consumo o tráfico; o que haya sido en el gobierno de Bachelet, entre gallos y medianoche, en el que la Cannabis pasó a la Lista 1 de sustancias de “alta peligrosidad” generando serios problemas de criminalización social y penal a los usuarios?

Yo creo que en el tema de microtráfico no ha habido una comprensión real del fenómeno. La prohibición de drogas blandas como la marihuana, generan un negocio de tráfico de gran escala y de pequeña escala y un incentivo muy fuerte a corromper el entorno de los traficantes para generar mayor mercado. Hay una mezcla entre el microtraficante y el consumidor a escala local, se pasa de uno a otro con mucha facilidad y se financia el consumo con el tráfico…

En algunos casos…

En algunos casos… y las herramientas penales actuales son gruesas y no permiten ver el fondo de cierto tipo de consumo, mayoritariamente, más bien recreacional. El consumo problemático de la marihuana es menor, no es el fenómeno generalizado. Entonces hay que preguntarse si esta herramienta de la prohibición, la penalización, son válidas, porque cualquier fórmula penal que busquemos para resolver este problema va a ser insatisfactoria. Cuando se llegó a esta ley en el gobierno del Presidente Lagos, se hizo porque las penas que había para el microtráfico eran tan altas que, en la práctica, no se penaba el microtráfico porque los jueces encontraban un despropósito aplicarlas; entonces se redujeron las penas, se redujeron las cantidades y el resultado ¿cuál fue? que empezamos a mezclarlos con los consumidores y eso te va a pasa con cualquier norma penal que pongas porque la norma penal no es una herramienta eficaz para tratar este problema. No va a ser la respuesta. Hay un debate en el mundo sobre esto, especialmente entre los sectores progresistas, y Chile no puede seguir ajeno a ese debate.

Con tanta evidencia acumulada y tanta gente inteligente en la Concertación, cuesta entender cuál fue el problema…

Primero quiero decir que estas opiniones que estoy dando no son opiniones de la concertación ni del PPD, hablo desde mi reflexión personal. La concertación hizo las cosas en las cuales creía mayoritariamente en ese momento y este debate yo creo nunca se asumió, toda visión distinta de lo que había que hacer en esta materia fue muy descalificada, muy subestimada, fue considerada utópica, irreal, fuera de las posibilidades.

¿Pero hubo debate?

Si había debate, pero era un debate de un grupo muy minoritario y con un clima general claramente orientado a políticas de un cierto tipo. La dirigencia política nunca se involucró, este era un tema de “expertos”. Hoy en día tienes que  hasta el propio Presidente Lagos se está haciendo estas mismas preguntas porque también tu vas aprendiendo de la experiencia en políticas públicas, de los resultados obtenidos en Chile y en el mundo… o sea, nada más patético que hacer política, ver que los resultados no son los esperados y persistir en esas políticas porque como tú las hiciste, las tienes que defender para siempre. Creo que es mejor aprender de la experiencia. Varios países en Latinoamérica y en el mundo están discutiendo un trato diferente para las drogas, distinguiendo entre ellas, y se están preguntando si el combate al narcotráfico no sería más efectivo si los grupos criminales perdieran el control del mercado de las drogas, o de algunas de ellas, y éstas pasaran a ser vendidas en forma controlada pero legal. Hay que dar ese debate en Chile, no digo que esa sea la solución pero no podemos renunciar a discutirla.

Fantaseemos… digamos que se impone la racionalidad, la evidencia, y decimos “esta política de drogas hay que cambiarla” ¿Habrá la voluntad política considerando además que, en algún momento, te enfrentarás a EEUU y otros países por promover estos cambios como le ocurre a Bolivia con la hoja de coca?

Este es un tema complejo, pero no es muy distinto a otros debates como los que suceden en el ámbito económico, o medioambiental, en donde hay intereses políticos y económicos muy grandes que cierran el camino a un debate más libre; pero creo que, al mismo tiempo, hay muchos países en el mundo y en Latinoamérica que han aprendido de la experiencia. Todos vemos lo que está viviendo México donde esta guerra contra las drogas se ha transformado en la guerra de todos contra todos, con miles de muertos de la manera más brutal y que todo el mundo mira con horror, y vemos que hay debates en Argentina, en Brasil, en Centro América y en Chile también tenemos que debatir porque esta línea de política pública en ninguna parte del mundo ha dado resultados satisfactorios en términos globales. Cuando los narcotraficantes llevaron al Estado a hablar de “guerra”, impusieron su juego, porque mientras más grande la guerra, más grande el negocio, más se valorizan las drogas, más armas circulan. La “guerra contra las drogas” se ha perdido.

Abrir el debate sería el paso uno a tu juicio ¿Y por dónde debieran ir las alternativas? ¿despenalización, regulación de los mercados de las drogas, de todas las drogas…?

A ver… algunos consideran que este tema no es debatible. En mi opinión, lo primero a decir es que yo no tengo la solución, si tengo la convicción de que lo que estamos haciendo actualmente tampoco lo es, que la pura prohibición y persecución no funcionan… creo que esto es un paso importante. Segundo, hay que entender y mirar el fenómeno de las adicciones desde un punto de vista de salud, buscar minimizar los daños y apostar en serio por la prevención, dándoles herramientas a las personas para que sean responsables. Eso no se logra hablando de las drogas como si se tratara del “viejo del saco”. Hay que entregar información útil, fidedigna, para que seamos ciudadanos educados en esta materia. Para eso hay que diferenciar el uso recreacional de las drogas, incluido el alcohol, de los usos problemáticos y de las adicciones. No todo consumo es una patología social, y cuando lo es, debe ser tratado como prioridad porque es algo grave. Las adicciones no se dan solo con las drogas ilegales, con el alcohol hay un problema mucho más extendido, y si las vamos a tratar desde una perspectiva de salud, hay que mirarlas todas y tratarlas de acuerdo a su gravedad, no a los prejuicios sociales. En tercer lugar, hay que mirar el tema del tráfico y ahí el principal objetivo es combatir la criminalidad, y toda la violencia, la proliferación de armas y los jugosos negocios que genera este mercado. El origen de esa cadena es el monopolio sobre las drogas que tienen los narcos, como sucedía con el alcohol en EEUU durante la prohibición. Por eso hay que evaluar si el prohibicionismo, como lo hemos conocido hasta ahora, es la mejor respuesta. Drogas como la marihuana dan lugar a muy poco consumo problemático, genera mucho menos daño social que el alcohol y el tabaco. Entonces, ¿qué estamos logrando con mantenerla ilegal? Alimentamos el negocio del narco y no resolvemos ni las adicciones ni la criminalidad en torno al tráfico. En el mundo hay una postura radical de legalización de las drogas que es cada vez más respetada y vista como una alternativa a evaluar. En Chile casi no se habla de esto, es un tema tabú. No creo que Chile deba hacer eso unilateralmente, pero si debiera ser parte de ese debate y mirar lo que se está hablando en el mundo.

En el caso de la marihuana en particular, dada la posibilidad de ser autocultivada ¿te parece viable construir una regulación sobre el autocultivo para evitar que la gente se mezcle con la delincuencia?

Me parece que es un debate que tenemos que empezar a dar, creo que todavía el clima en Chile es todavía muy adverso a esto, es impresionante…

… pero es como el cuento de qué fue primero si el huevo o la gallina: ese clima adverso lo ayudan a crear las propias autoridades…

Por eso es un debate que hay que empezar a dar, porque es la manera de cambiar ese clima, porque lo que hay que hacer es desnudar la farsa que hay detrás de este discurso prohibicionista, eso es lo que hay que hacer, no hay que hacer una campaña diciendo que “viva el consumo de las drogas”, porque el consumo de drogas es algo delicado que muchos no saben manejar, no han recibido herramientas para enfrentarlo responsablemente y son muy vulnerables. Lo que hay que decir es que el abuso de las drogas no se resuelve con esta política prohibicionista y que, al contrario, ésta reproduce la criminalidad. Los datos para eso son evidentes, no son opinables, son datos objetivos. Entonces se podrá discutir realmente cuáles son las mejores alternativas de la política actual pero que esta no es efectiva, eso está demostrado: no funciona.

¿Qué rol les ves a los usuarios de sustancias en la elaboración de políticas públicas o programas sobre drogas?

Sería un gran avance porque significaría dejar de criminalizar a esta población. Hay una población que está enferma, que hay que tratarla como tal; pero hay una población que consume, y que es la mayoría, y que no está enferma, que es consumidora sana. Son ciudadanos comunes y silvestres que tienen que ser parte de un debate de un tema que les afecta. Esta lógica en la que hemos estado todo este tiempo, ha impedido eso porque todo esto ha quedado metido como un rincón de lo que no se puede aceptar en la sociedad. Creo que pensar en políticas de nueva generación, parte también porque los que son actores afectados tengan voz en esa discusión, unos y otros, porque hay realidades muy distintas, o sea, no existe “el” consumidor de drogas, hay consumidores de distinto tipos de drogas, con distintos tipos de consumo y son realidades muy distintas; así como no existe “el” consumidor de alcohol…

Y a propósito, el Ministerio de Salud plantea que se puede consumir alcohol con responsabilidad, y la pregunta que uno se hace es ¿por qué se puede consumir con responsabilidad esa droga y ninguna otra?

Creo que en este debate, antes que nada, hay que imponer una lógica de racionalidad y de objetividad porque efectivamente tratamos como distintas situaciones que son iguales y tratamos como iguales situaciones que son distintas. No hay ninguna razón por la cual sustancias que puedan generar adicción o que puedan tener consumo sano, como el alcohol y otras drogas, se traten distintas; y no hay ninguna razón por la que tratemos igual un consumidor recreacional de una droga blanda que a un consumidor problemático de una droga dura, sin embargo, los tratamos iguales. Ese ni siquiera es un tema de valores ni de convicciones, es, simplemente, un tema de irracionalidad.

¿Esto es tema para el PPD… para la Concertación?

Las personas interesadas en esta discusión, normalmente están ligadas a las temáticas de salud, eutanasia, aborto, de libertades públicas o de seguridad pública, pero muy rara vez se discuten institucionalmente porque son de esas materias en donde se asume que hay muchas diferencias de opinión y que va a seguir habiéndolas. Hay un grupo importante de actores políticos más tradicionales que en estos temas, o no tienen opinión, o no quieren tenerla y prefieren dejarlos a un lado. Si nosotros vamos a postular a dirigir de nuevo este país, creo que debemos pensar seriamente y hacer una oferta más creíble en esta materia. La experiencia que hemos vivido en materia de seguridad o en drogas, de haber sido ambiguos en ciertas cosas o no haber defendido con más convicción las creencias que tenemos, nos pasó una cuenta política muy grande mientras fuimos gobierno y le ocasionó a este país el tener que sufrir lo que estamos viendo ahora: que se impusieron ciertos tipos de políticas que ha provocado más inseguridades que nunca en las calles en Chile.

¿Crees que va a ayudar a abrir la discusión la ampliación del padrón electoral por la inscripción automática y el voto voluntario?

Creo que eso va a ayudar mucho a que personas que nunca han considerado estos temas, cambien su posición por una razón pragmática; pero lo que yo estoy planteando no tiene que ver con la evaluación electoral, tiene que ver más bien con una evaluación de los resultados de una experiencia de 20 años de gobierno en que en materia de drogas, se siguió bastante la corriente de la época y no quedamos satisfechos. Hablamos de prevención, pero no le dimos real prioridad a eso ni le dimos recursos suficientes. Hicimos políticas de seguridad interesantes, que tuvieron resultados positivos, pero no las defendimos, vivíamos dando explicaciones y no convencíamos a nadie con esa actitud. Cedimos al discurso prohibicionista en materia de drogas y terminamos diciendo que la marihuana era lo mismo que la cocaína, y con eso perdimos la credibilidad de los jóvenes que saben que eso no es cierto. Creo que en estas materias ya no hay espacio para quedarse a medio camino, hay que ir mucho más a fondo, independiente de la entrada de los nuevos votantes.

¿Alguna anécdota personal, historia de juventud con alguna sustancia?

Muchas historias, muchas historias…mejor dejémoslo hasta ahí no más (se ríe). Una que sucedió en un programa de televisión de la Tati Pena en los 90`. Estaba yo con tres representantes juveniles de la época que eran Rodrigo Rocco (PC, Presidente de la Fech), Ángel Carcavilla, y Rafael Gumucio; entonces empezamos a hablar de mil cosas y entre medio la Tati pregunta “y ustedes ¿han consumido marihuana?”, y me pregunta a mi primero y yo digo: “bueno, como todo el mundo, obvio que he consumido”, y empieza a dar la vuelta y Rocco dice: “no, jamás en la vida consumiría marihuana”, después Rafael Gumucio dice “¿marihuana? yo no ni cagando”, y luego Carcavilla dice algo confuso… no me acuerdo, pero al final yo era la única después de haber dicho “bueno, todo el mundo consume marihuana”… fue una experiencia traumática en mi vida (cuenta entre risas).

Y hoy día, ¿cuál es la droga preferida de Carolina Tohá?

¡¡¡Pucha!!! no estamos en un periodo de mucha actividad, estamos en un período de abstinencia lamentablemente –se ríe-, la única droga que he seguido probando de vez en cuando es la marihuana, no he consumido otra. Cuando joven probé otras drogas y tuve experiencias divertidas pero hoy día no calzarían con mi vida. De vez en cuando me toca ver por ahí algunos pitos… pero muy a lo lejos”.