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En la favela lo que es criminalizado no es la droga, es la pobreza, el color de piel

Daiene Mendes es periodista y vive en Complexo de Alemão (Río de Janeiro) donde creó el proyecto «Favelê» con el propósito de influir en los jóvenes y construir en ellos una relación con la lectura.

Colaboró con el periódico «The Guardian» y hace parte de «Movimentos», organización que cree que una nueva política de drogas es urgente y que ha participado en grupos de trabajo con Amnistía Internacional acerca de este tema. Hablamos acerca de la relación de la favela con las drogas, racismo y proyectos legislativos acerca de la regulación de la marihuana.

Por Gabriel de Lucia Murga

¿Cómo usted ve a las personas que viven en las favelas que se articulan por otra política de drogas?

Mira, creo que comienza una articulación política con «Movimentos». Antes, no veo ningún espacio dentro de la favela, o colectivo, o grupo que estuviera trabajando en esa temática, que estuviera pensando en eso. Históricamente las personas de las favelas, los pobres, los negros siempre estuvieron alejados de todos esos lugares de decisión. Es difícil imaginar cómo uno podría cambiar un escenario, contribuir al cambio de un escenario o a la formación política de algo, si la gente nunca se ha visto insertada en ninguna política pública. Nunca se vio en ninguno de los espacios. Esto empieza a cambiar un poco en el gobierno de Lula (expresidente) cuando vienen las obras del PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento – que hizo algunas obras de infraestructura en algunas favelas) – que la gente empieza a tener una noción de gobierno, de estado hacia dentro de la favela. Esto es muy reciente, entonces «Movimentos» surge exactamente con ese anhelo de hablar. Hasta el día de hoy, el resultado de todas esas políticas fue la exterminación de nuestro pueblo, nuestros amigos siendo asesinados.

Y ahí la gente pensó que, nosotros como comunicadores de favela, acabábamos hablando mucho de violencia, pero no hacía exactamente el vínculo entre la guerra a las drogas y la violencia que la gente estaba recibiendo diariamente. Entonces a eso me refiero cuando «Movimentos» es ese primer paso para que la favela pueda discutir sobre una política de drogas.

La Favela es el territorio del conservadurismo. Entonces hay mucha gente que cree que todas las terrazas de la favela van a poder plantar pies de marihuana, que la gente va a vivir con la producción que está en sus losas, eso no es real. La favela todavía está conectada con preceptos religiosos. Yo suelo decir siempre que tiene muchas más iglesias que puntos de venta de drogas en la favela. A partir de ahí tienes esa noción de que ese escenario, ese contexto que la gente está hablando. Era inimaginable alguien de la favela o grupos de favela estar pensando políticamente, y «Movimentos» viene en contra de eso y propone la discusión de la posibilidad de construirse, de pensar una política de drogas que tenga la favela como centro del debate.

¿Cómo queda el derecho a la autonomía de alguien que cultiva su propia marihuana en la favela, independiente si es con fines medicinales o para su propio uso? ¿Usted percibe una relación semejante en otras partes de la ciudad?

En la favela lo que es criminalizado no es la droga, es la pobreza, el color de la piel. Son condiciones externas a eso. Pensar que la criminalización es de la droga es un error. Porque es solo mirar el escenario de la ciudad. Se permite usar drogas en determinados espacios. En la favela no es «buena vibra» usar marihuana o cualquier otra droga. Si subo mi calle fumando un porro, voy a estar directamente relacionada con alguien del tráfico de drogas. Si hay un lugar que no es bien visto el uso de la marihuana y de otras drogas es en la favela. Ahora, si pasas en la Plaza San Salvador, y otros espacios ricos de la ciudad, la policía te mirará de otra manera, aunque seas negro. Si eres negro y rico y estás fumando en la zona sur, la policía te va a abordar con violencia. Y si hay una persona blanca y una negra, la policía va a elegir a la última. Pero en la zona sur el tratamiento va a ser diferente de lo que pasa en la favela. Lo que es criminalizado es la pobreza, el color de la piel. Creo que eso es lo que tensa las relaciones.

Y en un escenario diferente, con la reglamentación de la marihuana para uso medicinal y personal, ¿cuál debería ser el papel de las favelas?

Creo sinceramente que la tendencia es que la favela no tenga ninguna participación en esos espacios. Que siga siendo criminalizada si no por la droga y con la justificación de la lógica de guerra contra las drogas, la favela muy posiblemente va a seguir siendo criminalizada por otros factores de desigualdad social. Creo que, si Brasil decide tratar de una manera lógica y coherente el tema de las drogas, lo que creo que sería posible como propuesta es que, en los primeros diez años, todo el lucro de la recaudación de la venta de marihuana sea directamente orientado hacia las favelas. Se dirige a proyectos de urbanización, saneamiento, de educación, salud. Este dinero necesita minimizar y reparar los años de políticas fracasadas, lo que las personas de las favelas sufren y vienen sufriendo desde hace décadas.

En mi familia (hasta mis abuelos), no ha habido una persona que me cuente un escenario diferente de criminalización: de la pobreza, de la vivienda, del espacio que la gente vive. Mis padres pasaron por eso, mis abuelos pasaron por eso, yo paso por eso diariamente, mi hermana pasa por eso. El escenario no es de mejora, es siempre de más restricción de derechos, más truculencia, más violaciones, más actuación truculenta de la policía. En el escenario de regulación de las drogas, el dinero, que es la principal justificación para no tener ningún tipo de incentivo dentro de las favelas, que se piense en mecanismos de garantía para que este dinero vaya directamente a las favelas, que los presos por tráfico de marihuana sean amnistiados y que se piense en un proceso de reparación para estas personas que estaban presas.

Todavía me parece que las grandes empresas que van a tener la producción, olvidan que van a tener terrazas plantando marihuana. Incluso si toda la favela produjera las plantas, lo nuestro sería considerado ‘pobre’. Arriesgo a decir que esto puede ser el inicio de un proceso de reducción de desigualdad, usar este dinero (de la marihuana) para tapar ese agujero. Girar la pieza del rompecabezas, al contrario, tiene una pieza (la favela) que está desconectada, ella necesita conectarse.

La favela tiene voz y voto. ¿Usted nota un aumento de la movilización de los candidatos que hacen campaña proponiendo un cambio con relación a la marihuana y otras drogas?

En un análisis superficial que yo pueda hacer, no veo grandes avances de perspectivas respecto a la regulación o el posicionamiento de estos candidatos con relación a las drogas de manera general. Sigo mirando esta zona como el territorio del conservadurismo. Esas personas están siempre muy conectadas a la religión, y la gente conoce como la vieja política se organiza. Sinceramente no veo muchos avances en este campo, principalmente por el hecho de que los diputados quieren voto. La droga es un tema polémico, entonces no va a estar en la boca de los que quieren ganar votos principalmente en estos espacios.

Ahora, ¿por qué esos espacios tienen esa percepción digamos que «maligna» sobre las drogas? Porque la gente está más cerca de los efectos negativos de la política de drogas que de los efectos positivos que ellas nos pueden proporcionar. Hay una percepción sobre drogas por experiencias muy cercanas a personas que usan drogas y tienen problemas con el abuso de drogas, la referencia es siempre negativa. Entonces, ningún político va a querer asociar su lucha a una cosa considerada ‘mala’. La mayoría de los políticos que se posicionan favorables a eso vienen de la zona sur. Y son los que están más cerca de la gente en ese momento porque están hablando lo que la gente está diciendo. La expectativa es que los movimientos influencien al punto de tener otras candidaturas que estén pensando en ello.

Tiene algunos pequeños avances, tras el asesinato de Marielle varias mujeres negras, faveladas, se posicionaron y se colocaron en la línea de frente de esa disputa. Cuando uno se levanta para hablar, nos matan. Marielle fue un ejemplo de eso. Ahora, pensando aquí en otros nombres está Mónica Francisco, que es una candidatura que viene de la Favela, del Borel (villa/favela en la región de Tijuca) y entiende muy bien esas relaciones y que se posiciona de una forma diferente de las otras candidaturas de la vieja política. Estamos caminando quieren ganar votos principalmente en estos espacios.

Ahora, ¿por qué esos espacios tienen esa percepción digamos que «maligna» sobre las drogas? Porque la gente está más cerca de los efectos negativos de la política de drogas que de los efectos positivos que ellas nos pueden proporcionar. Hay una percepción sobre drogas por experiencias muy cercanas a personas que usan drogas y tienen problemas con el abuso de drogas, la referencia es siempre negativa. Entonces, ningún político va a querer asociar su lucha a una cosa considerada ‘mala’. La mayoría de los políticos que se posicionan favorables a eso vienen de la zona sur. Y son los que están más cerca de la gente en ese momento porque están hablando lo que la gente está diciendo. La expectativa es que los movimientos influencien al punto de tener otras candidaturas que estén pensando en ello.

Tiene algunos pequeños avances, tras el asesinato de Marielle varias mujeres negras, faveladas, se posicionaron y se colocaron en la línea de frente de esa disputa. Cuando uno se levanta para hablar, nos matan. Marielle fue un ejemplo de eso. Ahora, pensando aquí en otros nombres está Mónica Francisco, que es una candidatura que viene de la Favela, del Borel (villa/favela en la región de Tijuca) y entiende muy bien esas relaciones y que se posiciona de una forma diferente de las otras candidaturas de la vieja política. Estamos caminando hacia ese momento, muy influenciados por la lucha de Marielle. Tal vez no ahora, pero en la próxima elección sea posible influenciar a un grupo mayor de personas, expandir el Movimiento a otros espacios de Brasil. Si la gente quiere construir una política de drogas a nivel nacional es preciso interactuar con otros estados, otras periferias.

En el Congreso hay actualmente 4 proyectos acerca de la reglamentación del Cannabis, que están parados y 14 contrarios, previendo penas aún más severas incluso para los usuarios, que avanzan lentamente. ¿Es una lucha aún lejana por el fin del prohibicionismo?

La gente tuvo algunos encuentros, estudió y conoció un poco el proyecto de Jean (Wyllys, diputado en su segunda legislatura por el Psol-RJ). Pero así, particularmente todos estos proyectos tienen una fecha, el de Jean fue presentado en 2014. Si usted lo piensa, esa discusión no estaba ni cerca de la gente. Como dije, la favela siempre ha estado lejos de las capas de decisión, de los lugares que piensan, proponen y deciden cómo va a ser la ciudad o estado. En 2014, la gente ni siquiera sabía de este proyecto. Acontece que ninguno de estos proyectos tiene la favela como centro de la discusión sobre droga, ni la citan. Sucede que lo que es criminalizado no es droga, es la pobreza. Entonces si tuviera clubs de cannabis en la favela la policía va a seguir actuando con truculencia si no se piensa en una política de reparación de los daños causados por la guerra a las drogas en ese país. Mientras no se piense en eso la favela va a seguir siendo criminalizada, la favela va a seguir siendo territorio de excepción. En la favela si puede hacer uso de un «mandato colectivo», en Leblon, en los condominios de la Barra y de la Zona Sur no se puede. La favela no tiene ni mapeo de censo, acá no hay estado y no hay gobierno.

Mínimamente, en ese punto, la favela debería ser priorizada. Las políticas de reparación deberían ser priorizadas. Porque históricamente la favela quedó fuera de las discusiones acerca de la ciudad o sobre los rumbos del país. La favela no forma parte. Pero en la lógica de guerra contra las drogas, las favelas y periferias en general, los lugares pobres, son siempre las consideradas minorías las más afectadas. En este momento, para esa decisión el país debería priorizar (las periferias). Si alguien rico tiene la tecnología e inversión necesaria para cultivar, puede abrir un llamado para colocar a alguien pobre como socio, para que esta persona se pueda enriquecer y el dinero se quede en la periferia. No es posible pensar en una política de drogas, sin que las personas que están en esos espacios sean contempladas, estén en el centro de esta discusión, participen de esta construcción. La solución a la guerra que se vive en las favelas va a estar cuando dejen de mirar a la favela como un problema y mirar a ella como la solución. Como la poseedora de la solución. En la favela está la solución para la mayoría de los problemas de la ciudad.