Cuando el nuevo amigo de Donald Trump, Rodrigo Duterte asumió la presidencia de Filipinas, prometió encabezar una guerra a punta de sangre y balazos contra los narcotraficantes e incluso castigando a los consumidores.
Y el enfermo cumplió su promesa de campaña, ya que en sólo siete meses murieron ocho mil personas en manos de los agentes de la policía personal de Duterte, donde muchos fueron “ajusticiados” sin el debido proceso, es decir, pasando al menos por un tribunal o una investigación que los sindique como culpables.
Luego de este descarado derramamiento de sangre, el loco filipino empezó a recibir el repudio internacional, y como el tipo es valiente (pero sólo con guardaespaldas armados) decidió suspender la persecución por un mes.
Al pasar esos 30 días, Duterte volvió a sacar el enfermo que lleva adentro dejando un saldo del terror: 107 sospechosos asesinados por agentes tras “supuestamente” resistir el arresto durante 4.973 operaciones policiales en todo el país.
Los policías han visitado en el último mes 578.246 domicilios y han detenido a 7.940 sospechosos, según los datos oficiales. El jefe de la Policía filipina dijo que 71.620 drogadictos y traficantes se han entregado voluntariamente a las autoridades desde el inicio, el 7 de marzo, de la operación Double Barrel Reloaded (Doble Cañón Recargado), como se conoce a esta segunda fase.
Así las cosas, y bajo el amparo de un tipo que es capaz de invadir un país mientras come con el presidente Chino – nos referimos a Trump–, la matanza de su partner Filipino no tiene fecha de vencimiento si la comunidad internacional, – y nosotros mismos–, hagamos algo por denunciar esta y otras locuras cuando el estado se transforma en terrorista y la gente en las víctimas.
Fuente: http://eldia.com.do/en-filipinas-el-presidente-duterte-ha-eliminado-mas-de-100-narcos/