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«El derecho al autocultivo hay que protegerlo y desvincularlo de todo lo que es tráfico»

Juan Ignacio Latorre (41) es senador por Valparaíso y ocupa uno de los 21 escaños que el Frente Amplio tiene en el Congreso. En noviembre de 2018, junto a 18 parlamentarios de oposición, firmó una declaración donde se buscaba reimpulsar el proyecto de ley que despenaliza todos los usos del cannabis, presentado por el diputado Vlado Mirosevic en 2014. De profesión psicólogo, fue voluntario en el Hogar de Cristo y conoció de cerca el trabajo de rehabilitación en la Fundación Paréntesis. Dice que le dará su voto a la Ley de Cultivo Seguro cuando esta se tramite en el Senado, más allá de las discusiones internas que se pueden dar al interior de su partido, Revolución Democrática.

Senador, ¿qué visión tiene usted acerca de la política de drogas en Chile?

Tengo una visión crítica. Creo que ha estado basada en esta guerra contra las drogas que no es de Chile, esto es de EE. UU., es una política internacional. Hay mucha evidencia a estas alturas del fracaso que ha significado esa guerra contra las drogas, por ejemplo, en términos de la cantidad de recursos que se destinan a combatirla. Es una guerra que fracasó.

¿Cuál es su lectura desde adentro del Senado?, ¿por qué cuesta tanto avanzar en la discusión a pesar de la evidencia?

Mi impresión es que en algún momento se hizo el link de manera muy fuerte, con poca evidencia, poca rigurosidad, pero se hizo el link comunicacional entre droga y delincuencia, y delincuencia pasó a ser el principal problema en la agenda política y de preocupación ciudadana en las encuestas. Esto partió muy fuerte, yo diría, a mediados o finales de los noventa y toda la década del 2000. En todas las encuestas de opinión, la principal preocupación era y es la delincuencia que se asocia con la droga. Entonces tener una postura «más blanda» contra las drogas, ser más tolerante, más racional, una alternativa al enfoque tradicional de guerra contra las drogas, era sinónimo de estar avalando la delincuencia y a los narcotraficantes, todo aquello que la sociedad no quiere y todo lo que el mundo político se la jugó por ponerlo como primera prioridad en la agenda. Eso además de todo el dinero que se mueve, gasto público, privado, circuito, insisto, policía-tribunales, es un círculo que no es llegar y desentrañar de un día para otro, sino que en el fondo se alimenta recíprocamente y yo creo que ha habido una inercia, donde cada gobierno sigue haciendo más de lo mismo y sigue en esta lógica, insisto, yo creo que la política de EE. UU. es muy fuerte y marca pauta; salirse de eso no es fácil.

¿Cómo se resuelve políticamente este dilema?

Creo que ahí tenemos un desafío los sectores más progresistas de plantear con fuerza y claridad pedagógica lo que han hecho otros países en un intento de políticas que han tenido mejor resultado.

¿Hay una parte de los sectores más progresistas de la izquierda que caen también en esta lógica de guerra contra las drogas? ¿Es parte de la dificultad?

Yo creo que sí, es lo que le pasó a la centroizquierda, a la Concertación, que no se diferenciaba de la derecha en cuanto a la manera de abordar el problema. Los sectores de centroizquierda llegaban al gobierno y decían acá tenemos que competirle a la derecha en esto, pero al final no tenían una propuesta alternativa, y ha costado construirla. Menos mal que otros países lo han hecho y lo están haciendo. Ojo, que igual son cambios que se han hecho hace pocos años y hay que evaluar su impacto y su evidencia. Pero por lo menos hay maneras alternativas de enfrentar estos problemas con menos violencia, con menos muerte; con una gestión menor del riesgo. Y ahí están los ejemplos de lo que está haciendo Uruguay, Portugal, Canadá, algunos estados en Estados Unidos también, que han logrado, a partir del fracaso de la guerra contra las drogas en términos de su resultado, construir alternativas, y eso es lo que ha faltado aquí en Chile. Y como Frente Amplio tenemos un desafío ahí.

La diputada Pamela Jiles hizo una defensa en torno a la idea de aplicar el narcotest a las autoridades y parlamentarios, ¿usted cree en ese tipo de medidas?

Eso es populismo, para la galería, no tiene ningún efecto. Entiendo que lo propuso en su momento Lily Pérez… bueno, hay varios… No tiene mayor impacto. Hay distintos argumentos. Se dice: bueno, yo no quiero que ningún parlamentario esté financiado por el narcotráfico. Yo tampoco quiero, ni que ningún partido político esté financiado, pero de ahí a la derivada de que te haces un narcotest, sales positivo, y lo linkeas con el financiamiento de las drogas, me parece que no ha lugar. Yo prefiero un debate más racional, o sea, el consumo en Chile no está penalizado, el consumo es una decisión individual, es parte de una libertad individual, qué consumes o no consumes. Ahora, lo que sí le tengo que pedir al parlamentario es que si va a trabajar ?igual que a cualquier trabajador? no lo haga bajo los efectos de drogas o alcohol, si va a conducir un vehículo que no lo haga bajo los efectos de drogas o alcohol.

Aprovechando su experiencia trabajando en el Hogar de Cristo, ¿qué está pasando con el tratamiento de las adicciones en Chile?

Yo soy psicólogo de formación y mi tesis de pregrado la hice en el modelo de reducción de daños. Mi profesor guía fue Paulo Egenau del Hogar de Cristo, y después trabajé, o sea, fui voluntario primero en el Hogar trabajando con niños y adolescentes en situación de calle, y después como psicólogo. Estuve casi tres años en la Fundación Paréntesis, centro de rehabilitación. Conozco el tema, me metí en el debate teórico también. Y un debate que se está dando en el mundo es que la eficacia de los tratamientos es limitada. Y más aún de estos tratamientos basados en el modelo de la abstinencia, de exigir la abstinencia como requisito para entrar, como meta única de éxito, lo que se llama tratamientos de umbrales altos de exigencia al usuario y además de medida única. Y esto que partió con modelos más morales, de castigo al usuario y después derivó a modelos más de enfermedad. Es decir, la adicción es una enfermedad, el adicto es un enfermo, requiere ayuda, pero una ayuda que es también paternalista, del saber del médico, en el fondo, terapeuta. Y que le exige ciertos pasos, cierto diseño terapéutico para tener éxito. Y cuando tú revisas los resultados de esos tratamientos con estudios longitudinales en el tiempo a las personas que egresan de los programas, la verdad es que el porcentaje de éxito es más bien bajo, en el sentido de la abstinencia total. Y desde ahí surge el modelo de reducción de daños como algo muy relevante en términos de decir: oye, acá se requiere un tratamiento mucho más pertinente a las personas, porque las personas son distintas, con diversidad de esquemas, con metas terapéuticas donde el usuario puede participar, puede consensuar.

Hablando ya sobre cannabis, ¿a su juicio es necesario o no un nuevo modelo de regulación? ¿Qué es lo que hay que regular, en definitiva, respecto al cannabis?

Yo creo que en Chile, dada la cantidad de gente que es detenida por infracción a la ley de drogas, me parece que hay que proteger mucho más, o sea, que el tema de la despenalización quede mucho más protegido. En Chile no es un delito consumir, y el tema del autocultivo, el derecho al autocultivo, hay que protegerlo mucho más y desvincularlo de todo lo que es tráfico. Muchas personas son detenidas por porte de pequeñas cantidades de drogas o les allanan sus casas por plantas de marihuana, se les requisa, etc., hay un ámbito de personas que no deberían ser detenidas ni pasar por el sistema de administración de justicia.

¿Para usted es viable considerar otras opciones de abastecimiento de cannabis reguladas, más allá del autocultivo?

Sí, yo creo que lo que ha hecho Uruguay, por ejemplo, con los clubes de cannabis, las farmacias, de una venta regulada desde el Estado, es avanzar desde la despenalización a una legalización regulada, en el fondo.

¿Y la opción de abrir un mercado regulado?

Yo creo que es un debate que hay que dar. No sé si tendríamos las mayorías parlamentarias para ello; pero me parece que es un debate que hay que dar. Yo acá creo que en esto, más que adoptar posturas como desde el fanatismo, hay que mirar estos modelos, la evidencia, los pros y los contras e ir dando pasos en esa dirección, creo más en estos cambios graduales… habría que mirar la regulación de ese mercado, hay que mirar elementos económicos, de salud, educativos, de exigencias a ese mercado. No soy partidario de retroceder al prohibicionismo que ocurrió décadas atrás en Estados Unidos con todas las consecuencias de muerte, violencia, etc., pero sí soy partidario de exigirle estándares distintos a cualquier mercado, no es lo mismo vender tabaco que vender dulces, ¿no?

Totalmente de acuerdo. Ahora, ¿esto es una opinión más bien personal o del Frente Amplio al que pertenece?

Yo creo que tendríamos que discutirlo. No me atrevería a decir que esta opinión que estoy dando, y que es más personal, es la opinión oficial, ni siquiera de mi partido, y lo quiero dejar muy claro. De hecho, nosotros en RD estamos armando una coordinación de políticas de drogas. Nos definimos en relación con algunas cuestiones mínimas, pero no hemos dado una discusión acerca de políticas de drogas. Yo estoy metido ahí. Y en el fondo tienes que equilibrar visiones de gente desde el área de la salud, médicos, científicos que tienen una serie de aprensiones que hay que escuchar, y una serie de activistas que dicen que hay que ir avanzando hacia la legalización. Y en el Frente Amplio están las posturas desde, no sé, yo he escuchado a Vlado Mirosevic del Partido Liberal, más desde una perspectiva liberal, económica, decir, esto hay que legalizarlo, y otros que dicen esto es más bien un mercado regulado, pero lo que sí creo es que no hay dos posturas frente a la despenalización, al menos yo no he escuchado dos posturas en las orgánicas del Frente Amplio ni en mi partido, en eso nosotros estamos por evitar que la gente pase por el circuito penal o sea detenido. Queremos despenalizar.

¿Qué le pareció el informe sobre cannabis medicinal del Colegio Médico?

A ver, yo creo que ellos tienen un punto científico en donde ponen sobre la mesa una arista, que es la evidencia de lo dañino que podría ser, sobre todo el tema de la percepción del riesgo, frente a la señal que demos a la sociedad, el tema del consumo y el tema de la regulación sanitaria que les complica, que es estar prescribiendo algo que no tiene evidencia, lo que se llama la medicina basada en la evidencia, evidencia científica.

Según ellos.

Según ellos o según el paradigma científico que rige finalmente la medicina occidental hoy, o sea, las revistas científicas donde se comprueban los tratamientos, los fármacos que tú usas, las prescripciones que tú usas que han sido testeadas en animales, humanos, etc.

Ese excelente nombre de marketing de «medicina basada en evidencia», como casi cualquier creación humana, ha sido y es parte de un debate constante, no son las tablas de Moisés.

Exactamente. No es estático. Ellos van en una línea de un paradigma científico duro: decir que no hay estudios que digan, desde ese método en el fondo, que solucionan tal enfermedad. Pero, y ahí está la evidencia clínica, la práctica clínica de muchos médicos y familias, pacientes, usuarios que tienen una mejoría en sintomatología, sobre todo en efectos secundarios, ese es el punto. Yo creo que ahí al Colegio Médico tal vez le faltó hablar más del tratamiento secundario, que tiene que ver con aliviar síntomas, con mejorar la calidad de vida, aliviar el dolor, frente a las personas que han buscado respuesta en la medicina tradicional y no la han encontrado, pero la han encontrado acá. Y además hay un médico que está acompañando esa experiencia, y ese médico prescribe, y dice: mira esto. Entonces, claro, los médicos del otro lado dicen sí, bueno, los médicos también prescriben gotitas de no sé qué, perfecto…

O incluso remedios… y van probando… tienes que llamar al médico, quien a veces modifica la dosis, etc.

Exactamente. Entonces también hay ahí un no validar esa experiencia de médicos que lo usan en Chile y en el mundo. Hay una discrepancia, y yo se los planteé a la gente del Colegio Médico, tuvimos una reunión, fue gente de mi equipo. Y además hay parlamentarios médicos que apoyan este proyecto al igual que nosotros, la bancada de diputados lo apoya y si pasa al Senado lo voy a aprobar, eso no está en discusión. Lo que sí creo es que hay un punto del que no me había percatado en lo que plantea el Colegio Médico, que ha ocurrido, entiendo, en otros países que han regulado el tema del cannabis medicinal, y es que en el fondo entra un mercado de actores que empiezan a certificar y eso tiene que pasar por cierta regulación sanitaria, que es esta modificación del Código Sanitario que plantea el proyecto, y que hoy día en Chile se está planteando como una cosa artesanal. Ahí hay un punto que hay que mirar para adelante.

En el informe del Colegio Médico hay una cita muy debatible donde se asegura que el cannabis sería la segunda droga asociada a causas de muerte por drogas en el mundo.

No, yo creo que… de hecho vengo leyendo que la OMS en sus informes hace mucho tiempo está diciendo que entre el tabaco y el alcohol estarían las principales causas de muerte.

Nosotros no encontramos ningún ranking en el que aparezca este dato que cita el Colmed, y los que hay no se acercan ni remotamente.

Hay un dato que me parece que es en el estado de… si no me equivoco, puedo buscar, no recuerdo si es Colorado o San Francisco, pero en uno de los estados de Estados Unidos donde se avanzó en la despenalización y mayor legalización de la marihuana, hay datos de aumento de accidentes relacionados con personas bajo el efecto de la marihuana, pero muy acotado.

¿Y qué le parece la afirmación del Colegio Médico sobre este punto?

Me parece que es exagerado y poco serio, habría que ver la fuente de dónde lo citan, de qué estudio sacan esa cifra, pero, claro, eso parece poco serio. Ahora, no creo que se debe centrar el debate ahí. Muchas veces se entra en un debate de los que están a favor de la marihuana como si la marihuana fuera algo bueno per se, y los que están en contra ven a la planta como algo diabólico. Yo creo que ese debate no ayuda a un debate racional respecto de usos, riesgos, daños, etc.

Convengamos que esa idea de que es «buena per se» es más bien una caricatura que se ha construido sobre quienes hemos planteado lo contrario. Es como lo que le pasa a la Fundación Daya que se les cuelga la caricatura de que promueven que la gente plante, se fume un pito y se cure del cáncer…

Es parte de una caricatura que yo no comparto. Por eso es que quiero tratar de salir de ese debate, porque a veces, y nos pasó internamente en el partido, entró en un debate muy de descalificaciones, muy de trinchera, en vez de una perspectiva con altura de miras, con datos, con cifras, etc.

Concuerdo con usted, pero nos parece delicado que un informe emitido por un Colegio Médico con estas características influya en los parlamentarios…

Creo no estar cometiendo una infidencia, pero a mí me comentó Rabindranath Quinteros, que es el presidente de la Comisión de Salud, que él leyó el informe con preocupación en términos de decir chuta, le tengo que dar una segunda vuelta, y en una de esas ?no lo he conversado con él?, detrás de esto de no tramitar el proyecto, de no darle urgencia, está el Colegio Médico instalando con fuerza su posición. Algo que no ocurrió en la Cámara de Diputados, porque esto pasó con un apoyo transversal, muy transversal, entonces algo pasó ahora en el Senado que se reactivó.

O sea, el informe influyó.

Por lo menos en algún sector me imagino que sí. Ahora, uno ve el apoyo, insisto, sigue habiendo un apoyo transversal. Hicimos un punto de prensa apoyando el proyecto y estaban desde Ossandón hasta Girardi. O sea, hay una transversalidad. Entre medio hay gente que tiene dudas, pero hay una transversalidad. No es un proyecto de trinchera. No es un proyecto de decir: oye, lo presentó la Karol Cariola, comunista, como lo que está pasando con las 40 horas de la Camila Vallejo. No, es una cuestión respecto de la cual mucha gente de derecha está a favor. Gonzalo Fuenzalida, que es muy duro en los temas de seguridad ciudadana y que muchas veces hace el vínculo droga-delincuencia, está a favor de este proyecto, porque entiende que es una cuestión acotada, que se trata de familias que ni siquiera consumen marihuana, en el fondo, que la usan de manera terapéutica para tratamientos complementarios, secundarios, para sus familias y dicen oye, por qué lo tienen que detener, por qué les tienen que requisar las plantas. Tiene que ver con eso, en el fondo, y más encima si hay un médico acompañando la experiencia, te da más seguridad. El peso de los médicos en Chile es muy fuerte.

¿Demasiado fuerte, tal vez?

Yo creo que a veces hay una cierta pretensión como… de hablar desde la verdad absoluta, desde una posición de poder, de asimetría, de decir yo sé esto y los demás tienen que acatar. Por eso valoro la experiencia de muchos médicos que trabajan desde la perspectiva de reducción de daños, que es como bajar un poquito del pedestal y acompañar las experiencias humanas de dolor, en el fondo, con mayor pragmatismo. Donde se tolera que las personas que sean parte de un tratamiento exitoso, por ejemplo, consuman moderadamente. Que consuman con cierta precaución de riesgo determinadas sustancias que son ilícitas.