De drogas psicodélicas y salud mental: el legado de Claudio Naranjo al mundo
Claudio Naranjo mantuvo vigente su concepción del mundo y de cómo vivir en él hasta su muerte hace pocas semanas en Estados Unidos. Y es indudable que, con la gran cantidad de seguidores y discípulos que dejó, esta se seguirá replicando por un par de generaciones.
Claudio Naranjo nació en Valparaíso en 1932 y se convirtió en médico psiquiatra a fines de la década del 50, en la Universidad de Chile. De ahí en más comenzó su perfeccionamiento en Estados Unidos, en temas referentes a la personalidad. Una estadía en Harvard fue el comienzo de sus investigaciones, los que lo llevaron, finalmente, a radicarse en Norteamérica.
Pionero en el estudio de enfermedades y padecimientos psiquiátricos y sus tratamientos con drogas psicodélicas, Naranjo comenzó a plasmar sus resultados con rigurosidad científica desde los años sesenta, en plena revolución hippie. Cuando los ácidos seducían al ímpetu de jóvenes que encontraban en ellos una respuesta a sus preguntas.
La relación de Naranjo con las drogas psicodélicas se basa en el estudio de la liberación de su propia mente como método de sanación. Investigó cuatros psicodélicos durante su carrera médica: ayahuasca, hongos, íboga y MMDA.
Viajes espirituales con Ayahuasca, atribuidos a costumbres chamánicas, lo alejaron de los métodos de la ciencia tradicional occidental y lo llevaron a mezclarse con la vanguardia contracultural de la época, con especial énfasis en temas como el feminismo o las libertades civiles.
Plasmó su experiencia en “El Viaje Sanador”, escritos que no se encuentran en español, editado en Estados Unidos y en Europa y que relata su proceso con las drogas psicodélicas, además de los resultados que pudo ver en sus pacientes.
Para Naranjo, la liberación de la mente a través de estas drogas que aumentan la percepción y la conciencia en quienes la usan es fundamental para el ejercicio de mantener en buen estado la salud mental. Término que en la actualidad se discute cada vez más, dadas las deficiencias en políticas públicas al respecto.
Debido a su cercanía y experimentación con estas drogas psicodélicas, Naranjo fue muy crítico del prohibicionismo norteamericano, en especial de los expresidentes gringos, Ronald Reagan y Richard Nixon, quienes atribuían casi todos los males de la sociedad de esa época al uso de drogas.
Así, califica como “una gran mentira” la guerra contra las drogas. Naranjo entendió el problema desde un comienzo. Y por eso no claudicó en su afán por liberar conciencias a través de lo que la misma naturaleza proporcionaba, como las plantas mágicas de diversas culturas latinoamericanas, africanas o asiáticas.
O como los psicodélicos que él mismo ayudó a crear, como el MDA y sus derivados. Hoy en día, el éxtasis es uno de los legados del trabajo científico y meticuloso, de personas como el psiquiatra chileno.
Su carrera incluye muchos más ámbitos que el uso de drogas como terapia. La nueva educación y el estudio de la personalidad son otras de sus grandes banderas de lucha y el desarrollo de sus investigaciones en las múltiples universidades y centros de formación donde ejerció como investigador y docente.
Hace pocos días, en Berkeley, California, Naranjo dejó de existir físicamente, pero es innegable el legado que deja uno que pareció totalmente adelantado a su época y que sentó bases de la ayuda al autoconocimiento proporcionada por esas drogas psicodélicas que liberan y, a la vez, provocan algo en los que lideran la guerra criminalizadora contra ellas.
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