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Dasic Fernández: Mi obra es la representación de la atmósfera

Entre latas, acrílicos y naturaleza, la obra de Dasic literalmente escurre colores. Verlo trabajar en sus pinturas y escucharlo reflexionar sobre ellas nos ayuda a resignificarla. Para el creador del paseo Bandera, la espontaneidad es fundamental para mantener limpia la obra.  Tuvimos la suerte de conversar con él en su taller en Santiago, ya que está radicado desde 2009 en Nueva York donde es considerado uno de los artistas callejeros más importantes de esa ciudad. Esta es la entrevista.

Por Paulo Matus G. / Retratos:  Claudia Araya

Es un día frío y lluvioso de mayo. Desde la ventana se ve el movimiento de los árboles sacudidos por el viento y cómo el cerro Manquehue desaparece entre una manta de nubes. Es la vista que se tiene desde el taller de Dasic Fernández (32) y que provoca la sensación de estar vinculado con la naturaleza.

En una de las habitaciones del estudio, el muralista chileno sumerge el cepillo del pincel en uno de los acrílicos, apoya su brazo izquierdo en el lienzo para mantener el pulso y comienza retocar una de sus obras incompletas. Nos explica que hay una herramienta para eso, el tiento, pero que con ella perdería libertad al trazar detalles. En cambio, se ayuda con su brazo para dar finas pinceladas de lo primero que se le viene a la cabeza. “Hay un espíritu de espontaneidad en lo que hago. Si uno trata de pensar mucho empieza a ensuciar la obra”, dice.

Mientras preparamos la grabadora, el cielo comienza a despejarse pero la lluvia continúa golpeando los ventanales del taller. Dasic nos invita un café para entrar en calor antes de la entrevista y se sienta delante del cuadro en el que trabaja: el retrato multicolor de una mujer que se descompone en decenas de gotas atraídas por la gravedad.

Aquella es la identidad surrealista y etérea de Dasic que se reconoce en los diferentes rincones y murales que interviene alrededor del mundo, y que lo destaca como uno de los mejores artistas callejeros de New York, ciudad donde vive desde 2009. En Chile, su última obra, la intervención urbana del paseo Bandera, estableció un nuevo punto de encuentro donde se combinan los espacios públicos con el arte callejero, y se convirtió en el segundo mural de piso más grande de Latinoamérica.

Pero, ¿cuál es la reflexión detrás de su trabajo? Eso, de a poco, lo vamos descubriendo a lo largo de la entrevista.

-¿Cuáles son las influencias que obtienes de New York y su cultura del graffiti?

-Todas. La ciudad me entrega influencias por todos lados porque la sociedad se compone de información, de códigos y una cultura que está alrededor de uno. Pero eso no le pertenece solo a una persona, es de todos. Entonces, trato de ser como una especie de juguera donde uno inserta todo lo que está pasando alrededor: política, moda, música, baile. Está todo ahí y, de alguna manera, eso te habla de mi imagen.

-Pero si pudieras describir los detalles que hay detrás de tu obra.

-Hay miles de detalles detrás de una obra, así como en la naturaleza. En mi caso, mi trabajo tiene una carga personal que viene de mi familia, por donde he vivido, por la gente con que me he relacionado, con las parejas que he estado, etcétera. Entonces, las imágenes que se me vienen a la cabeza son una mezcla de experiencias e influencias que retrato en la obra.

-¿Y cómo se reflejan esas experiencias?

-La obra es la conclusión de las experiencias que suceden en la vida de un pintor. Cada trazo conlleva una carga de experiencia y una carga emocional. Al final, la historia de cada uno está expresada en su obra.

-Hablando de experiencias, ¿el primer mural que te llamó la atención?

-Creo que no había algún mural que me llamara la atención. Lo que sí me llamó mucho la atención eran los murales de gran tamaño en la calle. Desde que tengo memoria recuerdo que me impresionó mucho eso, por ejemplo los murales de Villa Francia. Mi abuela paterna era de Maipú, entonces recuerdo que cuando íbamos a su casa los fines de semana les pedía a mis papás que nos fuéramos por 5 de abril para ver los murales de Villa Francia.

-¿Cuál crees que es el valor político detrás del arte callejero?

-Cualquier expresión artística, por muy figurativa o abstracta que sea, siempre tiene una expresión política detrás. No obstante, el arte callejero tiene una carga más fuerte. Es un poco más agresivo porque te estás adueñando del espacio público. Además, hay un valor diferente que estar trabajando en un taller. Al pintar en la calle también hay una necesidad de que la gente vea y participe de lo que estás realizando en ese espacio.

-En el momento en que terminas una mural, ¿a quién le pertenece?

-La propiedad intelectual de esa obra pertenece a mí (dice entre risas), pero una vez terminada la obra pertenece al nuevo lugar que se creó.

-¿Cómo es eso?

-La pintura callejera no funciona si es que no hay un espectador. Las cosas suceden en la calle. Porque los murales también responden a las cosas que pasan en los espacios en los que están, y esos espacios son parte de una ciudad en la que hay cierta cultura. La pintura no existe solamente por el hecho de haberla ejecutado, sino que hay una parte que no está presente visualmente, pero que también participa. Al final la obra es de todos, como sucede con la naturaleza.

PASEO BANDERA: SALIENDO DE LA ZONA DE CONFORT

A esta hora se ven algunos destellos amarillentos del sol que aparecen entre las nubes y que iluminan y se confunden con los colores de los cuadros en el interior del taller. Es un instante que se debe repetir diariamente y que refleja el diálogo de la naturaleza con la pintura de Dasic Fernández. Un detalle no visual que también participa en su arte y que cobra aún más sentido cuando el muralista  nos dice “mi obra es la representación de la atmósfera porque finalmente todo y todos estamos compuestos de lo mismo”.

Al terminar la entrevista, Dasic enjuaga los pinceles, recoge las tazas con restos de café y se despide de su taller en las faldas del cerro Manquehue. Probablemente no regrese en al menos un mes, por lo que sus obras incompletas seguirán compartiendo con la naturaleza.  Ahora lo esperan para una reunión en otro lugar de Santiago y luego viajará de regreso a New York. Es la ida y vuelta en la vida de Dasic Fernández.

-¿Qué viene ahora en tu carrera?

-Ahora estoy en una especie de vacaciones del paseo Bandera. Que fue un proyecto de arquitectura grande, lleno de complejidades, que nunca había hecho y que tampoco se me había ocurrido. Entonces, me cambió un poco el juego de cómo pienso la ciudad y cómo veo el arte dentro de mi cabeza. Por lo que está el desafío de salirme de la zona de confort para nuevos proyectos. Mientras tanto sigo trabajando en mi taller, pintando mis cuadros y preocupado de estar con mi hija.

-Finalmente, ¿qué oportunidades artísticas te entrega Chile?

-Acá como que todo es muy poco serio. Como que el ministerio de Hacienda realice un viaje a Boston para un encuentro de ex alumnos de la universidad. Entonces, de ahí para abajo yo creo que todo es poco serio. Pero, por el otro lado, el proyecto de urbanismo que terminamos en el paseo Bandera, no se hubiese logrado en Europa, por ejemplo, con todas las burocracias, los permisos y todo lo que hay detrás de un proyecto así; acá se realizó en un mes. Esas son las oportunidades que uno aprovecha desde el arte callejero.