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Daniel Jadue: «Una farmacia popular puede proveer droga de buena calidad, de manera segura y con registros reales»

En esta edición sacamos a Daniel Jadue de la discusión centrada en Venezuela. Paralelamente, le pedimos a nuestro director que desatendiera su Excel y conversara con el alcalde sobre los temas que nos convocan en este medio de comunicación. Ya instalados en la oficina ubicada en el sexto piso de la Municipalidad de Recoleta, los escuchamos conversar sobre drogas, formas de distribución y la profunda abstinencia que profesa el edil. Acá, parte de ese fuego cruzado.

Partamos por lo básico. Nombre, estado civil… Óscar Daniel Jadue Jadue; estado civil: feliz; 52 años; una hija; sociólogo, arquitecto, comunista y masón; chileno de origen palestino.

¿Jadue nació comunista, se hizo comunista, lo trae en la sangre, se lo inyectaron? ¿Te raptaron, qué te hicieron, te lavaron el cerebro?

Yo nací el 28 de junio de 1967. Ese día Israel estaba anexando Jerusalén después de la Guerra de los Seis Días. Tú comprenderás que en mi familia para todos mis cumpleaños de lo único que se hablaba era del drama palestino. Fue un tema que me caló desde muy pequeño. Y cuando empecé a tener conciencia, empecé a querer formarme respecto de la realidad del pueblo palestino. Llego a militar, primero, al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), de George Habash, en torno al año 81, 80. Estoy hablando de 13 años, 12 años. Y milito en el Frente Popular hasta el 13 de septiembre de 1993, que es el día en que Arafat firma los Acuerdos de Oslo con los israelíes. Yo por una visión muy crítica de lo que era ese acuerdo, que sabía que iba para ninguna parte, ese día tomo la decisión de dejar mis responsabilidades políticas en el mundo palestino y tomo como frente principal el chileno, al que nunca había estado ajeno. Entonces el 13 de septiembre del 93 renuncio a todos mis cargos y el 14 de septiembre del 93 me presento en la sede del Partido Comunista que estaba en Brasil y pido militancia.

¿Del 93? Yo pensé que…

Es que toda la gente que me conoce de esa época, entre ellos tú, tienen una visión mía en donde toda la parte previa no se conoce. Y tú veís a una persona que aparece, pero no le conocís la trayectoria.

No, es que uno piensa, 93… ya en democracia.

Sí, pero fui parte de la lucha por la democracia…

No, está bien…

Pero ese día entro a militar, era natural. Era pasar de un partido marxista-leninista a otro.

Oye, y dentro de tu racionalidad y entendiendo que tu propia biografía te va empujando hacia cierta sensibilidad…

Te va situando, la palabra no es empujando.

Situando, sí, pero hay algo que es cierto, que pesa hasta hoy día, una crítica política, que la izquierda ha tratado de hacer algunas cosas pero no lo termina de lograr, y que tiene que ver con ciertas posiciones no tan claras respecto a situaciones que se viven en regímenes de izquierda.

Sabís cuál es el problema, es que eso es una caricatura. Porque imagínate la caricatura de Trump diciendo hoy día que Kim Jong-un puede hacer de Corea del Norte uno de los países más grandes. Y lo dijo. Y no tiene problema en reunirse con él porque ahora se da cuenta de que es un líder formidable. Entonces, la verdad es que tenemos que situarnos: es una cuestión de principios o de interés. Porque si es de principios…

No, yo creo que son de intereses…

Exacto. Acá hay un tema bien relevante, la escala de valores. Nosotros vivimos en una sociedad que hipócritamente tiene sobrevalorada la libertad y tiene devaluado el bien común. Y esta es una discusión profunda. Porque yo digo bueno, ¿tú sacrificaríai algo de tu libertad pa’ que en Chile no amputáramos nunca más un pie diabético? ¿Sacrificaríamos algún grado de libertad pa’ que no siguiéramos destruyendo el medioambiente? Entonces yo te digo, mira, Cuba, que tiene un tercio del PIB nuestro, hace años que ya no amputa pies diabéticos y tiene el club de los 120 años. Los viejos viven con sus dientes perfectos, con sus vistas perfectas hasta los 115 años cagados de la risa y bailan, y tocan música, y son activos, y la sociedad los cuida como chiches. Entonces uno podría preguntar qué grado de libertad estamos dispuestos a sacrificar por el bien común; yo creo que esta es la discusión esencial. Porque la derecha es solo partidaria de la libertad económica.

Queda una cosa en el tema de los valores. La izquierda, en este país, en materia de drogas históricamente era bien fascistoide y apuntaba a una demonización de su consumo incluso antes de la política de guerra contra las drogas. ¿Tú creís que la izquierda se ha ido poniendo al día en este tema?

Creo que estamos dando dos discusiones paralelamente. Yo soy militante, tengo vocación de poder y aspiro a que algún día la izquierda nuevamente se gane el derecho de guiar a la sociedad. Desde la perspectiva de mi formación ideológica, tú no podís tener todas las mismas libertades que pregonizas para el resto, porque eres parte de la vanguardia. Si tú me preguntái, yo soy completamente partidario de la liberalización de todo el uso de drogas. Yo creo que el ser humano es tan libre pero tan libre que puede llegar a suicidarse, pero no matar. Porque además la discusión en nuestro país está completamente confundida en el sentido de que tratamos a los consumidores como delincuentes, y en el peor de los casos son enfermos pero no delincuentes; en el mejor de los casos son consumidores sociales, y si alguien me dice no pero es que la droga provoca adicción, provoca problemas, bueno, entonces prohibamos el azúcar y la harina que generan muchas más muertes en nuestro país por diabetes, y la sal, que son elementos mucho más dañinos que cualquier droga. Entonces uno dice ¿cuál es el criterio? yo digo, y nunca he fumado, nunca me he drogado, ni nunca he tomado, entonces hay dos discusiones: la discusión que se da para los que pretendemos ganarnos el derecho de guiar a la sociedad, a jugar un rol de liderazgo. Además tiene que ver con una formación, y te lo voy a decir con todas sus letras, la abstinencia es parte de la formación de la voluntad.

¿Algo así como un dogma?

No es un dogma, es una necesidad. Porque cuando te van a torturar, lo primero que buscan es romperte la voluntad para que delatís a todos tus compañeros. La pérdida, y esto lo aprendí en mi primera militancia, la pérdida del control sobre tus propios sentidos es una hueá tremenda en política. Porque uno se olvida de que del otro lado tenemos hueones dispuestos a destruir seres humanos para conseguir sus objetivos. Entonces a mí, la verdad, que todos quieran hacer lo que quieran, me da lo mismo. Imagínate lo que estar en un curso donde -yo salí cumpliendo recién los 16 de cuarto medio- y todos mis amigos: «hueón, vamos a chupar», yo, no, pero hueón, cómo no vai a tomar, cómo no te vai a fumar un pito. Vos sabís lo que es haber pasado por las escuelas de arquitectura y de sociología, de las dos carreras, y nunca haberte fumado un pito. A mí me veían como este hueón qué latero. Mira, te voy a contar algo que me pasó dentro del PC, con la Jota, hace creo que seis años. Congreso de la Jota, y me llega el afiche, me llegó aquí. Tiene que haber sido cuando yo recién partí. Y veo que habían tres cabros en el afiche y el último al lado de acá, tenía una mata de marihuana. Entonces llamo a la Jota y digo ¿por qué no se van a la chucha?. En serio. Una cosa es que nosotros seamos partidarios de la despenalización, y yo soy partidario de la legalización, incluso voy más adelante que la Jota hoy día, pero otra es que vayas a poner un afiche en la población en donde la señora que necesitamos que nos apoye está angustiada porque su hijo no puede salir de la droga y ¿voh la andái promoviendo? Esa es la mirada desde la perspectiva del estudiante universitario pijecito po. Eso es no entender la realidad. Entonces, sabís cuál es el tema, es que nosotros, los que estamos sobreideologizados y tenemos una serie de oportunidades que otros no tienen, es bastante sencillo decir oye, fumémonos un pitito. Pero el que no tiene horizonte claro, un sueño que abrigar, esa hueá lo puede destruir.

Pero ojo, también este país, son cifras oficiales, se caracteriza por ser policonsumidor y en ninguna parte, por ejemplo se ve el alcohol como droga. Eso te iba a comentar. Hace dos días estuve en una reunión con un conjunto de vecinos, todos mayores. Y les pregunté, bueno, ustedes son partidarios de la legalización. Nooo, por qué, dije yo. Porque es muy dañino para la juventud, respondieron. Y ustedes creen que porque es dañino lo tenemos que prohibir. Entonces yo les propongo que hagamos una campaña para prohibir la harina, el azúcar y la sal. Porque ustedes comprenderán que ustedes que son diabéticos tienen que medirse el azúcar cada vez que se comen un dulce y eso los va a matar a ustedes mucho antes de lo que la droga va a matar a cualquier persona. ¿Creen que es correcto el criterio? Y ahí como que todos recularon. Entonces, hay otra forma de entrar, y ese discurso es completamente distinto a decir: tengamos todos plantas en la casa y fumemos. Cómo le digo yo a la señora que lo que yo promuevo es que todos tengan marihuana en las casas. Yo la verdad es que creo más en el modelo de Mujica. O sea, me encantaría que las farmacias populares fueran las que distribuyeran la droga llevando un registro de los consumidores y poder pesquisar de manera temprana a los consumidores problemáticos, para poder tratarlos.

La Concertación, Nueva Mayoría, bueno, nadie en general desde el mundo político ha tenido una propuesta política clara en materia de drogas. Y Bachelet, qué decir. Bachelet hizo algo que en mi opinión fue ponerle la lápida a la discusión, colocando a Mariano Montenegro en el SENDA ¿Cómo sucedió eso. Se discutió?

Yo nunca he estado en las mesas de negociación, en las discusiones programáticas… he participado desde las áreas que yo manejo. Lo que te puedo decir es que esta discusión nunca ha estado presente en ninguna parte, esa es la verdad. Porque en un país donde los gobiernos duran cuatro años, las prioridades son las urgencias, ni siquiera son las prioridades. El tema de la Nueva Mayoría, y mucho peor en la Concertación, es que nunca apostaron al cambio cultural. Yo apuesto al cambio cultural.

Dentro del movimiento activista, hace unos años atrás, se instaló el autocultivo sin mucho análisis. El autocultivo es una cuestión necesaria mas no suficiente. Y yo comparto también contigo lo de Mujica… de hecho la gran gracia del modelo uruguayo es que se puede autocultivar, registrándose, el que no cultiva puede ser parte de una asociación y el que quiere comprar, a través de las farmacias con un registro de por medio. Y además podís resguardar la calidad y eliminas el problema real, que es la disputa territorial relacionada con el tráfico.

¿Tú tendríai algún problema en que parte de las alternativas de regulación incluyeran mercado? ¿Es posible?

Ahí tengo un problema. Esto es también una discusión política porque yo podría decir, bueno, entonces, la sal, el azúcar y la harina tampoco debieran estar en el mercado. A mí lo que me molesta de la participación del mercado es que en el negocio siempre está la apuesta al crecimiento indefinido. Entonces, una cosa es que tú quieras satisfacer una necesidad y otra cosa es que tú quieras crear una necesidad para ganar más plata. Y yo ahí tengo un rollo con todas las drogas, porque no dejo de reconocer que es un producto que en alguna medida de consumo se torna peligroso. Entonces no me gustaría tener a un tipo anunciándolo en la radio.

Estoy de acuerdo contigo, te digo: no me gusta la transnacional, no me gusta que dos hueones corten todo, en ningún campo; pero puedes desarrollar un comercio justo, a escala territorial. O te lo planteo de otro modo, si no abres una posición al mercado, no sé cómo se satisface la demanda.

La respuesta te la doy en lo que hemos hecho nosotros. Cuando hicimos la farmacia popular, habían 60 comunas que no tenían farmacia; cuando hicimos la óptica, habían 213 comunas que no tenían óptica; cuando hicimos la librería, habían 294 comunas en nuestro país que no tienen ninguna librería en su territorio. La respuesta es a través de los municipios. En nuestro país tenemos subestimada la potencia de resolver problemas de los gobiernos locales. Entonces, sí, una farmacia popular te puede proveer droga de buena calidad, de manera segura y con registros reales.

Pero alguien la tiene que cultivar. ¿Los funcionarios municipales van a cultivar? Creo que me puedo abrir al tema de un mercado pero no de circulación y distribución. Ahora, en definitiva, preferiría que esto fuera por la vía de las cooperativas.

De acuerdo, pero ahí hay un problema matemático con eso, y es económico también. Cuento corto: los que fuman o consumen cannabis, por lo menos, los que fuman harto o necesitan mucho porque son usuarios medicinales, probablemente sean más proclives al autocultivo, por una necesidad. Consumo tanto, por la razón que sea, que a mí me conviene autocultivar. Pero a otro que no quiere o no puede cultivar, la asociación le funciona porque lo puede surtir de manera rápida, eficiente, entretenida incluso. Pero el problema del mercado de la marihuana y en general de las drogas, es que la inmensa mayoría de los usuarios son usuarios sociales, recreativos, ocasionales, llámalos como quieras, y no van a cultivar, no se van a meter a una asociación; esos son los que compran. Consumen menos, pero son tantos que son los que te construyen el mercado.

Si la mayoría no va a cultivar ni va a ser parte de asociaciones, prefiero que vengan aquí y tenerlos controlados.

De acuerdo, pero vuelvo al punto. Como centro de distribución el municipio, en cualquiera de sus formatos, pero alguien te tiene que producir. Digo, el Estado tiene cosas más importantes que hacer que destinar funcionarios a cultivar marihuana.

No creo en la disyuntiva. No, porque si el Estado detecta una necesidad que el mercado no va a resolver bien o que la puede resolver mejor que el mercado, como es el caso nuestro, no veo por qué no lo podría hacer.

Pero tú le comprái los remedios a laboratorios; le comprái los libros a editoriales.

Pero cuidado, acabo de comprar un centro de diagnóstico, un centro de producción de audífonos para producirlos nosotros. Yo no creo en un Estado ausente de la producción; yo no quiero que el Estado subsidiario. Yo creo que el estado, una de las formas que tiene de regular de verdad el mercado es asustar con producción propia, porque si no, ¿cómo lo haces? ¿Cómo evitái la colusión? Te pongo el caso de la construcción. Una casa de lujo construida en La Dehesa, de lujo po, te estoy hablando de mármol, de grifería con terminaciones de oro, puede llegar a costar 38 UF el metro cuadrado. ¿Sabís a cuánto pagamos el aparato público el metro cuadrado de un hospital, básico? 78 y 85 UF el metro cuadrado. Entonces, ¿me podís explicar por qué chucha vamos a pagarle eso a los que se están haciendo millonarios demasiado rápido a costa de hacerle la obra al Estado? Entonces, tampoco los privados con una iluminación divina de responsabilidad social van a hacer las cosas de manera correcta.

Para cerrar acá. Daniel Jadue es presidente, es elegido presidente, ya el partido te dijo que sí, todo. ¿Qué haría Daniel Jadue en materia de drogas en general, legales, ilegales, marihuana en particular?

Vamos a formar parte, si llegase a pasar, de una coalición bien diversa y compleja, en donde vamos a tener que llegar a un acuerdo de los mínimos, los mínimos que nos permitan avanzar cuatro años. Por lo tanto, esa respuesta tal como tú la preguntas se la dejo a esa coalición que tendría que discutir esos mínimos. Yo te puedo contar la posición de Daniel Jadue. Yo soy partidario de legalizar completamente las drogas; de diferenciar claramente lo que es el delito de lo que es el consumo y lo que es la enfermedad, la adicción. Creo que hemos errado durante años el camino de criminalizar el consumo; no soy partidario de criminalizar el consumo de alcohol, de azúcar, ni de nada. Esa es la manera de hacer entender a la gente de que estamos equivocando el diagnóstico y por eso estamos equivocando además la solución. Y yo creo que hay que confiar más en el ser humano. Yo soy absolutamente liberal, comunista pero absolutamente liberal. Creo que nadie puede decirle a nadie cómo comportarse. Yo creo, como decía Sartre, que el ser humano es tan libre que se puede suicidar.