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Cultivando en Arica: peleándole al sol y a la prohibición

En Arica, y desde hace un par de años, funciona el club Botánica Orgánica Cannabis Internacional (BOCI). Ellos se reconocen como el primer club cannábico constituido en Chile. Tuvimos la suerte de conocer cómo funciona la organización que brinda apoyo a consumidores medicinales y nos enteramos del trabajo que hacen como cultivadores, en una región que se caracteriza por una geografía adversa. Con ellos hablamos de activismo y de la importancia del jardinero en la estructura de un club. Pero, y entre medio de la entrevista, también pudimos degustar de algunas potentes flores, que nos obligaron a pedir algo dulce para bajar de ese vuelo nortino.

Gabo y Jersey me recogen en su auto a eso de las 10 de la mañana. En Arica, el sol y la humedad empieza a golpear temprano y lo siento en la caminata que hago hasta el punto de encuentro. Me subo al auto y Gabo saluda con una mano y con la otra me extiende el caño, justo después de sentarme en el asiento trasero.

Jersey, quien maneja, me saluda. Después de un rato me recuerda que lo debo hacer correr y se lo entrego diligentemente.

Avanzamos en auto hasta que pasamos por afuera del Agro, mercado tradicional de este norte, que no es tan árido como parece. Y eso es lo que me atrae de Arica, esos contrastes que me siguen sorprendiendo: los cerros secos que rodean a esta ciudad ocultan la fertilidad que reúne en el Agro lo mejor de los valles en frutas y verduras. Ahí abundan mangos, maracuyás, tomates y aceitunas todo el año.

Me imagino unas aceitunas verdes rellenas con rocoto mientras nuestro viaje se extiende unos minutos más hasta llegar al centro de operaciones de BOCI. Son cerca de las 10.30 y ya siento el pesado colocón de la yerba que fumamos en el camino y que se amplifica una vez que me bajo del auto.

Ya en la casa de Jersey y Gabo, donde también funciona BOCI, nos sentamos a conversar alrededor de un café de grano, mientras el perro «Kush» nos da langüetazos de bienvenida.

La conversación comienza antes de tomar el primer sorbo de café. Tanto Gabo como Jersey son apasionados del cannabis y se nota en cada comentario que hacen al respecto.

Jersey pone énfasis en el aspecto medicinal y cómo eso les ha permitido funcionar como un club sin mayores inconvenientes. Es ella la que atiende los aspectos formales de la organización del club y me muestra el detalle de cada una de sus reuniones que han quedado registradas en el libro de asistencias. Me cuentan de las reuniones de apoyo -sin costo económico- que hacen a sus socios con enfermedades más complejas. Después me muestra un cuaderno con agradecimientos de aquellos que asistieron a sus talleres de cultivo y extracciones medicinales.

Al escucharlos se entiende eso que Gabo más adelante insistiría: en que como club es importante vincularse, trabajar para y con sus socios. Tener ética en lo que se hace. Pero, por sobre todo, ser transparente con la comunidad, con los que están afuera del club y explicar, sin importar sonar majaderos, el trabajo de contención y apoyo que hacen a muchos usuarios medicinales.

Gabo también nos revela el secreto de BOCI para permanecer activo durante tanto tiempo y que consiste en la ética con la que se trabaja y en estar conscientes de lo que la ley 20.500 sobre Asociaciones y Participación Ciudadana te permite hacer para vivir en la legalidad siendo un club cannábico.

«Nosotros no tenemos nada que ocultar. No somos delincuentes. No estamos violando la ley. Nosotros no vendemos marihuana porque la ley 20.000 es clara. No se puede comercializar THC», comentaba Gabo en una nota aparecida en el canal Morrovisión en febrero de 2018, y que están en el marco de un descargo que hicieron como agrupación, después de ser incluido en el reportaje sobre dispensarios en Chile, que realizó El Mercurio. En esa nota, aparecida en el cuerpo Economía y Negocios, BOCI ni siquiera fue consultada como asociación. Aun así, fueron nombrados y se utilizaron imágenes del Club.

Un poco de miel para bajar

La conversación continúa mientras Gabo prepara su cultivo con un producto que le permitirá alejar las plagas. A cada una de las plantas las atiende de forma personalizada, se da el tiempo de destacar sus características o le pone atención a ciertos síntomas que indicarían falta de riego.

Mientras Gabo trabaja en su cultivo, comienzo a sentir los efectos de los caños y la mezcla de calor, luz y humedad. Hemos fumado poco en cantidad, pero el efecto ha sido potente. Trato de recuperar el aliento y pedirle «algo dulce» a Gabo.

Después de comer un poco de miel y algunos dulces me siento más recuperado. Pero la conversación ha incluido también un almuerzo en un restaurant de un amigo de mis anfitriones.

Le propongo a Gabo, después de comer, que tengamos una segunda conversación y con una pauta de preguntas de por medio.

Un par de días después nos comunicamos por teléfono. Pienso en Arica mientras espero que me conteste Gabo. Lo escucho entrecortado y acompañado de una tos que -estoy seguro- no es de resfriado.

Logramos mejorar la señal y comenzamos.

¿Cómo ven el activismo que se concentra en la capital?

Lamentablemente todo se concentra en las metrópolis. Y obvio que también existe telenovela cannábica como en todos lados. Pero al igual que en la conformación del club, en el activismo hay que tener ética. Hay que transparentar el apoyo financiero, porque yo como grower (cultivador) puedo estar auspiciado, pero por Monsanto nunca.

¿Cómo se hace para mantener un club cannábico?

Este es un experimento social que se hizo hace ya dos años. Hoy en Chile existen más de 50 clubes. Para mí, lo ideal es trabajar bajo la ley 20.500. Ese es lineamiento que tiene BOCI y que nos ha permitido trabajar todo este tiempo y con transparencia total. Es importante también trabajar con un equipo multidisciplinario que permita reeducar sobre terapias alternativas, y es ahí donde BOCI apunta. Otro aspecto importante son los vínculos que se pueden establecer con las autoridades para ir visibilizando el trabajo que se hace.

¿Es replicable el modelo de BOCI en otros puntos del país?

Lo que habría que replicar es el modelo moral que hemos desarrollado. Y eso son sus socios. Es la junta directiva que trabaja con transparencia y lealtad. No solo con nosotros mismos, sino con la comunidad, con nuestro entorno. Por ejemplo, como club cannábico estamos dispuestos siempre a cooperar. Pero, sin duda, lo que hace a BOCI es su contenido humano. Es eso, hermano, porque lo demás está regulado. Nosotros como BOCI estamos integrados a la comunidad, incluso trabajamos con los medios de comunicación local. No estamos escondidos.

¿Cómo se debe desarrollar un sistema de cultivo para que un club pueda dispensar de forma periódica a sus socios?

No hay un consenso en cómo se debe hacer. Esta es una pega nueva y está toda la carga del mercado negro también. Pero creo que el énfasis debe estar puesto en la reserva genética que se tenga. Trabajar con plantas madres y clonar. Buscar variedades que sean del gusto de los miembros del club. Se puede trabajar con una guía, por ejemplo OG Kush, del banco que sea, o la AK-47. Ahí tú como grower vas seleccionando y viendo qué variedades vas contemplando en tu cultivo y cómo vas preservando esa variedad. Pero un grower, antes que cualquier cosa, debe poner atención a la conformación del club, que sea lo más transparente posible para que no existen problemas.

¿Cuáles son las particularidades de cultivar en el norte, específicamente en Arica?

Lo primero que tenemos en el norte es el clima. Algunos lo toman como una bendición, pero también puede ser desfavorable por el tema de plagas. Si no se riega, se seca rápidamente la planta. Es complicado el clima del norte. El calor es extremo, un sol muy brillante. Tienes un clima muy seco. Hay que tener un ojo del contexto de la planta y así no tener una plaga. Por ejemplo, en el sur los cultivos se cuidan mucho del frío. Allá hay mucho cultivo interior y se nota la diferencia con el exterior.

¿Qué tan real es eso de que en el norte se puede cultivar en cualquier época?

Se puede cultivar, pero la calidad es diferente. Por más sol que haya, la planta engorda poco y con más hoja, y la producción también es menor que la que puede producir en verano y primavera. En invierno puedes cultivar pero vas a tener más hojas en los cogollos.

¿Cuáles son las variedades que tienen mejores resultados en el norte?

Nosotros cultivamos harta índica y los resultados son buenos. Pero las sativas bien cultivadas tienen buen desarrollo. Si cultivas en noviembre estarás cosechando entre marzo y abril. Una planta hermosa y con una alta producción. La aclimatación da para una sativa.