A finales de abril, el productor, director, actor y guionista chileno, estrenó el documental “Marihuana: Primero Las Personas” y advirtió de los problemas de acceso que tienen los consumidores de cannabis medicinal en España, en medio de la pandemia del covid-19. Así, el trabajo realizado en conjunto con el Observatorio Europeo de Consumo y Cultivo de Cannabis, plantea la necesidad avanzar hacia la despenalización y superar las dificultades que surgen ante nuevos desafíos. Hoy, aprovechamos de dialogar a distancia con Ricardo Carvajal para reflexionar acerca de la renovación de fenómenos sociales y la búsqueda de un modelo centrado en las personas.
Por Carlos Martínez R
La pandemia del covid-19 ha revelado las desigualdades sociales y los problemas estructurales en la economía para todo el mundo, ¿cuál es tu diagnóstico de la situación en España?
Por mucho tiempo se nos dijo que sólo el mejor podía cazar al tigre y matarlo, como una manera de ilustrar el funcionamiento de la economía. Pero antiguamente, no se necesitaba que una persona cazara a un tigre sino que se necesitaban 20 para matar un mamut. Ahí es donde radica el problema de la sociedad individualista. Porque en realidad necesitamos la ayuda de muchas personas que se identifiquen entre ellos para lograr cazar al mamut porque sino seremos muchos escondidos de los tigres.
Lo que describes es la fuerza de lo colectivo, y esperemos que lo que nos pasó el 18 de octubre en adelante nos ayude a renovar ese concepto.
Yo respeto mucho a las persona que luchan y cultivan para alimentar a sus hijos o hijas, más que a una persona que siembra el odio para sus intereses o para alimentar la arrogancia. En el caso de Chile, lo que ha ocurrido es un acto simbólico de desobediencia social y es una primera señal de la conectividad. Un colectivo (Al contrario que la masa) son cabezas que piensan distinto, pero van hacia el mismo lugar.

Ahora es cuando la masa sociedad se levanta.
Acá en España los primeros que salieron a protestar, y a causar un riesgo público en medio de la pandemia, fueron los cuicos. Fue gente que protestaba para salir a jugar golf o pasear en sus yates. Incluso, hubo personas que se manifestaban en sus descapotables con chófer. Loco, la vida no termina al final de la patente de tu auto. Hay un universo de gente que están luchando y sobreviviendo, haciendo ollas comunes porque tienen hambre. Son personas egoístas que tienen más adquisición monetaria, pero un bajo nivel de percepción de la vida.
¿Cómo se refleja aquello en el mercado del cannabis?
Si en Chile se presentará una forma creativa para generar una industria a través del cannabis, estas personas se comerían vivos entre ellos. De hecho, ahora es cuando intentan ingresar al país todos los holdings internacionales. Inevitablemente muchas multinacionales entrarán… Lógicamente la regulación vendrá, es cosa de tiempo. Pero es importante que nunca se pase a llevar a las personas.
Hay un montón de personas con buenas intenciones, con pasión y ganas de aportar a la sociedad y eso mezclado con una regulación consiente se traduce como éxito. Es algo orgánico, mientras no nos olvidemos que la semilla es la madre de todo el movimiento, todo estará bien.

El mercado cannábico en Chile se ha construido a patadas y a golpes, con un mayor énfasis al aspecto medicinal y en segundo lugar lo recreativo.
Hace un tiempo hablé con Ana María Gazmuri y me decía que el rollo medicinal es igual de importante que lo recreativo, pero lo medicinal es urgente. Pero Chile tiene un potencial para que la gente aprenda aún más y se genere una colectividad entre todos. Creo que hay que darle caña a ese tipo de acciones. Por ejemplo, yo lo que busco con el documental es posicionar la idea que tú también puedes.
En tu documental se observa que llevabas tiempo trabajando en el registro y que después apareció la pandemia del coronavirus. ¿Cómo fue ese proceso para integrar ambas temáticas?
Actualmente, colaboro con el Observatorio Europeo de Consumo y Cultivo de Cannabis y venía recopilando hace un tiempo información. Entonces, para la Spannabis de este año iba a lanzar un documental que recopilaba todas las cápsulas que había grabado. Pero la verdad es que todavía no le encontraba un punto de fuga para hablar sobre el tema. Así que cuando comenzó lo del confinamiento, me di cuenta que en Twitter se generó un movimiento con el hashtag #cannabislícito donde consumidores terapéuticos buscaban la forma de acceder al cannabis porque lo estaban pasando mal. Entonces, junto al trabajo del Observatorio logramos darle forma al mensaje.
Lo dices como si todo estuviese fluyendo.
A mí el mundo cannábico me genera una sensación de que las cosas están cambiando. De que hay algo que está en constante movimiento y que pueden ocurrir cosas muy mágicas. Como cuando tuve la oportunidad de que el dueño de la revista High Times estuviese fumando en mi club y conversando acerca de la Spannabis.
Háblanos acerca de tu negocio cannábico en España.
Cuando terminé la carrera de teatro en Chile, me vine a estudiar cine a Madrid. Entonces, como buen chileno, empecé a recorrer las calles para conseguir marihuana y encontré un barrio donde vendían yerba (Malisima). Asique fui a un grow a comprar semillas para cultivar y ahí conocí a unos cultivadores que en esos tiempos tenian un grow shop con los que tuve un buen rollo y con quienes me enteré que existían los clubes de fumadores de cannabis. Ahí es cuando me entró el bichito de la asociatividad y de empezar a hacer cosas. Así que en mi último año de cine, junto a un compañero monté un club de consumo con muy poca plata. Y con el tiempo se convirtió en el club más potente de Madrid. Tanto, que llegué a abrirle la puerta al dueño de la revista High Times.

¿Qué tan fácil es levantar un club en España?
La verdad es que se necesitan recursos e inversión porque sino siempre vas a cojear en un comienzo. Acá en España, se arma una organización sin fines de lucro donde tienes el derecho a asociarse con quien quieras para armar un autocultivo colectivo mientras no generes un daño a la salud pública ni te conviertas en una asociación ilícita. Entonces, para nosotros fue juntar todo el material que había conocido en mis tres años estudiando y con mi compañero alquilamos una discoteca que funcionó por 25 años pero que quebró cuando llego la crisis del 2005, se llamaba Copolla (Muy de cine) y con nuestras propias manos le dimos forma: quitamos la pintura, iluminamos, cambiamos el suelo y lo arreglamos hasta que lo convertimos en una nave espacial. Fue justo antes de que nazca mi primer hijo, recuerdo que Catalina pintó las paredes estando embarazada.
¿Así es como das paso al Club Eleva 4K?
Ahí es cuando comenzamos. Porque después vino el trabajo de buscar personas que quisieran asociarse para seguir con los protocolos de nuestra organización y así evitar atentar contra la salud pública. Además de crear un ambiente positivo para que los vecinos no se quejaran. Es importante no traspasar esa línea y no perturbar a la sociedad. Lo que fue genial porque el club se desarrolló alrededor de aquello y se generó un espacio cultural. Deben haber pasado muchos chilenos por ahí; desde Natalia Valdebenito a Mariana Loyola. Así es como levantas un club cannábico, porque vender yerba cualquiera puede hacerlo. El punto de vista que teníamos nosotros era generar una idea de libertad de consumo.
Por lo que me dices, hay que buscar un equilibrio alrededor del mercado cannábico.
Es un proceso para profesionalizar el negocio. Por ejemplo, nosotros mandábamos a analizar todas las genéticas que nos llegaban porque nos gustaba manejar los perfiles de terpenos, como los porcentajes de CBD y THC en nuestras cepas. Gracias a todo nuestro trabajo en el club y el desarrollo que se generó, fuimos descubriendo nueva información y conocer otros aspectos de la planta. Porque la marihuana tiene una sabiduría ancestral y la gente que fuma anda en la búsqueda de eso; de conocimiento y sabiduría.

Ahora estás trabajando con marihuana legal que sólo tiene un 0,2% de THC, ¿de qué manera se ha ido desarrollando ese mercado?
En los últimos 15 años se han desarrollado cepas que tienen menos del 0,2% de THC y que se pueden comercializar gracias a la ambigüedad de la legislación española. Entonces, aquello permite la venta de flores de cáñamo como productos aromáticos o de colección. Las cuales se parecen mucho al cannabis que fumaban nuestros abuelos, sólo que ahora tienen un aspecto más parecido a las flores y con sabores más desarrollados. Nosotros en Eleva, todavía estamos en un proceso de educación e información acerca de los nuevos derivados de la marihuana. Pero te hablo de un fenómeno que viene ocurriendo hace tiempo. Por ejemplo, Chile tiene una tradición cañamera desde el tiempo de la colonia e incluso la primera bandera chilena estaba hecha de cáñamo.
¿Y te pega ese 0,2% de THC?
La situación es que si tienes dolores o problemas de insomnio, te relaja suficiente porque el porcentaje de CBD de esas cepas es bastante elevado. Entonces, cuando tú fumas una flor de cáñamo es como si bebieses dos copas de vino. Es decir, te relaja el centro y sientes como si hubieses fumado, pero no tienes ningún estímulo. Es una volada muy corporal y cuando el cuerpo lo necesita en serio que funciona. Tanto la flor como el aceite, porque hoy se vienen desarrollando diferentes compuestos relacionadas a la planta.
En tu documental muestras el aumento en la entrega de licencias de cultivo a grandes marcas internacionales, ¿cómo se ha generado ese mecanismo y qué impacto puede traer a nivel mundial?
La marihuana no la veo como un producto porque la planta tiene tantas especies como nosotros, las personas. A lo que voy es que la industria farmacéutica y las mega plantaciones no pueden desarrollar un negocio si no lo hacen con ética, o si no están en equilibrio con el movimiento cannábico. Entonces, si hay marcas que quieren entrar en el mercado, pero van a discriminar a las personas se van a encontrar con una gran pared. Acá en España, esa pared es la sociedad civil. Nosotros (observatorio europeo del consumo y cultivo del cannabis) no dejaríamos que se deje a las personas de lado o que nos olvidemos de ellas porque el cannabis es algo social.
Es una mirada muy integradora.
Sería bueno que los jóvenes que tienen pensado crear algo después de la pandemia del coronavirus, busquen alternativas para generar sus propias corporaciones o/y formas para asociarse con otros consumidores de marihuana. No quiero llamar a la desobediencia civil, sino incentivar la busqueda de alternativas para fumar cannabis sin atentar contra la salud pública. Hay que luchar para la legalización de la planta porque no hay ningún problema que las personas puedan vivir de esto. Finalmente, todos viven de lo que crece de la tierra y es lo que he integrado detrás del concepto de Eleva.
La idea de lo recíproco de la cual hablabas en un comienzo.
De eso se trata, que compartamos juntos con la planta. De que estamos en el mismo camino y que debemos quitarnos ese bichito de la competencia. La base de todo movimiento es la colaboración. Por eso yo espero que todas las personas se inspiren e investiguen al respecto. Por qué no podemos soñar que el día de mañana en Chile podamos fumar tranquilamente si no se generan espacios para alimentar el espíritu.
Ha sido muy interesante conversar contigo para conocer otra visión del mercado, porque cuando uno está dentro del bosque no está viendo la totalidad.
Cuando niño mi abuela me decía que cuando uno volaba, las nubes no iban a dejarnos ver. Por eso hay que elevarse, porque cuando te elevas las nubes pasan a ser parte del paisaje…
Ve el documental completo acá