Consumiendo a lo Millennial
escontento social y amor por la tecnología son dos frases que definen la cultura millennial. Son los nacidos después del 2000. Los amantes de la internet y sus múltiples mercados. Los que vivimos en un mundo de relaciones virtuales. Los que disfrutamos de los memes y nos comunicamos por redes sociales. Los que sociabilizamos nuestra vida privada y prácticas habituales.
Cuatro paredes, una cama y luces amorfas. Abres la boca y la pones en tu lengua. Solo un poco de agua para beberla.
Media hora. Luces y figuras extrañas. Te tocas, te comes, bailas y ríes. Te derrites en ti mismo. Cosquilleo y adormecimiento…
Pupilas dilatadas. Todo es lento y rico, placentero. Sonríe y diviértete, el viaje recién comienza…
-«La primera vez que compre pilas fue por una mano que me hizo un amigo, por internet. Me puse en contacto con él y nos juntamos. Hay mucha variedad de pilas. Creo que no he probado ni la mitad de las que existen. Pero dentro de las que he probado, están las Louis Vutton, las Chupa Chups, las Ups, las Audi, Honguitos de Mario Bross y Hello Kitty, entre otras».
Diane -nombre que utiliza para este relato- vive en el Barrio Bellavista y le encanta fumar weed.
-Elige tu futuro. Elige la vida. Pero, ¿por qué iba a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida. Yo elegí otra cosa, y las razones: No hay razones ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?
El monólogo inicial de Trainspotting le fascina. Es una de sus películas favoritas. Por eso quiere llamarse así para esta historia: Diane Renton, nombre y apellido de dos de los protagonistas del film británico, donde un grupo de jóvenes son adictos a la heroína y evaden la sociedad y sus imposiciones. Una de las primeras pymes de la joven fue la venta de mota por Facebook, pero todo ha evolucionado estos últimos cinco años. Más que por Face, los Millennials ahora se comunican más por Instagram. El g (gramos) ya no cuesta 10, lo puedes encontrar hasta 7 lucas al por menor.
Facebook fue creada en 2004 por Mark Zuckerberg. La aplicación se utilizó en un comienzo como un servicio para los estudiantes de la Universidad de Harvard. Seis años más tarde, llegaría Instagram, fundada por los jóvenes Kevin Systrom y Mike Krieger.
Pantalla negra, con frutas y una mano. Historia de Instagram que me pongo feliz. Es una seña: llegó la weed a mi dealer virtual.
Pero, no solo el precio y la demanda de marihuana han mutado en el mundo de las redes sociales. Las drogas también ha evolucionado. Los jóvenes buscan conseguir otras sensaciones a través estas plataformas.
-«Pharaoh. Solo para gente entretenida».
Descripción de Google: «Al igual que otras píldoras en los últimos años, estas píldoras son fluorescentes bajo luz UV».
Los diseños de las pastis son múltiples, al igual que las sensaciones que producen. «Estas pastillas tienen distinto efecto según su composición. Hay algunas que tienen menos anfetaminas, es decir, que tienen más MDMA -éxtasis- y son las que te dejan más derretido. Es una sensación de placer», describe la joven de 23 años, quien a partir de este año, vende esporádicamente «las píldoras del amor».
El éxtasis es un droga que produce euforia. Te prende y a la vez disuelve. Se le conoce también como «la droga del amor» por activar nuestro deseo sexual.
En Chile, «las pastis de la felicidad» se han hecho muy populares, por lo menos en la última década. A comienzos de octubre de este año, las policía del país -OS7 de Carabineros- se refirieron al aumento de éxtasis en el territorio, con la incautación de 57.765 unidades. Vivimos en un mundo con drogas. Eso es un hecho. No se sorprenda.
El MDMA fue descubierto en 1912 por Anton Köllisch, químico e investigador alemán que trabajaba para Merck, farmacéutica que patentó la síntesis de esta droga dos años más tarde con el fin de disminuir el apetito de los soldados durante la Primera Guerra Mundial. No obstante, las décadas pasaron y el éxtasis aún no era de reconocimiento público.
Fue a finales de los 70′ y comienzos de los 80′ cuando el farmacéutico estadunidense con ascendencia rusa, Alexander Shulgin, utilizó el MDMA en los tratamientos de sus pacientes con depresión, entre otras terapias vinculadas a la psicofarmacología.
Los lugares de consumo son múltiples. Cerrados, con mucha o poca gente, el efecto de la pasti será de otro mundo. «En una fiesta una persona que quiere comprar una la consigue por 10 lucas». Todo depende de la predisposición del consumidor. Cómo, dónde y con quién quiere vivir esta experiencia; este viaje múltiple durante unas ocho horas.
La música suena fuerte. A veces cercana, otras distante. Ojos de gato, ojos grandes de placer. Movimientos lentos y rápidos. Te prendes, te explotas. Abres la puerta, ves tu cama. No duermes, pero te apagas. Despiertas y piensas. Algo ha cambiado. Duermes. Otro día ha comenzado. Nada ha pasado.
-Por todas las redes sociales se vende droga. Yo compro droga por todas las redes sociales. Whatsapp, Instagram, Facebook, Messenger y es súper fácil comprar. Súper accesible, precisa Diane.
-Cuándo y cómo empecé a ocupar Grindr, hace muchos años. Fue como en primero de la universidad, en 2014. La aplicación llevaba poquito cuando la empecé a usar y se empezó a hacer conocida entre las colas, porque tiene esta modalidad de que te aparece la gente que está más cercana a ti. Quedábamos negras, porque empezamos a ver que habían vecinos que podían ser cola. Verlos ahí era la confirmación. O amigos, compañeros.
Nico es usuario de Grindr. Es de las antiguas y reconocidas, pero no con este nombre. En un comienzo usaba esta app solo para tener sexo casual. Sin embargo, se ha hecho hasta amigos.
-En un principio más que nada fue por encontrar sexo, sociabilizar. Para ver si a veces en un carrete había alguien con quien pudiera haber química. Yo varias veces me he fumado caños con niños de Grindr. Yo como en segundo de la u y empecé a mochilear, también me di cuenta de que mochileando era súper útil, porque podía encontrar niños cola en diferentes lados.
Grindr fue originada por Joel Simkhai. Su lanzamiento fue el 25 de marzo de 2009 por Nearby Buddy Finder, LLC, pero su boom como red social de geolocalización sería cuatro años más tarde aproximadamente, con un énfasis en la comunidad gay.
Te armas una perfil con una sola foto, que no tiene que ser explícita. Puede ser cualquier parte de tu cuerpo. Agregas tu nombre y una breve descripción. Tu estatura y peso, el color de tu piel. Orientación sexual, la posición que te gusta en el sexo. También da la posibilidad de agregar otras redes sociales, tales como, Facebook e Instagram.
Las personas aparecen en un radio cercano de dónde estés ubicado. Inicialmente, la distancia era de unos cinco o seis kilómetros, porque no había tanta gente en Grindr. Hoy, el rango en Santiago, por ejemplo, es de generalmente uno a dos kilómetros a la redonda.
-En el transcurso del tiempo, yo que soy antigua en esta weá, he visto toda la integración del mercado que se ha ido haciendo dentro de la aplicación. Yo me acuerdo que las primeras weás que empezaron a salir fueron manos de yerba, que ahora es como lo más común. En ese radio de uno o dos kilómetros, en todas las ciudades en las que he estado acá en Chile como en Santiago, Viña, Valpo, Coquimbo, La Serena, Temuco, Conce, Puerto Montt, en todas hay manos de yerba.
El joven explica que ahora se encuentra de todo. Manos de hongos, pastis. Incluso se abrieron perfiles de otros tipos de servicios: scorts, sushi, vendedores de planes de AFP, aseo de casa, formateo de computadores.
-Junto con esta weá de las manos empezaron a llegar muchos heterosexuales buscando manos en Grind y los weones también se pegan su webeos, también mandan fotos y les gusta que les manden. Hay un ejercicio de des-heterosexualización. Lo que la diferencia de las otras redes sociales, de Facebook o Instagram es lo físico. El factor geográfico de las personas con las que te contactas y con las que estás igual cerca. A veces dos o tres cuadras.
Nico recuerda la última vez que compró yerba. Fue justo antes de esta entrevista. Salió de la universidad con ganas de quemar. Se metió a Grindr y como cinco personas tenían este servicio:
-Pregunté por los precios y caché una manito a siete lucas. Era Tutankamon. Nos juntamos en 15 minutos en una esquina conocida».