Con cimiento cañamero
Desde que la raza humana habita en el planeta Tierra, el aprovechamiento sustentable de los recursos que nos provee la naturaleza ha sido parte fundamental de nuestra evolución y bienestar, mejorando nuestra calidad de vida a través del tiempo. Pero lo sustentable ha dado paso a la depredación y hoy nos encontramos ad portas de un punto sin retorno en materia ambiental. De ahí la importancia de volver a utilizar el cáñamo y otros materiales industriales que tengan como característica su uso amigable con el planeta.
Durante los últimos 250 años aproximadamente, y acentuada en la Revolución Industrial, el deterioro de los ecosistemas viene sucediendo de manera progresiva y alarmante, como las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera que han alcanzado las 403,3 partes por millón (ppm), según indica la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Algunas de las actuales industrias más contaminantes son la petrolera, papelera, algodonera, minera, por nombrar algunas. A estas industrias contaminantes también hay que agregar el impacto negativo (consumo energético en procesos de extracción, producción, manufactura, transporte, contaminación por liberación de gases y polvos a la atmósfera, crecimiento demográfico, consumo energético de cada una de las viviendas, etc.) que provoca en el planeta las técnicas tradicionales aplicadas en la industria de la construcción y que, si queremos reducir su impacto, debemos buscar soluciones eficientes y de bajo daño ambiental.
En ese sentido, el crecimiento y el progreso económico desbocado ha sido propiciado por el mal uso de los hidrocarburos como combustibles y por la industria petroquímica con los polímeros plásticos derivados de ellos. La acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, la deforestación de los bosques, erosión de los suelos, las toneladas de desechos fabricados con materiales plásticos difícilmente degradables en los cuerpos de agua y en la tierra, entre otros males, inciden fuertemente en el cambio climático y los demás problemas ambientales que hoy suceden y asechan.
Nuestra forma de producción es inviable en el tiempo, y lo sabemos desde hace tiempo: en los años 70 desde distintos organismos ya se daba cuenta del problema y en el último G-20, celebrado en Buenos Aires, se planteó un cambio de paradigma radical en este tema.
Según Katia Basaure Rodríguez, ingeniera en construcción de la Universidad de Valparaíso, la manera convencional de construcción está impactando al medioambiente debido a «su alta demanda energética en la fabricación de materiales procesados, esto contribuye a un importante incremento en las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2), que asciende a un 56%, del cual el 47% es generado por el uso de los edificios (calefacción, iluminación, aire acondicionado), y el 9% proviene de la fabricación de materiales de construcción».
Este gran impacto que tiene el rubro de la construcción en el medioambiente ha propiciado la utilización de materiales amigables con el planeta, altamente eficientes y de bajo consumo energético durante todo el ciclo de vida, transformando, por ejemplo, a las viviendas en hogares eficientes, sanos, de agradable habitabilidad, alto confort y que contribuyen a combatir el calentamiento global. Es más, estos materiales vegetales incluso, durante su fase de producción (crecimiento), ayudan a disminuir de partida el CO2 (dióxido de carbono) presente en el aire, absorbiéndolo e intercambiándolo por O (oxígeno).
Un material vegetal que cumple con todos estos requisitos es el «cáñamo» (Cannabis sativa con casi nulo THC), tal y como lo menciona Katia Basaure, quien señala que «las fibras de cáñamo se utilizan cada vez más en la industria como un sustituto de la fibra de vidrio. La ventaja de la sustitución de fibra de vidrio con el cáñamo, es que este último es más ligero, tan o más fuerte que la fibra de vidrio, biodegradable y más económico».
Cáñamo, hemp, chanvre, canapa, hanf, kanopje es el nombre que recibe en distintos idiomas la Cannabis sativa por la denominación a la fibra que se obtiene de ella. Sus usos en la humanidad se remontan aproximadamente a 10.000 años y las fibras de cáñamo industrial, material noble y de alta eficiencia, han sido usadas a lo largo de la historia y recién prohibida a inicios del siglo XX por intereses económicos y políticos que han llevado al desconocimiento y difamación de este material.
No fue hasta principios del siglo pasado que se prohibió su cultivo, investigación, producción y comercialización, fruto de la lucha del estado norteamericano en un principio contra los supuestos efectos que el acto de fumar la planta producía sobre los inmigrantes que ingresaban al país; lucha que concluyó, además, con la prohibición de uno de los recursos productivos más valiosos en el mundo.
En la década del 30, a través de un conglomerado de industrias (tabacalera, petroquímica, farmacéutica, papelera), prensa sensacionalista y organismos estatales afines a intereses rancios mutuos, realizaron una campaña mediática sin sustentos ni investigaciones objetivas y científicas, desprestigiaron y no dejaron desarrollar los potenciales del cannabis, especialmente como fuente limpia y renovable de fibra natural resistente y duradera, y claro, menos, su uso medicinal.
Claramente los tejidos, combustibles, plásticos y el papel hechos a partir del cáñamo y naturalmente extraído serían una competencia importante a las fibras sintéticas como nylon, teflón y otros. Sin embargo, al día de hoy, en varios países de Europa (Francia, Italia, Alemania, República Checa, Bélgica, Polonia), Asia (China) y América (Canadá, gran parte de EE. UU. -país que fue promotor del prohibicionismo-, Colombia y Uruguay) es legal, por ende, tienen una política regulatoria sobre el cultivo de cáñamo con fines industriales y ya se están fabricando productos cañameros, y en algunos de estos Estados la construcción con cáñamo es vanguardia.
«El tallo de cáñamo se compone de fibra y paja (cañamiza), la que es de gran ligereza duradera y muy resistente. Esto se aprovecha cada vez más en los diferentes materiales de construcción, el que posee unas cualidades excelentes en cuanto aislamiento térmico, con una conductividad térmica muy baja, y a su vez es la parte más económica de la planta», señala la ingeniera Katia Basaure. Por tal razón diferentes compañías eligen utilizar este material. De hecho, hay muchas empresas jóvenes que han florecido gracias a la utilización de la planta de cannabis para construcción, emprendiendo todo el ciclo agronómico de la planta y posterior industrialización para la fabricación de materiales y productos afines.
La forma de construir con una mezcla simple de cal + H2O + cáñamo se inició hace un poco más de 20 años con los experimentos de un constructor, llamado Charles Rasetti, en la refacción de su casa. Buscó una alternativa más ligera y aislante a los materiales existentes e hizo un relleno de mortero de cal con cáñamo entre la estructura antigua de entramado de madera (encofrado). Esta idea ha sido tomada poco a poco por diversas empresas francesas y ha terminado en la comercialización de variopintos productos para la construcción. Hay que tener en cuenta que la mayor parte del tallo de cáñamo consiste de cañamiza y que, antes de descubrir sus diversos usos para la construcción, ha sido quemado en los campos. La construcción, entonces, era una salida ideal para el gran volumen de este material y de bajo costo. Si bien históricamente la planta de cannabis había sido usada para erigir hogares, lo era de forma rudimentaria, no como lo es en la actualidad, que propone diseño y vanguardia en la construcción. En el mercado hoy se encuentran, por ejemplo, mantas de cáñamo, ladrillos de tierra comprimida y fibras de cáñamo, paneles prefabricados rígidos, morteros aislantes, fieltro de cáñamo en rollo y también el concreto de cáñamo (cal, cañamiza y agua).
Es importante recalcar que las variedades industriales de cannabis o cáñamo son muy bajas en contenido de THC, el compuesto psicoactivo que se encuentra en grandes proporciones en el cannabis para uso recreativo y medicinal. En Europa hay más de 60 variedades de cáñamo registradas para diferentes usos, ya sea para utilizar las semillas, los tallos e incluso según clima donde se cultivará. La planta cañamera es apreciada por su largo tallo con pocas ramas y fibra fuerte, mientras que la variedad psicoactiva es elegida por sus flores y su forma más robusta.
El cannabis industrial se planta alrededor de 200 plantas/m2, mientras que las variedades fumables se sitúan alrededor de 1 planta/m2. Se podría afirmar que el cáñamo es la agricultura, mientras que la cultivada para consumir es generalmente horticultura.
Otro punto a destacar es que el cáñamo no necesita fertilizantes ni pesticidas para su desarrollo. Crece rápido, ahoga las malas hierbas y es resistente a la sequía (necesita 4 veces menos agua que el algodón) y 10 hectáreas de cáñamo proporcionan más fibra útil que 40 hectáreas de bosque y lo hacen en cinco meses, llegando a los 4 m de altura, en lugar de los 10 y 20 años que demoran generalmente los árboles. Para algunos autores es la planta que más biomasa produce en tan poco tiempo.
Actualmente el estatus legal del cannabis en Chile se rige por la Ley 20.000. La normativa vigente persigue el tráfico de ciertas sustancias, dentro de las cuales se encuentra el cannabis, no así el cultivo y consumo de cannabis cuando es para uso personal y próximo en el tiempo. También, obvio, queda exento de persecución el cultivo de cáñamo o cannabis para uso industrial (siempre y cuando sea autorizado por el SAG). Esto da pie para obtener una posición estratégica y aprovechable para poder utilizar nuevamente el recurso cañamero como se hizo en otra época, agregando los conocimientos adquiridos que, como sostiene la ingeniera Katia Basaure en su trabajo de investigación, permiten dilucidar que el uso de la cañamiza en morteros para revestimiento tiene buenos resultados acústicos y térmicos, ideal para la aplicación en construcciones ligeras. Además, otros estudios recientes indican que la construcción cañamera tiene resistencia sísmica, tan habitual en esta región. Hay terreno y clima; hay legislación; hay historia; hay profesionales, ¿qué puede salir mal?
Los continuos avances tecnológicos en toda la industria suponen una ventaja para el resurgimiento de la especie vegetal tanto para su cultivo como para su manufactura, permitiendo un renacimiento a nivel agronómico, industrial y comercial sin precedentes. Es perfecto para la agricultura comunitaria, familiar o de baja escala debido a los bajos costos de los insumos y los altos rendimientos. Hay innovación y profesionales locales con capacidad, cimentados en la historia cañamera de la región. El futuro se construye.