Para los cultivadores novatos es todo un mundo por descubrir y también un mundo de errores. Para los cultivadores más experimentados es una actividad obligada para potenciar la cosecha.
Por Sr. Bigotes
Las podas en nuestras plantas de cannabis tienen muchas funciones: controlar su altura, aumentar la ramificación, abrir espacios para la luz, fortalecer algunas ramas, mejorar la circulación de aire, entre otros. La poda nos permite ir guiando y modelando nuestras matas y es necesario saber cómo hacerla y con qué fin.
Tenemos que pensar que, técnicamente, lo que estamos haciendo es una cirugía a nuestra planta. Por eso la importancia de conocer dónde cortar y cómo cortar para esperar un efecto deseado en el cultivo y no mutilar a nuestras niñas pudiendo incluso perder todo nuestro esfuerzo.
Primero debemos entender que la poda puede producir daño en la planta, pues le estamos ‘amputando’ algunas partes. Por lo mismo, el procedimiento para las podas tienen técnicas y existen muchos tipos de estas, cada una nos brindará un resultado distinto sobre la planta.
Al ser una herida debemos utilizar elementos especiales, ya que no queremos que el tiempo de recuperación de las matas de marihuana sea muy largo pudiendo mermar su crecimiento.
Primero debemos asegurarnos de que el corte que produzcamos sea lo más limpio posible, por eso el cuchillo de cocina, las tijeras del hermano chico y las uñas afiladas debemos evitar a toda costa. Lo mejor es tener a mano elementos afilados como un bisturí, un cutter (tip-top o corta cartón), tijeras de poda o tijeras quirúrgicas (existen algunas con la punta arqueada que nos serán de gran ayuda cuando nos cueste llegar a algún brote).
El corte debe ser lo más pulcro posible para, como comentaba recién, evitar hacerle daño de más a la planta. También es clave que estos elementos estén desinfectados, podemos usar alcohol para este cometido, y evitar la aparición de infecciones u hongos.
Otro factor que tenemos que considerar es cuándo podar, eso dependerá del tipo de poda que utilicemos. Hay algunas que se realizan durante la etapa de crecimiento y otras durante plena floración. Solo hay una regla general: no podarla antes de que crezca el cuarto o quinto nudo.
El primer método de poda que revisaremos es la poda de ramas bajas, conocida como poda baja o poda de bajos. Este tipo de poda es altamente recomendable para los cultivos de interior o en espacios reducidos como invernaderos pequeños o sobre poblados. Este tipo de poda consiste en eliminar las ramas más bajas de la planta, esto nos servirá para privilegiar el desarrollo de las ramas superiores. En los armarios de cultivo es difícil que la luz penetre hasta las zonas más bajas de la planta, esto genera que las ramas inferiores crezcan con menos vigor que sus pares superiores. Lo que tenemos que hacer es cortar las ramas de la parte baja de la planta, lo más cerca del tronco. Evitemos cortar justo en el nodo para que la lesión no afecte a la ‘columna vertebral’ de nuestra planta.
Podemos cortar entre dos y cuatro pares de ramas (incluso más si nuestra planta tiene un gran tamaño). Lo que conseguiremos con este método es evitar que nuestro arbusto malgaste energías en los ramilletes que no reciben suficiente luz y conduzca esos nutrientes a la parte alta de la mata, donde sí se aprovecha la luz que recibe. En síntesis, sacrificaremos algunas de las varas que sabremos no tendrán un gran desarrollo para potenciar el tamaño y peso de las flores en la parte de arriba. Esto también mejorará la circulación de aire entre las plantas.
La recomendación para realizar esta poda es hacerlo en las semanas previas a la floración, así habremos definido una estructura para nuestra planta y sabremos qué varillas se verán beneficiadas con el corte. Es importante hacerlo antes de iniciar el ciclo de floración, así le damos unos días para que se recupere del daño que le indujimos y estará en óptimas condiciones para comenzar la producción de los cogollos. Esta técnica también puede combinarse con otras podas como lo son la poda apical y FIM.
El segundo método que revisaremos en este número es, precisamente, la poda apical. Este tipo de monda es muy utilizado para controlar la altura de nuestro cultivo, aunque es raro que no queramos que nuestra planta sea grande, es bueno mantener su crecimiento a raya para evitar que personas no deseadas adviertan la presencia de nuestros arbolitos. En interior puede ser útil para mantener una estatura promedio en nuestro cultivo, evitando que algunas matas eclipsen a otras, o lleguen a topar nuestros focos, lo que nos obligaría a tener que subirlos a mayor altura, ocasionando que las que quedaron más abajo reciban menos luz.
También podemos usar este tipo de poda si queremos que los brazos laterales crezcan más, de esta manera tomarán protagonismo en la producción, convirtiéndose en una especie de ‘ramas principales’. Podemos usar esta técnica no solo con la rama principal, también podemos usarla en las varas laterales para evitar que se alarguen demasiado y aumentar la frondosidad del cultivo.
Cabe rescatar que este tipo de poda nos ayudará a conseguir una cosecha con menos presencia de ‘palitos’ o, mejor dicho, logrando que esos ‘palos’ sean menos gruesos y la flor sea más carnosa. Esta ‘mini tala’ la podemos realizar durante el crecimiento de la planta con el fin de ir dándole forma y controlar su crecimiento, y también previa a la floración y conseguir más flores.
Hay que tener cuidado con el corte que realizaremos en la poda apical, porque dejaremos una gran superficie expuesta después de cortar (hay que pensar que es una herida expuesta). Una recomendación para cuando recurramos a esta técnica es utilizar alguna sustancia que ayude a la planta a cicatrizar. En el mundo del cultivo de bonsais existen algunas pastas cicatrizantes que nos ayudarán a mantener a los agentes patógenos fuera de la herida de nuestras plantas. También podemos utilizar cera de abeja para sellarlas, siendo una opción más natural para llevar a cabo estos procedimientos.
Otro tipo de poda muy utilizada es la conocida como FIM, abreviación de ‘Fuck I Missed’, algo así como ‘mierda, la cagué’. Esto nos da un claro indicio de que este descubrimiento fue por error, lo más probable es que se haya intentado la poda apical y no se haya cortado correctamente la yema.
Cuando este tipo de poda se realiza con éxito, en la zona de corte veremos crecer hasta siete puntas que con el tiempo se transformarán en varios cogollos principales.
En este método necesitaremos explotar nuestras habilidades de cirujano, ya que necesitaremos hacer un corte lo más pulcro y preciso posible. Esta incisión la realizaremos en el ápice superior de la planta, pero no lo cortaremos del todo, sino que dejaremos una pequeña porción, entre el 10% y 25% de este. Este corte no detendrá por completo el desarrollo de la yema, al contrario de la poda apical, el ápice desarrollará varios brotes que con el tiempo se transformarán en varios cogollos de gran tamaño, muy similares al principal.
Si bien el resultado no está asegurado, es interesante intentar este método. Lo peor que podría pasar es que no crezca ningún brote, o que solo emerjan simplemente dos como en la poda apical. Si la suerte está de su parte podríamos conseguir de 3 a 5 puntas.
También existen otros dos métodos que, aunque estrictamente no sean podas, nos ayudarán a conseguir mejores resultados en nuestras vendimias.
En algunos blogs he leído sobre un método llamado RIB, del inglés ‘Right, I Burned’, o en español ‘sí, la quemé’. Como su nombre lo indica, consiste en quemar levemente la punta de un cogollo. En estricto rigor, cuando el cogollo se haya formado y comience su fase de engorde y maduración, aplicaremos una fuente de calor sobre los estigmas de la flor quemándolas, este tipo de mutilación estimulará la multiplicación celular logrando que el cogollo se hipertrofie y consiga un tamaño mayor al esperado.
Está demás decir que este método es muy inestable y podemos dañar irreparablemente el cogollo afectado, pudiendo perder esa flor (y la idea no es reducir nuestra cosecha final).
Otro método es el Super Cropping o Súper Cosecha. Esta técnica sirve mucho para controlar la altura de la planta sin tener que cortarla y perder una rama en beneficio del crecimiento del resto. Es como si la podáramos pero no. Para realizar el Super Cropping, lo que haremos será doblar la rama principal de la planta, sin quebrarla. Para conseguirlo vamos a utilizar nuestras uñas aplicando presión sobre el tallo, quebrándolo suavemente y doblándolo. El brote que doblaremos no debe ser muy grueso o leñoso, el tallo debe ser joven y flexible (ojo con la variedad donde lo emplearemos, las sativas, al ser más flexibles, pueden resistir mejor esta técnica). Lo que conseguiremos con esto es romper con la estructura jerárquica de la planta, siendo las varillas laterales las que reciban más cantidad de nutrientes, creciendo y engordando de manera rápida, de igual manera la rama doblada se desarrollará normalmente, pero no se llevará todo el protagonismo.
Dado el corto ciclo vegetativo de las variedades automáticas, este método es muy recomendable en este caso, ya que el daño que realizaremos no requerirá una gran cantidad de tiempo para que la planta se recupere.
Otro método que tiene sus referencias en el arte de cultivar bonsais, es la técnica de amarres, en el mundo de la cannabis conocida como LST (‘Low Stress Trainning’). Consiste en ir amarrando y bajando la planta a medida que esta crece.
Debemos comenzar cuando la planta aún es pequeña y flexible. Cuando ya tenga el cuarto nudo, la amarramos, bajamos y fijamos al suelo (sustrato) y dejamos crecer otro par de días. Repetimos el proceso y vamos guiando la planta en forma circular dentro del macetero, buscando formar una especie de espiral. Ya cuando hayamos repletado el área de la maceta, podemos realizar un corte al apical para que no siga avanzando y los demás brazos comiencen a engordar, de esta forma vamos abriendo las varas, permitiendo controlar el tamaño de la planta, aprovechando de mejor manera la luz y resultando en un cultivo altamente discreto, especial para los granjeros de balcón, ya que la planta, al no tener la estructura normal de una matita de marihuana, pasará desapercibida para el común de la gente.
Estas son las bases para la poda y siempre van a existir nuevos métodos y técnicas para formar y controlar nuestro cultivo. Es sumamente importante tener estos conocimientos, no solo para aumentar la cosecha o mantener a raya la envergadura de la planta, porque podar no significa sacar unas hojas al azar o cortar algunas ramas que ‘nos molesten’. Tenemos que tener plena conciencia de los resultados que tendremos al dañar la planta, por eso es importante hacerlo con las herramientas adecuadas y en los lugares indicados.
Otra cosa, a menos que las hojas de verdad estorben en algún sentido o estén a punto de morir, no se deben cortar: la planta necesita todas sus hojas, pero en caso de que sintamos que los ejemplares más grandes están ‘haciendo sombra’ a las demás hojas, podemos tratar de doblarlas o ponerlas por debajo. Las hojas grandes, además de ser grandes paneles para recibir luz, también funcionan como almacenes que serán de gran ayuda cuando la planta necesite crecer más. En caso de que algunas hojas presenten algún tipo de hongo o una plaga, podremos deshacernos de ellas, ya que serían una gran amenaza para el total de nuestro cultivo.
También debemos evitar los cortes de poda en plena floración. Recordemos que podar la planta es herirla y la cannabis, al sufrir una herida, genera una hormona que retrasa el crecimiento: el ácido jasmónico, una hormona vegetal que causará que la planta priorice la reparación de la zona afectada mermando el desarrollo y crecimiento de la planta.
Ya saben qué hacer, pónganse una bata, preparen el pabellón y realicen una cirugía que le agregará unos centímetros y gramos extra a esas tan ansiadas flores.