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Arelis Uribe, escritora: Fumar pitos para mí es como tomarse una chela: Me relaja, me suelta

Leer a Arelis Uribe, parece ser un gesto cotidiano como el de fumar. Dueña de una comodidad en su narrativa, no la abandonas hasta que concluya la historia.

La escritura es el oficio de Arelis, quien lo supo cuando tuvo la idea de editar Qué Explote Todo, su primer libro de crónicas, que lanzó sin haber publicado ninguna con obra con antelación y cuando comenzaba a escribir en Noesnalaferia, El Dinamo, Esmifiestamag y The Clinic de forma regular.

Por estos días prepara su viaje a Nueva York, gracias a que se adjudico una beca de creación literaria, que la tendrá dos años alejada de Chile. Se despide realizando un taller de escritura junto a los miembros de la editorial Los libros de la mujer rota. Casa editora que le ha publicado sus dos libros comenzando por Quiltras el 2016. Hoy a la espera de su pronta entrega Heridas.

Conversamos de auto-publicación, formatos y de sus inicios en el periodismo y la literatura de No ficción.

Si alguien quiere regalarme flores, porfa que sean cogollos.
El bajón es la comida más importante del día.
Nada como fumarse un pito después de un largo día /fumando marihuana.

Este es uno de los tweets que forma parte del fanzine, Cosas que pienso mientras fumo Marihuana, editado por Uribe y que vende ella misma todos los miércoles en el GAM, bajo el pez de mimbre. -resalta- Una auto-publicación sin sello, ni pretensiones, menos IVA. Sino una búsqueda personal a lo simple en cuanto forma y contenido.

justamente la gracia es la autopublicación. Me parece punky, rebelde. Me gusta llevar el (fan)zine a colegios y mostrarle a estudiantes que lo que sienten o piensan pueden plasmarlo en una hoja de cuaderno doblada de tal forma que constituye un libro pequeño. Me gusta ese no control, esa posibilidad de echar a correr ideas libremente, sin necesidad de ninguna otra voluntad que la propia.

En sus relatos, siempre hay alguna historia donde la marihuana esta de alguna forma presente, por ejemplo en Quiltras, cuando narra el reencuentro con su prima con quien comparte gran parte de su infancia: Nos abrazamos fuerte. Nuestros pechos se juntaron como cuando éramos chicas. Me invitó con su grupo y la seguí. Fumamos marihuana y le contamos a la gente las tonteras que hacíamos a los diez años. De la vez que le preparamos una coreografía de Michael Jackson a su papá para su cumpleaños. Remata con gran soltura, recuerdos, vivencias todos desde su propia voz.

En el fanzine ocupa nuevamente a ella en primera persona, pero se eleva mucho más por el mundo de los pensamientos y la opinión. Un gesto político que intenta recapitular nuevas y pasadas escrituras. Acompañado de las ilustraciones de Sofía Flores Garabito.

Más que ligar los tweets a la marihuana, quise armar un proyecto de escritura que tomara contenido viejo. El título salió medio en broma medio en serio de algunas juntas con una amiga en las que nos reuníamos a dibujar, cantar o jugar con fanzines inexistentes. Doblé una hoja tamaño carta en el formato de zine que aprendí una vez en un taller de Fundación Plagio y le puse ese título sin pensar. Ahora he resignificado su sentido: todas las frases que incluí en el zine son mi corazón más desnudo, reflexiones que han nacido -muchas veces- de conversaciones íntimas y voladas.

Ya no fuma tan seguido como antes, ya que considera que no le hace tan bien. Pero siempre ha tenido una relación de amor con la marihuana.

Fumo marihuana desde que salí de la universidad, entré a trabajar a una agencia digital, donde mi jefe fumaba mucho y me contagió el vicio. Después, descubrí que en mi familia fumaba mi hermana mayor. Empecé a fumar con ella. Después empezó a fumar mi mamá. Fumar pitos para mí es como tomarse una chela: algo que me relaja, me suelta, aunque sé que me daña. El año pasado fumé muchísimo, todos los días, mientras escribía el libro. En eso estaba cuando empecé a trabajar en el zine. Ahora quiero fumar menos y en este momento estoy con faringitis, lo que me impide fumar. Agradezco esas pausas.

Otro elemento que se encuentra en la escritura de Arelis, es la conciencia de clases, sus narraciones recorre de Gran Avenida, La florida, Quilicura, comunas clasificadas por ser de clase media. Para llegar con dieciocho años a un taller de La Zona de contacto, reconocido suplemento del El Mercurio, nicho de escritores como: Alberto Fuguet, Rafael Gumucio, María José Viera-Gallo, entre otros.

Fue hace mucho, yo era muy niña, tenía 18 años, acababa de salir del colegio. Para mí fue forjador en lo político, porque tuve roce social por primera vez, conocí a los cuicos y sus casas en Providencia y eso, para mí que venía de Gran Avenida, fue chocante. Me despertó la conciencia de clase. También fue forjador en un sentido profesional. Es terrible, pero aprendí a escribir en El Mercurio. De ahí viene mi formación periodística y literaria.

Lo político continuó con la campaña de Beatriz Sánchez el 2017 cuando esta se postula a candidata presidencial por medio del partido El Frente Amplio.

El equipo de campaña me buscó. Yo había sido directora de comunicaciones del OCAC, el observatorio que levantó el tema del acoso sexual en espacios públicos. Ya era autora de Quiltras. Tenía un poco de exposición pública por esos dos temas. Creo que eso los atrajo a mí. Me invitaron a dirigir las comunicaciones de la campaña de la Bea y pensé: yo creo en el Frente Amplio, creo en la posibilidad de una nueva izquierda que de verdad redistribuya la riqueza, que cambie esas cosas que me duelen de Chile. Me dije: te están buscando para que integres ese equipo con lo que tú sabes hacer, ¿te vas arrancar? Me lancé nomás. Fue duro, aprendí un montón, crecí y no hay crecimiento sin dolor.

Su libro Quiltras va en la séptima edición y mencionado por un variopinto de medios como el libro más leído de Chile.

Es bonito, pero tampoco es taaaan leído. Aún no me veo en la cuneta, aunque sería soñado verme pirata.

Tras dirigir El observatorio contra el acoso callejero, comienza a concretar a través del lenguaje y la acción ese bichito que hace rato le venia dando vueltas; la lucha feminista.

Pasé por un período en el que destinaba mucha energía a pelear con el lenguaje, en encontrar una forma de narrar efectivamente universal y neutral. Mi búsqueda actual, de esa misma estética política, es universalizar en femenino y permitir también, a veces, el masculino universal. Sé que la lucha se da en el lenguaje, pero a veces necesito expresar rápido lo que siento y esas palabras vienen contaminadas por la tradición patriarcal. Igual me lo permito y me lo perdono. Así hablo, eso soy, ya nací manchada.

¿Te sientes una escritora que incomoda?

No sé con los otros, pero yo sí me incomodo. Siempre tengo miedo de publicar lo que escribo, porque hay mucho de mí y es incómodo exponerse, no tienes control de nada.

¿Como se viene tu tercer libro, Las Heridas?

Se viene ojalá.

¿Que vas a ir hacer a Nueva York?

Gané Becas Chile para irme dos años a estudiar un máster en escritura creativa en NYU. Todavía no me la creo, porque todas las personas que conozco que han ganado esa beca son gente cuica. Lo que más siento es que soy una excepción, que es un lujo que el Estado te financie dos años para vivir en una ciudad carísima, considerando que la plata latina no vale nada en el primer mundo. Quiero pensar este viaje como una oportunidad para terminar proyectos (musicales, escriturales) y luego volver a Chile ojalá no a Santiago, a compartir eso que aprendí.