Amorío a primer sorbo: Cerveza y cannabis, la unión de dos placeres
Denominada cannabis o cáñamo, planta que ha acompañado a la raza humana durante milenios en todos los continentes, ha sido parte importante de la tradición agrícola de Chile. Desde ese primer contacto con las fértiles tierras del Valle Central chileno, el cáñamo ha sido cultivado por campesinos y todos aquellos quienes quisieran beneficiarse de esta noble planta. Tuvo vital importancia debido a la utilización de su fibra para la creación de excelentes vestimentas, mechas de velas, cordajes, aceites, semillas para pájaros, entre otros muchos usos que elevaron a Chile como un punto referencial de exportación, teniendo un vasto mercado para negociar y mercadear.
A partir del siglo XVII se masificó su cultivo, especialmente en el Valle del Aconcagua, lugar que se transformaría a lo largo de los años en el sitio idóneo para el beneficio y uso del cáñamo. En Chile, una vez independizado y hasta mediados del siglo XX, el cultivo cañamero se mantuvo con avatares económicos, pero siempre considerado importante a la hora de la extracción de materias primas, que hasta una vez consumada la espesa prohibición, el conocimiento lúdico y la internación de la fibra sintética, llevó a colapsar una industria rica en historia y en potencial manufacturero.
Sin embargo, más venido a la actualidad, luego de arduas luchas sociales, de visibilizar mejoramientos ante patologías severas y, como también, vaivenes de voluntades políticas, Chile se convertiría en pionera en el cultivo de cannabis para uso medicinal. El día 18 de enero de 2016 fue histórico para el país. En la localidad de Quinamávida, ubicada en la comuna de Colbún, en la Región del Maule, se hizo el lanzamiento oficial del mayor cultivo de cannabis para uso medicinal de Latinoamérica. Siembra de alrededor de 6500 plantas, proyecto que beneficiaría en primera etapa entre 400 y 500 pacientes.
A nivel mundial, la industria del cannabis se reinventa y evoluciona. No solo se usa la planta para extraer fibra para confeccionar hilados; ni tampoco se utiliza únicamente la flor para extracción de resina para uso terapéutico… Sino que el cannabis también se aplica para la elaboración de una de las bebidas espumosas más elegidas por todos, la cerveza. Y Chile no escapa a la novedosa experiencia cannábica, nuevamente está a la vanguardia, ahora con fabricación de la bebida birrera con cannabis.
Esta extraordinaria combinación ya se viene catando desde finales de los años ’90 con foco en Alemania, y después se fue expandiendo por el resto del globo, con grandes aciertos y diferentes formas de elaboración que no escapan de ser artesanales y de tirada limitada. «Actualmente no existen marcas que comercialicen a nivel masivo cerveza elaborada con cannabis, que directamente no contienen thc -sustancia psicoactiva- ya que se elaboran utilizando solo el aroma y sabor de la flor que se colocan generalmente en la preparación al final de proceso de producción» comenta Lisette Faúndez Rivas*.
También aclara que «…para la elaboración de la cerveza se utiliza principalmente las flores de cannabis así en la mayoría de las recetas cerveceras con cannabis. En Canadá se está trabajando con los tallos y raíces, también se pueden usar las semillas, todo depende de la receta y el resultado que se desee. Hablamos de una planta muy generosa de la cual derivan cantidad de productos y falta mucho más por saber sobre sus usos.»
El paladar sibarita cabe tanto en el mundo cervecero como el del cannabis. Por eso la fusión de estos dos ingredientes, es como un romance. Es el caso de la Casa Cervecera Altamira, que se ha transformado en un referente de la cerveza artesanal en Valparaíso, cuna histórica de la cerveza en Chile. Casa Altamira, además de combinar distintos tipos de lúpulos, se atreve a incursionar en el toque cannábico para sus cervezas. Conjuga la tradición de la cerveza con lo novedoso del mundo del cannabis.
Cabe resaltar que Valparaíso al ser una ciudad
portuaria, durante décadas, por sus muelles y costas, pasaron
embarcaciones con cordajes de cáñamo, como así mismo, en las cercanías
del puerto, hubo un tal irlandés Andrés Blest, quien en el propósito
inicial de su viaje a Chile era el cultivo del c&aacutree;ñamo y la
construcción de una planta procesadora, tarea en la que tenía
experiencia familiar. Luego, dado que no proliferó su intención
cañamera, cambia su rumbo y funda la primera cervecería nacional en
1825.
La cerveza: un gusto adquirido
La cerveza de cannabis es una fundición exacta entre dos elementos, revelan desde Casa Altamira, «…como fuente de inspiración tomamos las dos raíces históricas, la cervecera y la cañamera de la región. Adem&aacutree;s, razón clave para la incorporación de la nueva cerveza, es que dentro del equipo de trabajo hay miembros que forman parte de la cultura cann&aacutree;bica, que tienen mucho conocimiento, tienen contactos y tienen el paladar desarrollado, que estimularon a nuestros maestros cerveceros para crear un producto tan distintivo en aroma y sabor.»
Siguiendo la línea gastronómica, nos indican con qué plato es recomendable combinar la cerveza: «Por supuesto que muy fría es la compañera perfecta para buenas tardes con los amigos o familia, gracias al sabor que deja al pasar por la garganta refrescante y cargada de aroma y sabor a cannabis. Para acompañar la comida, será una buena alternativa para carnes, pastas o pescados. Sus propiedades quedan muy por sobre de la cerveza normal, ya que el cáñamo es una de las plantas que más propiedades posee.»
Gracias al posicionamiento de la cerveza como una bebida alcohólica de baja graduación, su consumo en Chile ha ido aumentando de manera paulatina, pasando de 25 litros per cápita al año en 2002 a 46 litros en 2016. Aunque aún no se alcanzan los niveles de los países que lideran este ranking, entre los que se encuentran Venezuela, con 78, Brasil con 65 y México con casi 60 litros per cápita anuales.
Sin embargo, la industria continúa creciendo, impulsada por el aumento de productores artesanales, la innovación y la diversificación de la oferta. En esta dirección, los grandes capitales también conocen esta utilización y faceta de la planta de cannabis como «bebida». Durante el 2018 surgieron dos hechos significativos al respecto, a saber. Mediados de agosto, Constellation Brands Inc (dueña de la cerveza Corona) informó que invertiría en la firma Canopy Growth Corp, elevando su participación en el productor de cannabis canadiense al 38 por ciento. Además, en septiembre, fue anunciado que la compañía, ya fusionada, acababa de adquirir todas las acciones de Spectrum Cannabis Chile SpA. Si antes controlaba el 85 por ciento de la firma local, ahora es dueña de todo el negocio. Entre los fabricantes de cannabis legalizados, la firma canadiense Canopy Growth Corp es una de las más grandes del mundo. Recientemente se hizo dueña de Spectrum Cannabis Colombia. Por cierto, tiene operaciones en otros 11 países de los cinco continentes.
Cabe destacar que en la industria cannábica también existen bebidas como vodka, vino o whisky que en su preparación llevan cannabis. Al no poseer thc, la cerveza no es psicoactiva y por ende no tiene pegue, sino que la molécula intoxicante sigue siendo el alcohol. Las precauciones debidas son como para cualquier bebida alcohólica. Beber con moderación y alimentarse antes de hacerlo es uno de los modos acordes. Asímismo, prevención si se combina con cannabis psicoactivo, recordar que el alcohol potencia el thc. El efecto dependerá del organismo de cada uno como de la calidad y cantidad de lo consumido.
En esa dirección esclarece Faúndez: «Para la elaboración de cerveza de cannabis se usa la misma fórmula que en la elaboración de una cerveza a base de lúpulo. En pocas palabras, para elaborar cerveza de cannabis, lo único que tienes que hacer es mezclar ambos. Así de fácil. El cannabis no es recomendable utilizarlo como sustituto del lúpulo, pero sí un ingrediente más en la elaboración que permite aromatizar la cerveza y añadir nutrientes únicos por parte del cannabis.
Fusionar las propiedades del sabor del lúpulo y el cannabis en un mismo producto, debido a sus similitudes, resulta una combinación excelente. Además Faúndez agrega: «Una cerveza cannábica no nos dará el mismo efecto que se consigue fumando, principalmente porque durante la elaboración de la cerveza se pierde el THC del cannabis, el principal componente psicoactivo de la planta.»
En Chile existe una oportunidad única para desarrollar una industria nacional y regional apoyada en los pequeños productores, postulando al cáñamo (cannabis industrial) como alternativa, que supere de alguna forma el extractivismo minero, la devastación de las forestales y la alicaída industria del salmón. El país contiene raíces cañameras de antaño, ha sido uno de los principales productores del mundo desde la Colonia y, actualmente siendo, también, pionero en Latinoamérica en desarrollar fármacos cannábicos.
Es el momento de aprovechar las ventajas competitivas para el desarrollo de una rueda industrial con valor agregado y generar comercio con anclaje local, a base de la planta de cannabis. Existen en el mundo países que le dan variados usos posibles como alimento, construcción, cosmética, papel, combustible. Chile combina historia con innovación.
Según Faúndez, con respecto a vislumbrar el futuro de la cerveza cañamera: «Ya desde los noventa se comenzó a trabajar como marca registrada la cerveza de cannabis y es un mercado que sigue en desarrollo cada vez con más fuerza. Creo que la unión del lúpulo y el cannabis es un mercado muy atractivo en el cual queda mucho por crear.»
Ahora empecemos con la cerveza. Brindemos.