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Abril, cogollos 2.000

Por José T. Gállego

 Floración avanzada

La floración del cannabis suele durar unas ocho a diez semanas en la mayoría de las variedades índicas y los híbridos. Estas cifras suelen ser mayores para las variedades sativas pues siguen creciendo mucho mientras florecen. La floración es un proceso largo que dura un mínimo de siete u ocho semanas en las variedades más rápidas y se alarga hasta no menos de veinte semanas en las sativas puras de maduración más tardía. Cuando la floración comienza las plantas empiezan a producir flores, primero lentamente y luego con mucha mayor rapidez. En la primera fase de la floración, llamada fase prematura, surgen unas cuantas flores en las puntas de las ramas a la vez que la planta pega un gran estirón llegando, incluso, a doblar su tamaño. Los híbridos y las índicas suelen crecer durante las tres o cuatro primeras semanas de la floración. Prácticamente todas las variedades híbridas e índicas de marihuana, cuando empieza marzo ya han pasado la fase floral prematura y la mayoría de las plantas están en la fase floral temprana, en que aumenta el número de flores, los cogollos ganan peso y tamaño y los cálices de las flores más tempranas comienzan a hincharse y recubrirse de glándulas de resina.

La tercera fase se llama fase cumbre y en ella se generan la gran mayoría de las flores que comienzan a crecer cada vez más densamente. La producción de resina se intensifica y los estigmas de algunas flores comienzan a marchitarse. En esta tercera fase la floración se dispara, los cogollos crecen a la máxima velocidad y la resina recubre como un manto las flores y hojas del cogollo. Ya hay algunos estigmas marchitos aunque la mayoría siguen fértiles. Si la planta hubiera sido polinizada, en esta fase se dedicaría a madurar las semillas, pero si se trata de un cultivo sinsemilla el cannabis sigue produciendo flores sin parar, engordando los cogollos más y más. La mayoría de las variedades se cosechan al final de la fase floral cumbre o al principio de la fase floral tardía, que es la siguiente. En esta última fase la producción de flores se detiene o se reduce mucho y la mayoría de los estigmas se van marchitando. La planta se debilita y, si no se cosecha, acabará por morir. Sólo quedan unos pocos estigmas blancos y muchas hojas grandes amarillean y caen. Los cogollos están recubiertos de una gruesa capa de glándulas de resina. La resina comienza a perder su transparencia y va cambiando su color al ámbar. El peso máximo de los cogollos se alcanza durante esta fase así como la máxima potencia, aunque los efectos psicoactivos son más narcóticos que durante la tercera fase.

El momento óptimo para cosechar

La mayoría de las variedades de marihuana se cosechan en nuestras latitudes entre mediados de marzo y finales de abril. Dentro de este periodo se debe ajustar al máximo el momento exacto de cortar los cogollos ya que de ello depende que la maría tenga la máxima potencia y el grado ideal de maduración. Las variedades índicas suelen estar listas en marzo o primeros de abril. Pocas son las que se cosechan antes del quince de marzo, la mayoría se corta en la segunda quincena. Las sativas y los híbridos son más inesperados. Alguna variedad temprana puede estar en marzo pero la mayoría son de abril. Las sativas más puras de los bancos de semillas holandeses pueden acabar a fines de abril o en mayo y las sativas puras traídas de países ecuatoriales a veces no están listas hasta junio o mueren sin haber cogollado de verdad. A pesar de las fechas de cosecha que dicen los bancos de semillas, a menudo las plantas no están listas cuando deberían. El buen cultivador aprende a decidir por sí mismo cuando está lista la planta y no confía mucho en los datos del banco de semillas que no sabe nada de las condiciones de su jardín El momento óptimo de la cosecha tiene una duración de unas dos semanas. Antes de este momento la planta no habrá alcanzado su máxima potencia y después habrá empezado a reducirse. Pero no todo es cuestión de potencia. Por distintas razones se puede cosechar antes o después del momento óptimo. Por ejemplo una índica demasiado narcótica puede ser mucho más alegre si se cosecha dos semanas antes o una sativa súper eléctrica no lo será tanto dos semanas después del punto “supuestamente óptimo”. También se puede usar para potenciar las cualidades típicas de índicas y sativas. Índicas cosechadas tarde para que sean aún más narcóticas o sativas cosechadas algo antes para potenciar sus cualidades estimulantes.

 

Evaluar el punto de maduración

Para evaluar el grado de madurez de las plantas tenemos dos opciones fundamentales. La más fácil es mirar los que son dos pelitos, normalmente de color blanco, que salen del cáliz de la flor. Estos pelos cambian a un color marrón o naranja cuando la flor envejece. La mayoría de los cultivadores cortan las plantas cuando entre el 50 y el 90 por ciento de los estigmas han cambiado de color. El momento exacto depende de la variedad de cannabis y el gusto personal del cultivador. En algunas variedades índicas los estigmas maduran más o menos de golpe, mientras que en algunas sativas la planta nunca deja de brotar nuevas flores mientras se van marchitando las más viejas; en estas variedades puede que nunca veamos una gran mayoría de flores marchitas. La segunda forma de ver la madurez de la planta es algo más complicada y requiere de cierta experiencia. Consiste en inspeccionar el color de las glándulas de resina, unas pequeñas formaciones cristalinas en forma de koyak que recubren las flores y hojas del cogollo. Cuando la bola del koyak, que normalmente es transparente, comienza a cambiar de color y toma un tono ámbar amarillento, la planta está lista. Esta técnica requiere del uso de una lupa de ocho o diez aumentos o de un microscopio de campo. Las glándulas son transparentes mientras están produciendo nueva resina y empiezan a cambiar de color cuando paran de hacerlo, entonces cada vez amarillean más hasta llegar al ámbar. Si se observan con un microscopio de campo o una lupa de relojero se puede ver este cambio de color. El punto óptimo de cosecha ocurre cuando una buena parte de las glándulas tienen color ámbar, pero todavía hay bastantes transparentes. La mayoría de las variedades de cannabis florecen en oleadas. Hasta tres oleadas sucesivas de flores brotarán llenando cada vez más los cogollos. Es muy importante no confundirse y cosechar las plantas antes de que nazca la tercera oleada de flores. Para ello hay que tener en cuenta el tiempo de floración indicado por el banco de semillas. Normalmente la floración nunca es más rápida de lo que indican, en todo caso más lenta. Por tanto si el banco dice que tal variedad tarda sesenta días en florecer, no se debería cosechar antes de este tiempo. Esto resulta fácil en cultivo interior donde el fotoperiodo cambia de golpe pero parece un poco difícil de calcular cuando se cultiva en exterior ya que no hay un día concreto en que empiece la floración sino que es un proceso progresivo. En exterior se puede observar si la planta sigue produciendo nuevas flores o por el contrario ha parado y se dedica a madurar las flores existentes. En general, si la producción de flores sigue de forma importante, las plantas aún no están listas.

 

Terpenos y cannabinoides

La resina de cannabis contiene dos tipos de sustancias principalmente: terpenos y cannabinoides. Mientras que los terpenos son responsables del aroma, los cannabinoides son las moléculas que provocan el efecto psicoactivo. Los terpenos son moléculas aromáticas responsables del olor de la marihuana. La mayoría de los terpenos del cannabis son líquidos aceitosos y muchos terpenos son moléculas volátiles que se evaporan a baja temperatura. ¿Qué significa esto? Los terpenos muy volátiles se evaporan rápidamente y su olor desaparece dejando paso a nuevos aromas de terpenos más estables que antes quedaban camuflados. Esto explica el diferente olor que puede tener la misma variedad de marihuana según se cultive en interior o en exterior. Los jardines que viven al aire libre están sometidos a las inclemencias del tiempo y la lluvia, el viento y el fuerte sol hacen que muchos de los terpenos más volátiles de la resina desaparezcan de esta antes incluso de la cosecha. En cambio, la marihuana de interior, protegida de cualquier agresión conserva en su resina una mayor cantidad de estos terpenos volátiles. Por eso tiene un olor diferente, más intenso y una resina más abundante y menos densa. La psicoactividad de la marihuana se debe a los cannabinoides, un tipo de compuesto que sólo se encuentra en las plantas del género cannabis. Estas moléculas son muy especiales. Al contrario que los alcaloides, que son las moléculas psicoactivas más habituales, los cannabinoides no contienen nitrógeno. Por esta razón durante muchos años no se encontró el principio activo del cannabis. Como casi siempre  la psicoactividad de una planta se debe a sus alcaloides, los científicos buscaban alcaloides y no cannabinoides. El cannabis contiene algunos alcaloides como la Cannabisativina o la Hordenina, pero están presentes en cantidades minúsculas que no influyen en los efectos psicoactivos. Se han hallado más de sesenta cannabinoides presentes en el cannabis. La mayoría de ellos solo se encuentran en cantidades muy pequeñas pero hay unos pocos que tienen mayor importancia. Los tres cannabinoides con mayor responsabilidad en los efectos psicoactivos del cannabis son THC, CBD y CBN. Cada variedad de marihuana tiene efectos ligeramente diferentes debido, principalmente, a la proporción de cada  uno de estos  tres cannabinoides, aunque hay otros que también influyen, como el THCV.  El THC es el cannabinoide más importante y el que más gusta ya que es un potente psicoactivo. Puede causar una cierta ansiedad en usuarios no habituados a consumirlo sin CBD. El CBD no es psicoactivo, pero modifica los efectos del THC haciéndolo más sedante. De hecho podría suprimir en parte los efectos del THC. Puede evitar el mareo. Abunda en el hachís comercial y es muy escaso en la marihuana de autocultivo. Abunda en el cáñamo industrial. Por último, el CBN tiene un 10% de la psicoactividad del THC. Se considera sobre todo un relajante muscular. Responsable de que la hierba muy madura sea más tumbona y relajante. Puede retrasar algo la subida de la volada.

 

Abonos para una buena maduración

El último mes antes de la cosecha la marihuana utiliza grandes cantidades de fósforo y potasio para fabricar las flores. Es importante nutrir las plantas muy a menudo, especialmente si crecen en macetas, con un abono líquido completo para floración que contenga microelementos. Entre los cultivadores que usan abonos químicos se considera el P.K. 13-14 como el fertilizante clave durante la floración. Casi todas las marcas de abonos para cannabis fabrican este producto que contiene exclusivamente fósforo y potasio y se suele utilizar durante dos o tres semanas antes de dejar de abonar, lo que sucede una o dos semanas antes de la cosecha. En los growshops se venden muchos “estimuladores de la floración” que, en esencia, son abonos ricos en fósforo y potasio junto con algunas encimas, microelementos, etc… Resultan muy útiles para mejorar algo la producción si las plantas han sido poco abonadas pero su efecto se nota poco cuando se abonaron frecuentemente con el fertilizante normal de floración. Para los cultivadores biológicos el guano de murciélago o el de aves marinas es el mejor equivalente al PK 13-14. Los abonos no deben usarse en dosis mayores de lo recomendado por el fabricante. Las plantas no crecerán más por regarlas con una dosis mayor de fertilizante. Abonar mucho significa hacerlo muy frecuentemente pero no con dosis muy altas que pueden quemar las raíces y acabar con la cosecha. Es una buena costumbre regar las plantas con agua muy abundante de modo que escurra una parte por los agujeros de drenaje del tiesto. Cuando se fertilizan las plantas muy a menudo, como sucede al final de la floración, esta costumbre ayuda a evitar la acumulación de sales en las raíces. En macetas basta con siete días de lavado sin abono pero en cultivos en el suelo es mejor evitar los abonos durante las dos o tres últimas semanas antes de cortar las plantas. En marzo las variedades más tempranas se encuentran a mitad o incluso al final de su floración pero las sativas aún no están más que comenzando. Es conveniente seguir abonando las sativas con un fertilizante para principio de floración (que contendrá nitrógeno, además de fósforo y potasio) y darle a las variedades índicas que ya llevan un mes floreciendo un fertilizante rico en fósforo y potasio pero que no tenga apenas nitrógeno. Pasado el primer mes de floración las indicas requieren muy poco nitrógeno y su escasez favorece el buen sabor de los cogollos.

 

Protección frente al clima

Al final de la floración las plantas de maría son muy delicadas. Los cogollos densos y cargados de resina son muy pesados y un fuerte viento o una lluvia intensa puede dañarlos o incluso romper las ramas. Cada año, después de una fuerte lluvia a finales de marzo, se encuentran plantas con sus ramas quebradas o desgajadas desde el tallo central. Un cogollo central, si está empapado de agua, puede llegar a pesar varios kilos y, si el viento lo agita, probablemente el tallo de la planta sea incapaz de soportar su peso. En las zonas donde hay riesgo de granizo, el peligro es aún mayor. Una fuerte granizada literalmente machaca los cogollos, rompe las glándulas de resina y los tejidos y deja la planta lista para que los hongos la ataquen. Muchos cultivadores optan por improvisar toldos o invernaderos artesanales que colocan sobre las plantas cuando amenaza tormenta y los retiran en cuanto vuelve el sol. Hay que tener presente que, bajo un plástico, hay poca ventilación, las plantas transpiran mucho y acaban provocando una gran humedad ambiental, por ello si se dejan permanentemente cubiertas puede ser peor el remedio que la enfermedad y acabar con las plantas enmohecidas. Los cultivadores con unas pocas plantas en macetas pueden optar por meterlas dentro de casa los días de lluvia. Si no son muchas ni muy grandes es la mejor opción y la que más garantías de éxito tiene.

 

 

Consejos Prácticos

Nunca se deben cortar las plantas cuando estén húmedas o se enmohecerán. Se debe cosechar siempre a media mañana o por la tarde, después de que las plantas pasen unas horas al sol y los cogollos están completamente secos.  No es necesario cosechar las plantas enteras, se pueden cortar los cogollos conforme vayan madurando. Normalmente los cogollos superiores suelen estar listos antes que los de las partes bajas. En este caso se deben cortan los cogollos listos y dejar  las ramas más bajas, donde las flores aún no están completamente maduras, durante una o dos semanas más para que acaben de engordar. Las hojas más grandes, y en general todas las que no tienen resina visible, se deben eliminar para dejar los cogollos desnudos. Este proceso se llama manicura y sirve para mejorar el aspecto final de los cogollos y acelera el secado de las plantas puesto que se elimina una gran cantidad de material verde. Algunos cultivadores prefieren manicurar las hojas más grandes unos días antes de la cosecha, mientras la planta está viva para adelantar trabajo y favorecer una maduración más completa de los cogollos. Es importante planificar bien el momento de la cosecha. Las plantas se tienen que manicurar y poner a secar tan pronto como se cortan. Es mucho más fácil manicurar una planta con las hojas bien tiesas que una que lleva horas cortada y sus hojas se han marchitado. Por otro lado, las plantas frescas se pudren enseguida si no se cuelgan en un lugar seco y bien aireado. No es conveniente cortar todas las plantas de golpe y luego empezar a manicurar. Resulta más práctico ir cortando y manicurando las matas una por una y emplear el mismo cuidado con la primera que con la última. Las hojas se deben cortar con su pecíolo, lo más cerca del tallo posible. Cuanto más se manicuren las plantas, mejor aspecto final tendrán los cogollos. Las pequeñas hojas que crecen pegadas a los cogollos suelen estar recubiertas de glándulas de resina y es decisión de cada cultivador dejarlas o manicurarlas. Si se cortan, no hay que mezclarlas con las hojas más grandes que apenas tienen resina y secarlas por separado. Estas hojas pequeñas son ideales para hacer hachís con ellas. Las plantas siempre se deben secar en un lugar oscuro o como mínimo a la sombra. Nunca se secan al sol porque se degrada un buena parte del THC. Lo mejor es buscar un sitio lo más oscuro posible y con buena ventilación y colgar los cogollos boca abajo. También conviene que sea fresco y limpio, para evitar que caiga polvo en los cogollos. La hierba no alcanza su máxima potencia hasta que está bien seca. El grado de secado se comprueba doblando un tallo, si se quiebra está seca, si se dobla aún tiene humedad. Los cogollos tardan en secarse entre una y cuatro semanas pero el proceso no acaba con el secado. El sabor de la marihuana mejora mucho si, una vez seca, se guarda durante unos meses antes de consumirla. Este tiempo de curado elimina una gran parte de la clorofila de las hojas suavizando el sabor del humo. El curado se puede realizar en frascos de vidrio, cajas de madera o de metal.