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25 años del Festival Internacional de Cine Valdivia:

sobreviviendo entre la autogestión y el financiamiento público y privado

Entre los asistentes al festival se comentaba la fascinación hipnótica que producía el director francés Bertrand Mandico y su forma de transmitir las imágenes. Además razonaban sobre su presencia y la posibilidad de generar diálogo con él. Del mismo modo, era imposible no oír el rumor entre pasillos sobre la explosión emocional que provocaba la proyección de Primas, de la directora canadiense Laura Bari. Es que durante octubre, en la ciudad de Valdivia, el cine lo acapara todo.

Por: Claudia Latorre Z. / Fotos: Viviana Ojeda

Uno de los festivales internacionales de Cine más importantes de Chile, cumplió sus 25 años de vigencia. Entre la autogestión, el financiamiento público y privado, la colaboración de un tremendo equipo humano y el respaldo económico de los fondos concursables, se sostiene -tambaleante- este mega evento cultural «made in Valdivia».

Esta mansión flotante fabricada de cine, reúne a directores, guionistas, actores y actrices, profesionales de las artes visuales, productores, programadores, coordinadores de audiencia, asistentes, que cada año se reúnen para retroalimentarse y dar vida a este castillo del séptimo arte.

En esta edición conmemorativa de los 25 años del Festival Internacional de Cine de Valdivia (FICValdivia) se recopilaron, en el sitio web, testimonios de directores como Ernesto Díaz Espinoza (Mirageman), quien recuerda la primera presentación de su largometraje «Kiltro».

«El Festival de Cine de Valdivia fue mi primera experiencia festivalera. Kiltro, mi ópera prima, fue invitada a la competencia de largometrajes y fue la primera vez que pude hablar directamente con el público, no sólo en la ronda de preguntas y respuestas, sino también en las calles».

Por su parte, Sebastián Lelio (Una Mujer Fantástica) también recordó su paso por el FICvaldivia:

«En el Festival de Valdivia pude estrenar mis primeros cortos. A alguien le interesaban, te pagaban un pasaje, ¡te alojaban! Yo no lo podía creer. Eso fue el ’96 y el ’97. Yo era un estudiante de cine (lo sigo siendo) y Valdivia era el lugar de encuentro con los que tenían más experiencia, con los que habían abierto el camino. Era también el lugar en el que conocí a tantas personas que luego serían compañeros de ruta, cómplices, co-creadores».

La directora chilena Marialy Rivas (Joven y alocada) también recuerda su participación en el festival.

«Vienen a mí imágenes; una van desde el aeropuerto, lo verde del camino y mi corazón contento (¿será de la primera vez que voy?); un pequeño barco en la noche que zarpa con muchos invitados, la luz es baja y el barco cruza el agua con gente que ama lo mismo que yo; un pitch de Joven y alocada, mi primer largo, los nervios haciendo una bola en el estómago y luego palabras amables, cariñosas y alentadoras sobre mi proyecto que me hacen sentir tranquila; la vista hermosa del río desde un hotel donde me alojan; conversaciones alguna noche con cineastas, con amigos de muchos lados, todos contentos; una cola, para Princesita, larga tan larga que se queda gente fuera y lo grabo porque la cola sale de la sala y llega lejos, muy lejos, y lo grabo porque no lo creo y me hace muy feliz».

El certamen

Los 25 años del festival de Valdivia trajeron consigo más de 200 películas. Cabe destacar que más de la mitad es de carácter gratuito, entre las que estuvo la exhibición de una selección de 25 películas de directores chilenos como Pepa San Martín, Andres Wood, Tomás Welss, Alicia Scherson, Matías Bize, Cristián Jiménez, Vivienne Barry, Fernando Lavanderos, Claudia Huaiquimilla, entre tantos otros, donde además se exhibieron películas en competencia y homenajes, en proyecciones digitales y fílmicas (16mm y 35 mm).

Es que en el FICValdivia se tiene la oportunidad de ver cine que no se ven en las pantallas tradicionales: films asiáticos, europeos, experimentales, de pueblos originarios, por sólo nombrar algunos. En definitiva, un evento disfrutable, hipnótico y sugestivo. Algo así como un masaje cerebral donde el bálsamo era cine y más cine.

En valdivia el público tiene la posibilidad de empaparse de películas durante 7 días. Además, está la ventaja de establecer un diálogo con los directores, actores, creadores, productores que provocan esa fricción cultural-social tan necesaria para nuestra sociedad.

Es relevante enfatizar la importancia que tienen los profesionales que están trás bambalinas: hay un equipo que no se detiene, que trabaja para que esta máquina siga funcionando, destacándose por sobre todo la valentía de darle continuidad a la vitrina cultural que siempre será una necesidad para cualquier país.

Y en esta gran vitrina cultural que es el FICValdivia, el Premio del Público se lo llevó «La Casa Lobo», de Joaquín Cociña y Cristóbal León, quienes compartieron su experiencia en el festival.

«Es un festival muy bello, a una escala muy inteligente y agradable, muy relacionado con los estudiantes, que se lo viven de manera intensa. Creo que en Chile (y en otros lados por supuesto) se comete muchas veces el error de hacer todo en grandes escalas. Pero este festival está a una escala muy correcta, el tamaño de la ciudad es el justo. Es muy bello ver cómo una

Esta mansión flotante fabricada de cine, reúne a directores, guionistas, actores y actrices, profesionales de las artes visuales, productores, programadores, coordinadores de audiencia, asistentes, que cada año se reúnen para retroalimentarse y dar vida a este castillo del séptimo arte.

actividad cultural cambia una ciudad durante unos días. Esto mismo lo vi este año en San Sebastián (España) y en Annecy (Francia). En Santiago, por ejemplo, las actividades se diluyen y se pierden, quedando confinadas a los medios de comunicación y no a la experiencia de la ciudad. Pude por primera vez y con mi esposa y dos hijos, pasear por el río, beber cerveza artesanal y comer bien, caminar, ver películas y trabajar», señala Joaquín Cociña.

Por su parte Cristóbal León recordó que «hace más de diez años estrené mi primer cortometraje en el Festival de Valdivia. Fue el primer festival donde mostré y el primer festival que visité. Mucha de la gente que conocí entonces se han convertido en estos años en actores relevantes de la escena del cine chileno. Fue lindo darse cuenta de esto y fue muy emocionante formar parte de la celebración de los 25 años del festival. Nos hizo sentir orgullosos ser parte de esa historia»

Por su parte Arnavik Orrego, profesor de lenguaje y parte del equipo del Taller de Cine del Liceo Experimental Manuel de Salas de Santiago, quien acompañó en esta aventura cinéfila al estudiante de tercero medio, Manuel Silva, ganador de la selección Infantil Latinoamericano con su película «Santiago no tiene mar», destacó que el encuentro «es una tremenda oportunidad para los niños, que se relacionan con sus pares y hablan de cine, crean proyectos, se intercambian aprendizajes. Estamos muy agradecidos de este espacio. Y contentos de poder estar presentes en el festival»

Producción

El FICValdivia lo produce el Centro de Promoción Cinematográfica (CPCV), cuyas oficinas están ubicadas en el segundo piso de una casona de estilo patrimonial en el centro de la ciudad, ya que en el primero funciona el mítico restaurante La última Frontera, espacio en el que comparte el arriendo con otras productoras. En este lugar se crean las ideas para que sean tangibles en el tiempo, además y dentro de sus cinco objetivos estratégicos, está la formación de audiencia que alcanzan a través de las intervenciones que realizan durante todo el año en la Región de Los Ríos.

¿Pero cómo se consigue que un festival tenga éxito y logre sostenerse en el tiempo?. Conversamos con Eduardo Rocco encargado de comunicaciones del CPCV, quién nos dijo que «este es un proyecto que inició la Universidad Austral de Chile en 1993, fue un trabajo potente, que cimentó en parte lo que se transformaría el festival más adelante, tanto para el equipo que inició el certamen, como para la administración posterior a manos del CPCV. El Festival logra sostenerse en el tiempo bajo el compromiso que asume un pequeño equipo humano, en el que hay una labor anual de vinculación local con las 12 comunas de la región, establecimientos educacionales y otras Instituciones Privadas y Públicas».

El CPCV destacó el financiamiento del programa Otras Instituciones Colaboradores(OIC) del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, fondo al que postularon en el 2015 y que permitió obtener por primera vez un equipo estable en el 2016 para el CPCV. Con este recurso pudieron generar más actividades durante el año. Por otro lado destacan la necesidad de tener que postular a otros fondos para dar continuidad al FICValdivia, aunque enfatizan en la necesidad de tener que postular año a año a otros fondos públicos para dar continuidad al FICValdivia, extenuante inversión de tiempo que no les permite poder planificar un evento masivo de estas características, dejando muchas cosas sin hacer hasta última hora, como invitación artistas o directores destacados, o la solicitud de películas que podrían estrenarse en el festival, entre otras.

Programación

Un sello destacable de FICValdivia es el instinto y la fe de los programadores. Lo mejor de un festival es cuando no traen obras maestras que ya fueron anunciadas y destacadas por otros festivales más grandes, sino que estas cintas sean inesperadas y que, como espectador, descubras una gran película en la sala, esa que fue conducida por los programadores. El Festival Internacional de Cine de Valdivia tiene ese estilo bien marcado. Pero como todo festival tiene ambiciones, para ello preguntamos cual sería la ambición más grande para este festival, en la que Rocco nos comentó qué «tenemos dos desafíos, uno es el financiamiento estable del Estado a través de su glosa presupuestaria, que ya financia otras instituciones culturales, situación que permitiría dar estabilidad financiera a la realización del festival durante todos los años que siguen, considerando que ya son 25 años de FICValdivia. Y el otro desafío es tener un espacio físico para el CPCV y el equipo de FICValdivia, ya que actualmente funcionamos en un lugar que compartimos con otras productoras, cancelando obviamente un arriendo que también quita parte de nuestro presupuesto anual»

Sobre las salas donde se exhiben las películas, se destaca la implementación técnica por parte del CPCV, con el objetivo de entregar una proyección de calidad a los asistentes. Asimismo se instala un proyector de celuloide que permite la exhibición de cintas en 16 mm y 35 mm.

Actividades paralelas

El Festival Internacional de Cine de Valdivia realiza diversas actividades pararelas gratuitas, entre las que destacan los diálogos ciudadanos que se ejecutan cada año en la Carpa de la Ciencia del Centro de Estudios Científicos y que se titula «Voces» y cuyo ciclo se divide en «Cine» y «Ciudadanas», en la que se debaten temas relacionados al mundo e industria audiovisual y otros de carácter cívico y ciudadano. Este año los temas fueron sobre Cine chileno, industria e internacionalización; cine chileno y sociedad; cine chileno y educación; estéticas del cine chileno; cine chileno: ¿Cómo nos ven en el exterior?, que estuvieron integrados por panelistas como Niles Atallah, Alicia Vega, Ignacio Agüero, Nicolas Videla y Sebastián Lelio, entre otros.

En un conversatorio titulado «Cine y sociedad», que se enmarca dentro de los diálogos ciudadanos «Voces Cine», estuvieron como panelistas la directora y guionista de Rara, Pepa San Martín, la directora y guionista Mapuche, creadora de Mala Junta, Claudia Huaiquimilla, la directora y guionista del film Naomi Campbell, y directora de la producción chileno-mexicana Casa Roshell, Camila José Donoso.

La conversación estuvo moderada por el director y programador de FICValdivia Ra&ujacute;l Camargo y se plantearon las condiciones del cine en el Chile actual en términos de contenido y cómo se han ido posicionando temas concernientes a mínorias sexuales, culturales y raciales, a través de las nuevas producciones audiovisual.

Las realizadoras también debatieron sobre la creciente incursión de las mujeres y su aporte a la escena cinematográfica local.

Otro tema fue la importancia que cobra el cine en regiones y zonas aisladas, enfatizando en la universalidad de las reacciones a las obras. Al igual que en el primer encuentro, las panelistas profundizaron sobre la importancia de volver a cautivar al público local por parte de la industria.

Por otro lado se realizó un taller de escritura que fue dirigido por el Co-guionista de Gloria y Una Mujer Fantástica, Gonzalo Maza.

«Escribir es Improvisar» fue el nombre del taller que estuvo abierto para estudiantes de cine y que abordó estrategias básicas de producción para libretos de cine a través de su experiencia en primera persona.

Durante la exposición, Maza (en la imagen) compartió algunas experiencias al momento de escribir, durante distintos periodos de tiempo, los momentos más emblemáticos del guión de Una Mujer Fantástica. Del mismo modo, dio consejos para enfrentar las distintas etapas del proceso de creación que viven los guionistas, destacó la importancia de observar, improvisar y del psicoanálisis en el desarrollo y construcción de personajes.

Además de las funciones y conversatorios, cuatro cineastas realizaron visitas a establecimientos educacionales. Se presentaron distintos largometrajes y se realizó un espacio de diálogo en cada encuentro. Del mismo modo, Alicia Vega, destacada profesora que impartió un taller de cine para más de 6.500 niños y niñas durante 30 años, visitó la Escuela Fedor Dostoievski, lugar en el que se exhibió el documental «Cien niños esperando un tren» de Ignacio Agüero.

También estuvo Tomas Wells en una visita al Liceo INSAT, Marcela López visitó el SENAME y el Liceo Bicentenario gracias a la alianza con CNTV Los Ríos y Sebastián Lelio fue entrevistado por niños y niñas en el Canal Tv Escolar 39.